Una buena obra

JORNADA VOCACIONAL EN SAN JOSÉ DE LA PAZ

Una buena obra

La primera semana de noviembre asistí a unas Jornadas vocacionales en el pueblo de San José de la paz, en Jalisco, que es un pueblo a unas tres horas de Lagos de Moreno.

Aunque con un poco miedo a estrellarme o romper el carro, porque llevaba 22 años sin manejar y además no conocía las carreteras, me decidí a llevarlo a ese pueblo. Me acompañaron en el camino dos religiosos de otra Congregación y un seminarista y gracias a ellos llegué a mi destino. Los últimos 8 kilómetros del camino fueron infernales porque se convirtió en una trocha llena de huecos y de curvas.

En el Encuentro estábamos unas 40 Congregaciones, pero quizás porque éramos pocos los que llevábamos carro, me mandaron junto con una monjita a un rancho a una media hora de camino. El nombre de ese Rancho era La Malobra, aunque también le conocían como Nazaret.

Nos contaron que le llamaron así porque allí cerca en la montaña estaban las ruinas de una ermita muy antigua dedicada a la Virgen del Refugio, que en tiempos de los Cristeros fue derrumbada. Decían que los enemigos de los Cristeros organizaban allí bailes y orgías y que por eso la ermita se cayó o quizás la tiraron. No se sabe bien.

Como todos los pueblos de Jalisco, San José es muy hermoso y muy creyente. La iglesia parroquial de San José, que fue la que nos acogió, es preciosa y muy bien cuidada. Tanto el señor cura don Manuel como el vicario don Diego, fueron superacogedores y generosos con nosotros.

San José de la paz, tiene una peculiaridad y es que tiene muchas mansiones que pertenecen a personas que han ido a EEUU y con el dinero que ganaron allí, regresaron a su pueblo y construyeron casas bellísimas y gigantescas. Son tan impresionantes que a una de esas casas la llaman “La Casa Blanca”. Otra peculiaridad es que nadie vive en esas casas, todos viven en EEUU y solamente las disfrutan un mes al año cuando regresan a visitar a sus familiares. La verdad es que yo cuando vi tantas mansiones juntas, cuatrimotos y camionetas a montones, en un pueblo perdido entre las montañas, pensé que nos habían llevado a un pueblo peligroso. Pero eso es lo que ocurre en muchas partes de México: muchos emigran a EEUU a trabajar y otros muchos viven de lo que les mandan desde allí.

En las Jornadas vocacionales que duraron del lunes 6 al viernes 12 de noviembre, teníamos la misa a las 8 a.m., después una pequeña reunión para organizar bien el día y seguidamente a eso de las 10 a.m. cada grupito se dirigía a su lugar de evangelización. La hermana Marina y yo nos encaminábamos al Rancho La Malobra.

Por la mañana visitábamos las casas y les invitábamos a la actividad de la tarde. A eso de las 2 o 3 p.m. íbamos a comer en casa de alguna familia de ese rancho y a las 5 p.m. nos dirigíamos a la capillita de ese rancho para animar a los niños y a los adultos. Allí impartíamos la catequesis hasta las 8 p.m. que regresábamos a la parroquia a cenar y a dormir. Los jóvenes también iban a las 8 p.m. al pueblito para juntarse con los de otros ranchos y así hacer tres días de convivencia en comunión.

Para mí, aunque el rancho se llamara Malobra, el Señor hizo una Buena obra con nosotros, ya que nos acogieron muy bien y fue una experiencia muy bonita de evangelización. Fuimos a evangelizar, pero la verdad es que la fe de ese pueblito y de ese rancho es muy grande y viva y los evangelizados fuimos más bien la Hermana Marina y yo.

La única mala obra o chucaventura fue cuando nos invitaron a visitar las ruinas de la ermita y a tomar agua de un manantial allí cercano. Yo me enganché el suéter en una planta que se la conoce cono Uña de gato y me quedó como si me hubiera atacado un león, aunque yo salí totalmente ileso; y la hermana Marina metió el pie en el puro barrizal y casi deja allí el zapato y la media. Nos contaban que esos parajes es una zona donde abundan las víboras Cascabel e incluso algunos las cazan y venden porque dicen que la carne es buena contra el cáncer. Y también dicen que allí abundan los coyotes y alacranes. Por lo que el susto de ese paseíto fue tremendo. Por lo demás, esa caminata fue otra aventura graciosa que no puede faltar en una misión vocacional.

En cuanto a posibles vocaciones pavonianas, pues los organizadores me dieron 4 papelitos con el nombre de cuatro chicos y estoy poniéndome en contacto con ellos para ver si Dios les llama a formar parte de nuestra Congregación.  Por ahora son adolescentes que muestra inquietud por realizar un proceso de discernimiento vocacional y me reúno con ellos de forma virtual todos los jueves de las 9 a las 10 p.m.

Les pido sus oraciones para que El Señor mande obreros a su mies y pronto podamos ver a numerosos jóvenes en nuestro Seminario Pavoniano de Lagos de Moreno. Me decía un padrecito muy cercano aludiendo a la belleza de nuestras instalaciones y a la falta de vocaciones: “La jaula es bonita, solo faltan los pájaros”. Bueno, esperemos que no lleguen pajarracos sino santos y numerosos pajaritos que se sientan como en su propia casa. Un abrazo fraterno para todos.