Esta ha sido mi primera Jornada vocacional en tierras mexicanas

Lagos de Moreno

JORNADA VOCACIONAL EN SAN JUAN DE LOS LAGOS

Esta ha sido mi primera Jornada vocacional en tierras mexicanas. Llegué a Lagos de Moreno el día 6 de octubre y casi no había deshecho aun mis maletas cuando acepté la propuesta de ir a la ciudad de San Juan de los Lagos para realizar una Semana vocacional en la parroquia La Sangre de Cristo.

Yo no tenía ni idea de qué se trataba esa Semana, pero confiando en Dios y en mis hermanos de Lagos, me fui a esa nueva “Chucaventura”.

Aunque la misión comenzaba el domingo 9 por la tarde, el padre Gino me llevó el lunes a primera hora de la mañana porque el domingo él tenía muchas misas y despedidas en Lagos.

Llegamos a la hora del desayuno… ¡Un desayunazo! Nosotros, ese día solamente tomamos un tintico y después Gino regresó a Lagos y yo me quedé solito tratando de hacer algún amigo lo más rápido posible.

En la reunión de programación del día nos dividieron por barrios, que aquí llaman Colonias, y nos enviaron de 4 en 4 a visitar las familias de ese sector. A mí me tocó compartir misión en la colonia San Martín con el padre Juan Pablo Ríos (animador vocacional de la diócesis de San Juan), la hermana Bethyna de las Siervas de Jesús Sacramentado y la hermana Verónica de las Adoratrices Perpetuas Guadalupanas. Todos muy buenos compañeros.

El p. Juan Pablo y yo elegimos una calle y las hermanas la otra calle paralela y comenzamos el visiteo. Algunas familias nos recibían en la entrada de la casa y otras nos invitaban a pasar; pero todas nos acogieron con mucha fe, alegría y cariño.

Después del visiteo íbamos a comer en casa de algún líder parroquial (catequistas…) y allí también la acogida y las viandas eran siempre excelentes y abundantes. Creo que ya he engordado un par de kilitos.

Por la tarde, preparábamos los talleres de los niños y a las 6 p.m. íbamos a la capillita de ese sector a impartir el Taller vocacional a los niños y después realizábamos también un encuentro con las familias (misa, rosario, adoración, …).

A las 8 p.m. íbamos a cenar en casa de otro líder parroquial y a eso de las 10 p.m. nos dirigíamos a la casa del tercer líder parroquial para dormir y descansar.

El padre dormía en la Casa cural, las hermanas en la casa de la señora Estelita y a mí me mandaron a la casa de don Marianito. Yo pensaba que esa casa estaría habitada, pero el primer día el señor Marianito me dio las llaves de la casa y me dijo, Bueno, estará usted solito. Si tiene alguna dificultad pues me llama. Este es mi teléfono. Que tenga buena estancia en esta humilde su casa.

El primer día entré en la casa a oscuras. No sabía ni donde estaban las luces. Me encontraba perdido… pero como estaba cansado me fui a la enorme cama matrimonial que me había indicado don Marianito y me acosté. La casa estaba llena de imágenes y cuadros religiosos y de fotografías de familiares de don Marianito. Nada más entrar me encontré una estatua grandísima de San Martín de Porres y otros miles de objetos. Por la noche me levanté al baño y como no sabía dónde estaba la luz tropecé con la mesa del salón y sonó bien duro. Entonces de repente se encendió una jaula que estaba colgada en medio del salón con un par de pajarracos mecánicos que se iluminaban, se movían y cantaban feo. Casi me da un infarto porque eso parecía como película de Hitscol.

Al final encontré el interruptor y, ya con la luz encendida, recobré el aliento. A la mañana siguiente, con unas legañas tremendas, se lo conté a las monjitas y se reían. Pero así hice el visiteo y lo demás.

El jueves por la tarde tuvimos el Panel vocacional también espectacular: un auditorio gigantesco lleno de jóvenes, desfile de religiosos, baile, presentación, lonas vocacionales, …

El viernes no hicimos visiteo, sino que todos los religiosos y sacerdotes diocesanos fuimos a conocer la cuidad en un trencito turístico (vimos el Santuario de la Virgen de San Juan y el Santuario del Niño del Cacahuate, muy chiquitín) y por la Tarde a comer y a disfrutar del impresionante Balneario “Acualandia” (nunca había estado en uno tan grande y tan bonito). Yo no me bañé a pesar de que las aguas eran termales y templaditas porque se me olvidó la pantaloneta en la casa de don Marianito. Pero disfruté jugando dominó con unas monjitas bien simpáticas.

El sábado por la mañana adornamos los Carros Temáticos. Cada carro, bien dispuesto con globos, cintas, sonido, trajes típicos, representaba una vocación: Vocación a la Vida, a la Vida Cristiana, a la Vida laical, a la Vida religiosa y a la Vida sacerdotal. A los de San Martín nos tocó el carro de la Vida Laical, el azul, ¡Los mejores! Yo iba subido en la caja de la camioneta con seis niños pequeños vestiditos de matrimonio, catequistas, enfermeras, … y con un micrófono en la mano me pasé la hora de recorrido animando con porras, canciones, gritos, vivas. Quedé medio afónico. Menos mal que los niños me ayudaron un poco. Los demás iban detrás del carro con banderas, globos, pancartas, …

Llegamos al templo de la Sangre de Cristo a las 6 p.m. y tuvimos la Eucaristía final de nuevo en el auditorio de la parroquia, lleno de niños, jóvenes y matrimonios… y también de globos y banderas de diversos colores y … después de la misa, a las 8 p.m., me vino a recoger el hermano Julián y regresé a Lagos.

Fueron las primeras Jornadas vocacionales mexicanas y quizás por eso serán siempre las más bonitas o al menos las más recordadas. Creo que lo de la jaula no se me va a olvidar nunca.

El día 6 de noviembre, si Dios quiere, iré a “San José de la paz” para unas nuevas Jornadas. Le pido a Dios que encuentre tanta acogida, fe y alegría como las que viví en San Juan.

Disculpen este artículo un poco larguito, pero espero que al menos les haya hecho reír un poco.

Un abrazo a todos.