A nuestra mamá y a nuestra querida Madre, María

En esta situación de crisis sanitaria, económica, social... lanzábamos desde Vicálvaro a los niños de catequesis un video en el que Natalia, una joven Saiano, nos enseñaba a hacer una flor. En este caso eran dos, una para cada mamá... La respuesta ha sido, como veréis, masiva. Una bonita actividad que se ha convertido en una hermosa plegaria que, sin ninguna duda, ha sido escuchada por nuestra querida Madre. Os dejo una carta dirgida a María ante esta situación que estamos viviendo.

 

¿HABRA ALGO PEOR QUE ESTE VIRUS?

De confidencias con mi Madre

 

Querida Madre….

 

Tú sabes de sobra lo que está pasando en el mundo. Un virus, una pandemia, miles de muertos, una reguera de dolor, de sufrimiento… y una pregunta que últimamente no me deja tranquilo… ¿Habrá algo peor que este virus?

 

Tú sabes Madre que pasará esta desgracia y volveremos… habrá reconocimientos al sector sanitario, a las fuerzas del orden y a tantas otras personas que han sacado a relucir su generosidad… reconocimiento, sin lugar a dudas, merecidísimo. Habrá gente que pida cabezas de turco y ahí entrará otra vez la política y la dichosa guerra de ideologías… Llenaremos las calles de abrazos, los barrios de prisas, los colegios de evaluaciones tardías, los parques de alegría infantil, los estadios de aplausos, hasta las iglesias de rezos y romerías.

 

Pasará el virus y volveremos… Más fuertes (para algo servirá la encerrona en casa) Más inteligentes (daremos, al fin, con el diagnóstico y el tratamiento de esta indeseable enfermedad) más previsores (la lección nos servirá para algo, vamos, eso pienso).

 

Pasará, Madre, esta pandemia y volveremos a sacar cabeza y después del primer tirón, ojalá que no olvidemos que un día apareció un virus que nos mostró nuestra fragilidad, nuestra vulnerabilidad, la gran debilidad del ser humano.

 

Querida Madre, ¿habrá algo peor que este virus? Sí, sin ninguna duda, ese metro o, mejor dicho, ese kilómetro de separación que el mundo sigue empeñado en mantener con Dios.

 

PD. María, tú que estás tan cerca de Dios, tú que probaste en tus propias carnes, en tu propia vida que para Él no hay nada imposible… enséñanos “a no ser tan cabezotas” y a darnos cuenta de que Dios siempre tiene, y menos mal que es así, la última palabra. JME