Que nos sitúa en la preparación del Capítulo general de la Congregación

Queridos hermanos y laicos de la Familia pavoniana,

     Estamos poniendo en marcha la preparación del próximo Capítulo general. Nuestra Regla de vida nos pide esta tarea, siguiendo las disposiciones del Magisterio de la Iglesia que también en este caso se manifiesta como “Madre y Maestra”. Lo que la Iglesia solicita a la vida religiosa muestra su premura para que quienes han sido llamados a encarnar esta especial vocación del Señor se mantengan fieles al don recibido, auténticos en el testimonio que están llamados a ofrecer, generosos en el servicio que les ha sido confiado.

     Puede suponernos una cierta fatiga el trabajo de preparación al que nos enfrentamos. Sin embargo ese trabajo supone un examen muy oportuno, e incluso hasta necesario, para evaluar seriamente nuestra situación y disponernos a identificar y asumir las orientaciones y decisiones más idóneas tanto sobre nuestras posibilidades cuanto sobre nuestro carisma y las necesidades del tiempo que estamos viviendo y los lugares en que estamos.

     Consideramos este empeño como una ocasión de gracia que el Señor nos concede. Sintámonos todos, pues, unidos en este camino de discernimiento e invoquemos al Espíritu del Señor para que nos ilumine y sostenga y así se convierta en un esfuerzo eficaz y fructífero.

     Nos acompañan la intercesión y el ejemplo de nuestro Padre Fundador que, hace doscientos años, se enfrentaba a experiencias que le prepararon para realizar las opciones más maduras que el Señor le inspiró después sobre la realidad que le rodeaba y por la que se sentía interpelado.

 

La experiencia del Padre Fundador en los años 1812-1818

     Después de cinco años de vida sacerdotal, en los seis que van desde 1812 hasta 1818, el Padre Fundador se enfrentó a tres experiencias que marcaron su existencia y orientaron su misión. En primer lugar, la fundación del oratorio, que abrió especialmente para los adolescentes y jóvenes más pobres: favoreció su experiencia educativa y su opción de dedicarse totalmente a ellos.

     En segundo lugar, el cargo de secretario de su obispo mons. Nava. Junto al obispo y en contacto con la realidad viva de la diócesis, el padre Pavoni amplió su conocimiento de los problemas de la población y maduró en un amor fuerte y profundo a la Iglesia y a su misión.

     Finalmente, la dirección de la doctrina dominical de los pobres de la Catedral nueva. Este servicio le llevó a acercarse a las personas más necesitadas y lo confirmó en su dedicación sacerdotal y operativa a los últimos y a los más marginados.

     Estamos en el bicentenario de este sexenio de la experiencia del padre Ludovico Pavoni. Me parece que estas tres referencias hoy pueden ser luz y guía para nosotros y para la misión de la Congregación. La opción prioritaria por los jóvenes, la opción preferencial por los pobres y un amor apasionado a la Iglesia constituyen los tres pilares de nuestro carisma. Ser para los jóvenes, ser para los pobres, ser para la Iglesia. Dedicación a los jóvenes, solidaridad con los pobres, inserción en la Iglesia local: es la característica de nuestro carisma. Es la traducción concreta de nuestra fe, de nuestro ser para Cristo, de nuestro estar consagrados a él y a su servicio. Es una actuación que se colorea con las virtudes que, según nuestro Fundador, constituyen el espíritu de los hijos de esta Congregación: la humildad, la sencillez, la obediencia y, además, la disponibilidad, el espíritu de familia, la laboriosidad.

     La comparación con la experiencia del padre Pavoni en aquellos seis años, preludio de sus opciones definitivas, puede orientar nuestro discernimiento precapitular y puede sostenernos en las recomendaciones que el Espíritu del Señor y los signos de los tiempos siguen sugiriéndonos.

     Por lo demás, animémonos para que este 2013/2014 sea verdaderamente, como ya he indicado, un año de especial amor a la Congregación, un año de amor a nuestra vocación, un año de renovadas iniciativas vocacionales.

 

¿Qué podemos hacer? ¿Qué debemos hacer? ¿Qué queremos ser?

     Estas eran algunas de las cuestiones cruciales que escribía en la carta del mes pasado, cuando hablaba del texto de los Itinerarios de reflexión, instrumento de trabajo que ya tenemos en las manos, para la preparación del Capítulo general. Para muchas comunidades de la Congregación este mes de octubre es también el momento de la elaboración de la programación anual. El texto bíblico que inspira el instrumento de trabajo precapitular y las implicaciones que lleva consigo pueden orientar también la redacción de la programación de la comunidad, así como la evaluación de nuestra forma de actuar. No conformándonos a este mundo, sino dejándonos transformas para discernir la voluntad de Dios.

     La exhortación de san Pablo nos remite y halla respuesta en las recomendaciones de nuestra Regla de vida. Los Itinerarios de reflexión ponen de relieve algunos puntos nucleares y críticos que tocan hoy nuestra experiencia y reclaman que realicemos plenamente el proyecto de vida que contiene la Regla; proyecto que hemos acogido y hecho nuestro con la profesión religiosa.

     La programación, que se centra tanto en los compromisos personales como en los comunitarios, se mueve entre lo que debemos y lo que podemos hacer. Trata de conciliar estas dos exigencias, interpelándonos sobre lo que realmente queremos ser. Queremos ser genuinos discípulos de Jesucristo, consagrados a él y al servicio de su reino, como lo fue el padre Pavoni.

     El Evangelio y la Regla, escuchados y meditados diaria y semanalmente, constituyen la luz necesaria que, unida al indispensable sostén de la gracia del Señor, nos permite vivir nuestra vocación en la fidelidad a los consejos evangélicos, en verdadera fraternidad y en la entrega generosa a nuestra misión. Junto con la autenticidad de nuestro testimonio personal y comunitario, tratemos de generar signos que nos permitan ser percibidos como comunidad religiosa pavoniana y, como decía el mes pasado, el calor humano y espiritual de nuestra comunidad.

     Una comunidad que cada vez tiene una mayor capacidad de proponer a los laicos itinerarios de fe y de servicio según nuestro carisma; una comunidad que, en consecuencia, atrae vocacionalmente. Un comunidad que es verdaderamente el corazón de la Familia pavoniana local, experiencia que sigue creciendo, favorecida por la actualidad del carisma pavoniano y por un contexto eclesial reanimado por el papa Francisco.

 

En el mes de octubre

     En este mes comenzamos a rezar regularmente por la buena preparación y la celebración del Capítulo general. Invito a cada comunidad a establecer un día de la semana en el que rezar por esta intención, utilizando las oraciones que anexo a esta carta.

     En Roma, en la Congregación de las Causas de los Santos, está empezando el íter prescrito para llegar a la canonización del padre Ludovico Pavoni. Seguimos rezando y esperando, difundiendo su conocimiento y una sólida devoción al Padre Fundador entre los muchachos y los jóvenes de nuestras instituciones, entre los fieles de nuestras parroquias y entre todos los laicos que se acercan a nosotros.

     El sábado 19 se celebrará en Monza el segundo consejo anual de Federaciones de Antiguos Alumnos Pavonianos.

     El día 24 saldré hacia Brasil para la visita anual a las comunidades.

     Con la Iglesia seguimos celebrando el Año de la fe. Con este intenso matiz viviremos la Jornada misionera mundial e invocaremos a María, auxilio de los cristianos, dando valor también al rezo del rosario (cf. RV 395).

     Con la liturgia la comunidad celebra cada día su fe en el Señor Jesús.

     Que esta fe se manifieste después en la “liturgia de la vida”. Es lo que nos dice nuestra Regla (cf. 175) y el deseo que hago extensivo a todos, con mis cordiales saludos.

 

P. Lorenzo Agosti

 

Tradate, 30 de septiembre de 2013, memoria de san Jerónimo, presbítero y doctor de la Iglesia