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Ver, Oír y… Guardar.

MI PRIMERA SEMANA SANTA EN MÉXICO

Ver, Oír y… Guardar.

 

Regresé de España el domingo anterior al de Ramos, gracias a Dios ya con la Visa Mexicana en la mano. Estuve un mes larguito fuera de México haciendo trámites en Colombia y después España para conseguir el preciado documento, pero al fin… lo logré.

En una reunión comunitaria del mes de marzo habíamos decidido que este año no realizaríamos la Pascua Juvenil en nuestro Albergue como ya era costumbre, sino que más bien nos insertaríamos en la de nuestra Parroquia, pero con todos esos líos de la Visa, no tuve la oportunidad de reunirme previamente con el Señor Cura y los jóvenes de nuestra parroquia Cristo Rey para organizar lo que aquí llaman el Desierto Pascual infantil, juvenil y de adolescentes y no tenía ni idea de lo que allí se iba a realizar.

Por eso, con cierto miedo a lo desconocido, me dirigí al casino de la colonia San Pedro que habían prestado para realizar esos Desiertos. Yo participé en el desierto de Adolescentes, el lunes, martes y miércoles santo y en el de Jóvenes el jueves, viernes y sábado santo (no pude participar en el de niños). En ambos se desarrolló la misma programación: por la mañana, a las 9 a.m. comenzábamos con un poco de animación, después la oración, luego algún testimonio de vida o alguna dinámica temática. A eso de las 12 m. íbamos caminado o en camión a una finca llamada La Florida o bien al palenque de la Feria de Lagos y allí concluíamos el día, a eso de las 6,30 p.m. En esas fincas realizamos juegos de integración, escuchábamos otros testimonios de vida y terminábamos con un momento más largo de oración-reflexión (viacrucis, sensorama sobre la pasión, sanación interior, etc.).

En el Desierto de adolescentes participaron unos 200 chicos y chicas y en el de jóvenes unos 60 (en el de niños me comentan que eran unos 200). Animadores o coordinadores, como aquí se llaman, éramos unos 15. Además, estaba el Señor cura párroco, dos seminaristas diocesanos, tres cocineras, el profe Alejandro que animó mucho con su guitarra y sus reflexiones y otras personas colaboradoras que ofrecieron su testimonio de vida.

Con esa programación tan intensa, estaba saliendo del Albergue a eso de las 8 a.m., después de la oración comunitaria, y regresaba a las 7 p.m. A esa hora cenaba algo y me iba a la capillita de nuestra colonia para participar en la misa o bien asistir a las celebraciones litúrgicas de ese día que eran a las 8,30 p.m., para acompañar al padre Cesar en esas celebraciones. Total, que entre unas cosas y otras terminaba el día a eso de las 10 p.m., cansado y con ganas de dormir para estar listo para el día siguiente.

Me ha costado mucho adaptarme a una Pascua distinta a la colombiana, con una espiritualidad y estilo distinto al nuestro, con personas que no conocía de nada y siendo uno más entre los diversos animadores juveniles. Ellos, que eran todos de la parroquia Cristo Rey, jóvenes y amigos desde la niñez, también, como es lógico, tenían cierto recelo o respeto para acercarse al hermano Jesús. Sin embargo, con el paso de los días, me he fui aproximando poco a poco y con la ayuda de Dios conseguí entablar conversación con la mayoría de ellos.

Han sido unos días duros también a nivel físico: dinámicas, caminatas largas, competiciones, sentadas de casi una hora en el pura tierra escuchando testimonios, comidas rápidas, … y… yo ya no soy tan joven. Les comento que he terminado muy cansado, pero a la vez contento de la experiencia vivida.

No sé si el próximo año me animaré a repetir esa experiencia, pero creo que es positivo conocer lo que hacen otros y aprender cosas nuevas. A nivel de pastoral vocacional también me parece interesante para conocer algunos chicos y presentar nuestro carisma.

Por otro lado, en todos estos días no he tenido la oportunidad de intervenir públicamente para ofrecer mi testimonio de vida (solamente pude compartir un poquito con los adolescentes y jóvenes de mi grupo) porque casi todas las actividades se hacían en el gran grupo dirigido por el profe Alejandro o los seminaristas. Por eso creo que si tuviera que resumir esta experiencia pascual en tres palabras diría que ha sido una Pascua para Ver, Escuchar y Guardar. Decía el hermano Gigi, cuando los niños se acercaban a su taller: “Mirar siempre, tocar nunca” y eso es lo que he hecho yo en esta ocasión. Eso es lo que hizo también nuestra querida Madre María que “guardaba siempre todas esas cosas en su corazón”.

Se terminó la Semana Santa. Ahora es Tiempo de Pascua, tiempo para interiorizar y compartir nuestra fe en el Señor.

Feliz Pascua de Resurrección. 

Chuca.