Son personas de gran fe y compromiso cristiano.

JORNADA VOCACIONAL EN “LOS DOLORES”

¡No se asusten por el título! No es que esta jornada Vocacional haya sido más “dolorosa” que las anteriores, sino que se realizó en un pueblito llamado “Los Dolores”, muy cerca de “Capilla de Guadalupe” (Jalisco). En realidad, me pareció una de las Jornadas más tranquilas que he vivido: muy buena gente, muy católica, muy buena acogida, un ranchito pequeño y un clima fenomenal.

Como en las otras ocasiones, también esta vez éramos unos 35 religiosos y religiosas, sacerdotes diocesanos y seminaristas los que trabajamos en comunión. A mí me tocó hacer la promoción vocacional en el Rancho San Pedro, junto con la hermana Julia y la hermana Azar.

Por las mañanas, siguiendo el esquema de las otras Jornadas, teníamos la santa misa a las 8 a.m. en la parroquia (por cierto, un templo blanco muy bonito y muy bien cuidado, dedicado a la Virgen Dolorosa), después teníamos el desayuno abundante y exquisito en uno de los salones parroquiales y seguidamente la reunión diaria para programar bien el día y evaluar el día anterior. A eso de las 11 íbamos a la misión para visitar las 30 casitas con las que contaba el rancho. A las 2 p.m. los tres misioneros comíamos en una de las casitas del rancho (muy abundante, variado y sabroso). A las 5 p.m. teníamos el Taller vocacional con unos 25 niños y niñas del sector. A las 7 p.m. la santa misa y el taller con unos 80 adultos y después a cenar en otra casa y a dormir cada uno en la casita que nos habían asignado. Yo me encontré muy a gusto en la casa del señor José Guadalupe y de la señora Claudia. Tanto el matrimonio como sus 6 hijos me trataron como un miembro más de la familia. Son personas de gran fe y compromiso cristiano.

El martes hicimos el panel vocacional con unos 150 jóvenes que tenían una gran disposición y un gran deseo de conocer los diversos carismas que allí estaban expuestos.

El jueves estuvimos en una casa-finca donde frailes, sacerdotes y religiosas jugamos voleibol y fut-beis. Y después de la comida fuimos a un establo cercano a beber un “pajarito” que es leche recién ordeñada, con un poco de cacao y alcohol. ¡Muy rico!

El viernes preparamos el Carro alegórico que en esta ocasión nos tocó el color azul de la Vocación a la Vida Laical y yo me regresé a Lagos a eso de las 3 p.m., junto con la hermana Verónica de las Adoratrices pues yo tenía cita médica a las 6 p.m. y ella debía madrugar para ir a un encuentro de su comunidad. Nos perdimos la marcha de los Carros y la eucaristía final con los abrazos y besos de despedida.

Como se hace siempre, el viernes, me dieron 7 nombres de jóvenes que estuvieron en el panel para hacerles el seguimiento vocacional. Solamente que 4 de ellos no escribieron ni dirección ni teléfono y aún no he podido contactar con ellos. De los otros tres hay uno que ha manifestado que le gustaría ser sacerdote y que desea que le ayude en su discernimiento vocacional. ¡Confiemos en Dios!

Muchas veces nos han repetido que el objetivo de estas Jornadas no es cosechar sino sembrar la semillita vocacional y que, si Dios quiere, quizás más tarde otros hermanos recogerán el fruto de nuestra siembra.

Eso es lo que le pido a Dios, que si es su voluntad alguno de esos jóvenes que he conocido en estos días pueda formar parte de nuestra familia pavoniana; o al menos, que lleguen a ser buenos discípulos misioneros de la Iglesia de Cristo.

Aparte de las Jornadas, estamos abriendo nuestro Albergue a los chicos y chicas de nuestro barrio a través de diversas actividades juveniles a modo de oratorio y también este año me he apuntado como catequista de Confirmación de nuestra parroquia. Seguimos sembrando. Ahora nos toca esperar con paciencia para que esa semilla madure y germine. Pongamos todo nuestro trabajo vocacional en las manos de Dios y pidámosle que no nos cansemos de esperar con paciencia, fe y caridad.