Experiencia de servicio y solidaridad de nuestros jóvenes de Vicálvaro

La casa de la Misericordia (Granada) la llevan los esclavos de María y de los pobres. Tienen dos casas: una para los chicos (con alteraciones físicas y psíquicas) y otra para los voluntarios. De ahí el título. Descubrir a Dios en cada persona, sacarle del sagrario, descolgarle de la cruz, sobre todo si se trata de los últimos, de los más necesitados, de los pequeños, de los que tanto habló Él en el Evangelio. Y es que no tengo ninguna duda de que Dios ha hablado a cada uno de mis chicos. A cada uno de una manera. Y les ha hablado a través de Gorito y de Salado, y de David Chico y de Vicente y de... y de todos y  cada uno de ellos. Cada uno es un tesoro, como tú y como. Dejemos los prejuicios, normalicemos la discapacidad, no pongamos más límites de los que tienen, dejémonos sorprender... ¡Cuánto tenemos que agradecer a Paco!

Un antes y un después. La experiencia en Granada que nos ha tocado a todos el corazón no puede ser como los fuegos artificiales (que alumbran mucho pero que en unos segundo se apagan). No, que sea un antes y un después pero de verdad, para ser más y mejores personas. Estoy convencido de que así será.

Agradecemos a Dios los regalos que Él sigue dándonos inmerecidamente. La experiencia en Granada es uno de ellos, un peazo regalo, sin ninguna duda.

La playa a la que fuimos con los chicos, las visitas, las misas, las noches, los encamamientos... todo eso queda en un segundo plano. Lo verdaderamente importante es el tiempo, la ilusión y las ganas que hemos puesto con cada uno de los chicos. ¡¡¡ESO ES LO QUE NOS TRAEMOS PARA VICÁLVARO Y PARA NUESTRAS VIDAS!!