“Una Luz Brilla en las tinieblas”

CAMPAMENTO JUVENIL PAVONIANO 2022

“Una Luz Brilla en las tinieblas”

 

Del 7 al 11 de enero del presente año 2022, un grupo de 38 jóvenes de las comunidades pavonianas de Villavicencio y Bogotá, disfrutamos de un hermoso Campamento juvenil en la finca de la señora Nelly Gutiérrez, en Cáqueza (El alto de la Cruz).

El lema del campamento de este año fue: “Una luz brilla en las tinieblas”. El 6 de enero, día de la Epifanía del Señor, recordábamos como una estrella había guiado a los Magos hasta el portal de Belén. Nosotros queríamos buscar esa estrella y seguirla hasta el encuentro definitivo con Dios en el Cielo.

Por eso el primer día hicimos una dura caminata hasta lo alto de una montaña donde estaba esperándonos la imagen de la Virgen del Carmen (la estrella del mar y de todos los peregrinos). Mientras caminábamos en grupos, fuimos meditando sobre las tinieblas que nos rodean y las que están dentro de nuestro corazón y recordamos los cinco pasos del Sacramento de la reconciliación (También hacíamos pruebas. Por ejemplo en la estación del Dolor de los pecados tuvimos que caminar 10 minutos descalzos para experimentar un poco de dolor).

Por la tarde un joven de cada grupo renovó su Bautismo atravesando la piscina de la finca. Luego se pusieron la vestidura Blanca, encendieron el cirio,… y de esta forma recordamos que gracias al Sacramento del Bautismo somos hombres y mujeres nuevos/as y hemos recibido la luz de Cristo para trasmitir esa fe de generación en generación.

Por la noche vimos la película de los “Cristeros” en la que se relata el problema de los mártires en México, en tempos de un gobierno comunista que prohibió las celebraciones litúrgicas católicas. Ellos murieron diciendo “Viva Cristo rey”. Y es que los santos, como Pavoni, son una luz multicolor y nos enseñan a ser antorchas encendidas hasta entregar toda nuestra vida a Dios y a los hermanos.

Al día siguiente, domingo, fuimos caminado hasta Cáqueza (unas dos horas de recorrido) y además de conocer ese hermoso pueblo de Cundinamarca tuvimos la dicha de participar en la eucaristía de las 4 p.m. (cantamos, leímos las lecturas,…) en la majestuosa basílica de la Inmaculada. La eucaristía es el más grande de los Misterios Luminosos en el Jesús se hace uno con nosotros a través del pan y el vino convertidos en su cuerpo y en su sangre. Después de la misa el p. Yarold, párroco, compartió media hora con nosotros respondiendo a todas nuestras preguntas. Nos recordó que para ser fieles a Dios debemos orar mucho y aprender a manejar nuestros sentimientos.

Por la noche, tumbados en el suelo mirando al cielo, el hermano Jesús nos hizo una linda reflexión sobre las estrellas: “Cada vez que nace un niño es como si una estrella bajara a la Tierra y cuando morimos, si hemos sido fieles a Dios, esa estrella subirá de nuevo al cielo y desde allí nos iluminará para toda la eternidad”.

El lunes no salimos a pasear sino que por la mañana hicimos un juego en la piscina con 49 pelotas de colores. Cuatro miembros de cada equipo debían hacer olas con la mano en un lado de la piscina y del otro lado esperaban otros 4 miembros para recoger las pelotas del color que indicara el monitor. El equipo que antes recogía las 7 pelotas se ganaba una frase bíblica sobre las estrellas y un punto. El equipo que más puntos conseguía se ganaba el premio (unas ricas gomitas y un fuerte aplauso). Yo fui uno de los vencedores, pero lo importante no fue el premio sino todo lo que aprendimos con las frase bíblicas y la alegría de compartir un ese juego divertido.

Por la tarde hicimos una Lectio Divina con el evangelio del ciego Bartimeo (el ciego de Jericó). Todos nosotros estamos ciegos cuando cerramos los ojos a la Verdad; pero El siempre pasa a nuestro lado y nos pregunta “¿Qué quieres que haga por ti? Y cuando postrados a sus pies le pedimos a Jesús con fe: “Señor, que vea”, entonces Él nos devuelve la vista y una gran luz ilumina nuestra vida para ser capaces de seguir al Maestro con alegría.

Y por la noche tuvimos la Lunada de despedida. Hicimos una linda fogata, pero comenzó a llover ligeramente y tuvimos que refugiarnos en la casa, sin embargo las canciones de Milton y Nicolás nos alegraron la velada. (Allí Milton compuso la famosa canción “¡Casi me muero!”, dedicada a Daniela).

La verdad es que casi todo resultó bien, excepto el cansancio de dormir en Tiendas de campaña, el tener un solo baño para todos y la aventura del último día cuando tuvimos que esperar hasta las 7 p.m. para coger el bus que nos llevaría de nuevo a Bogotá.

Ahora, a finales de enero, comienza un nuevo año escolar, se reanudan los trabajos y las actividades parroquiales, la convivencia en la familia, los problemas del barrio,… y las tinieblas querrán apoderase de nuestro corazón ¿Seremos capaces de trasmitir la luz que Jesús nos ha regalado? ¡Seguro que sí… pues contamos con la ayuda del Sol que nace de lo alto!

Un abrazo a todos.