Los jóvenes Saiano dejaron los regalos... ¡Dios hizo el milagro!

Le decía al grupo juvenil de nuestra parroquia que hacen de reyes pavos en la oración de envío que esa tarde no iban a regalar un simple juguete, iban a regalar un trocito de Dios. El amor de Dios, estuvimos pensando un poco, no se consigue, se recibe. Desde la gratuidad, desde la fe, no desde si me lo merezco o no... Ay, Dios, cuántas cosas nos han metido, con buena voluntad, en nuestras cabezas y había que sacar... Pero vamos a lo que nos atañe.

91 niños, 279 paquetes. Todo un reto. Primero el padre Fernando poniendo un poco de orden en tanto juguete. Después la Toñi “enfadando a su lavadora” con tanto trabajo extra, a continuación, los jóvenes seleccionando, tirando, poniendo pilas, arreglando, envolviendo y, finalmente, el que os escribe designando cada regalo a cada niño.

Seis grupos, seis recorridos (agradecemos a Evelio-marido de Toñi- la excelente organización y distribución de calles, zonas...) pateamos todo Vicálvaro (incluido Valderribas). Pisos, la mayoría sin ascensor, un cuarto, un tercero, otro cuarto… Madre mía, menos mal que al llegar a la puerta y abrirnos, el cansancio desaparecía... Los jóvenes dejaban el regalo y Dios... ¡se encargaba de hacer el milagro!

Una tarde inolvidable, una bendición de Dios. Vicálvaro, está lleno, o al menos en nuestra parroquia, en nuestro centro, de personas agradecidas y eso es hermoso y, humanamente, te llena. Cuánto tenemos que agradecer a Dios que no se cansa de bendecirnos y regalarnos a manos llenas su amor, su misericordia, su paciencia, su perdón… ¡Gracias, Señor!