En el corazón de todos nos queda la sensación de haber vivido una experiencia única

Sin duda que el verano es una ocasión excepcional para experiencias de todo tipo, cultura, descanso, ocio, playa, sol… y sobre todo cambiar de ritmo y entrar en una dimensión recreativa de las cosas. Todas las cosas, situaciones y relaciones, a veces desgastadas durante el año, cobran nuevo brillo, porque las miramos de otra manera. Así ha ocurrido en el Campamento de Cóbreces 2018, en el albergue de la Abadía Cisterciense de Sta. María de Viaceli, donde 27 chavales de los grupos de confirmación de la parroquia San Ildefonso de La Cistérniga, con 12 monitores han tenido la suerte de recuperar el brillo y la novedad de la catequesis y la importancia del grupo. “Al calor de la amistad” ha sido el título del campamento, precisamente dirigido a una generación un poco complicada, en la que los chavales nos ven a veces como rivales y aparecen como enfadados con el mundo. Poco a poco, a través de las diferentes actividades, hemos conseguido ganar a estos chavales, y la evaluación ha sido muy positiva.

Comenzamos el día 30 de julio, con el viaje, los juegos, la velada… y terminamos el día 6 de agosto con el bañador puesto y recogiendo a toda prisa la casa que nos acogió.

Han sido días en lo que ha habido un poco de todo, música, teatro, disfraces, playas variadas, olas, remansos, mares en calma, paisajes, excursiones a Comillas y a Santillana del Mar, paseo en barca por la bahía de Santander, juegos como el Beisbol Cóbreces y el Cuábreces, talleres preciosos, rastreos, ginkanas, juegos de misterio… Cantabria da mucho de sí, como dice Revilla, y juntos hemos descubierto miles de posibilidades de pasarlo bien. Sin duda, unos días para el recuerdo y para memoria, y sobre todo lo que hemos visto crecer y caminar a estos chavales, que sin quererlo, son un poco más responsables, más maduros, más cercanos, más queridos…

En la mente de todos queda grabado el atardecer en el acantilado del Bolao, el paseo en barca por Santander, la velada final llena de sorpresas, la traca, las firmas en la playa, en la formación y en el autobús, los buenos deseos de unos para con otros, el cariño mutuo… y tantos y tantos momentos. Efectivamente, la mar estaba salada, y también vosotros lo habéis estado.

Algunas pequeñas sombras, como los sustos de la mar, las noches indómitas, los vómitos y gastroenteritis de algunos, la lluvia del primer día, las prisas en algunas cosas… y quizá el remordimiento de no haber vivido más profundamente y con más intensidad la experiencia. “Carpe diem”, nos decía la película. “Coged las rosas mientras podáis”. Recordad chicos, que los en esta parroquia, con sello propio y con propia identidad, nosotros debemos ser gente del “vamos”, no del “pero”, y gente que se compromete y que arriesga por los demás. Juntos, podemos mucho. Así lo habéis demostrado. Que la vida nos regale muchas oportunidades para seguir creciendo, para seguir disfrutando y para bañarnos juntos. Os esperamos en septiembre con un montón de sorpresas y de retos.

Desde estas líneas agradecer el buen hacer de los monitores, las ganas, la ilusión, la fuerza, la convicción, la generosidad… que sin duda son sin comparación. Agradecer también la confianza que ponen las familias en nosotros, en un momento tan complejo del crecimiento de estos chavales. Nos habéis confiado lo mejor que tenéis, que son vuestros hijos, y eso habla mucho de vuestra confianza en la parroquia.. Y sobre todo, agradecer a los chavales la implicación y el compromiso con el funcionamiento del Campamento. Con vosotros y para vosotros, merece la pena. ¡¡¡Lol!!!