No podemos callar esta buena noticia: ¡Jesús ha resucitado y nosotros somos testigos! Desde la noche del sábado, esta buena noticia se difunde alegre y abiertamente, desde los chat, los grupos de wassapt… una noticia que llena el tiempo y el espacio, que nos hermana en la diversidad, que nos reconcilia con el tiempo y con nuestro pasado.
Entre los que iban y venían, hemos llegado a 100 personas este año. 96 inscritos y los otros fluctuando. Todos con un mismo corazón y una misma alma, a veces, desde la organización, con la sospecha de que “esto” se nos escapaba de las manos, y con la conciencia de que ésta era la Pascua de Jesús y sus amigos, y era Él el que llevaba la batuta.
Las motivaciones, podemos imaginar que diversas pero coincidentes. El deseo de revivir un año más esta experiencia. Los jóvenes, como siempre, estupendos, dando lo mejor de sí mismos, aunque de vez en cuando haya que sacudirlos y provocarlos. Los adultos, a la altura, cada vez más jóvenes con los jóvenes.
Este año, en consonancia con Sínodo de Obispos sobre “los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”, que hemos adaptado con el ya famoso “siente, cree, salta”, pensamos en dar la impronta de la inminencia, del ahora, del ya… “Esta es tu hora”, leíamos en varios sitios, la hora de Jesús, la hora de la pasión y de las tinieblas y también la hora de la Resurrección, pero también nuestra hora, la hora de saltar, de lanzarnos, de abrirnos a la vida.. Y así, con el reloj, y unas citas a cada hora, comenzamos la andadura de la Pascua 2018 en el Colegio, poniendo citas a todas las horas.
El Jueves, “hora de sentir”. Hora de sentir la vida, la amistad, el amor fraterno, la presencia de Jesús, hora de sentir los colores del equipo, de vibrar de emoción… la hora de los sentidos y la hora de la entrega. La catequesis y el trabajo de grupos en el que tocamos la imagen de Jesús de la iglesia parroquial, dieron paso a una celebración cargada de sentido donde un sintecho nos fue guiando, y a la cena compartida con la que estrenamos el nuevo Centro Juvenil como restaurante, un poco apretados pero bien. Y por la noche, la noche de los sentidos, donde cada grupo se adentró en un par de ellos en una experiencia singular llena de detalles y signos. Por la noche sentimos y nos identificamos con un panecillo, recordando que la vida es para darla.
El Viernes Santo, recordamos que “es hora de creer”, de apostar fuerte, de vivir con pasión. El precioso viacrucis que nos preparó Lola con las jóvenes promesas “estatuas vivientes”, nos introdujo en el misterio del sufrimiento y de la muerte. Impresionante el silencio y la complicidad de los jóvenes, y ver cómo entre todos llevaban la cruz a la Iglesia. Después de la impresionante celebración del viernes santo, había una actividad sobre “las cosas de Jesús” en la ciudad, pero el tiempo nos impidió salir y vimos la película “Cien metros”, también muy elocuente y sugerente para este día de Viernes Santo.
El Sábado Santo, con la frase “Fili conserva tempus” que rezaba en la esfera del reloj de San Bernabé, visitamos varios relojes de Valladolid: el del IES Zorrilla, San Andrés, el Círculo de Recreo, la Casa del Reloj, la Renfe, los Filipinos, las Isabelas… y muchos tuvieron la oportunidad de subir al reloj de la torre de la Catedral, y contemplar las vistas estupendas. Toda una experiencia que nos sirvió para valorar el tiempo como una oportunidad para crecer, para sentir, creer y saltar. El tiempo, que a veces vivimos como algo frenético, es un regalo, un don de Dios, una oportunidad maravillosa. Y después de las fotos de rigor, comenzó la cuenta atrás para la Vigilia de Pascua: trabajo de grupos, preparación de la Vigilia, la preciosa dinámica “salta”… y todos a dar el salto de la muerte a la vida, del hombre viejo al nuevo, del pesimismo a la ilusión y a la alegría. La Vigilia comenzó a las 23 h., también llena de símbolos, con el paso del mar Rojo, dos bautismos, la entrega de pulsera Saiano a 52 jóvenes que dentro del proceso Saiano daban un paso más, globos, fuegos, alegría… y zumba para finalizar la noche sobre las 4 de la madrugada. Algunos se desmelenaron ligeramente con el zumba que hizo furor en los pascueros más jóvenes.
El Domingo de Pascua, rematamos la faena con la procesión del Encuentro, la misa de Pascua, las fotos de grupo, el exquisito pollo asado, el anuncio de una boda y los besos de despedida. Colegio y parroquia de la Cistérniga quedaron como un erial, como si hubiera pasado Atila con los Unos, pero todos contentos de haber vivido esta experiencia fuerte y entrañable que sin duda quedará marcada en nuestro recuerdo. Preguntaba uno de los nuevos al finalizar: Y esto, ¿lo hacéis todos los años?. Evidentemente, todos los años, porque la Pascua es el corazón de los grupos Saiano, es la experiencia fuerte donde recuperamos nuestra adhesión a Jesús, donde nos ponemos en marcha, donde experimentamos cosas más fuertes…
Gracias a todos los que hicisteis posible esta experiencia un año más, desde tantos puntos de vista, desde el trabajo sencillo y bien hecho, desde nuestras limitaciones, pero también desde nuestra fe. Merece la pena contar con vosotros. Gracias jóvenes por acercarnos una vez más a Jesucristo, el eternamente joven. No dejéis de soñar y de saltar. Es ahora, tiempo de saltar. Nos vemos en la Marcha.