Casi con dos meses de retraso, colgamos las fotos de esta bonita experiencia

Este año, la participación en el Encuentro Europeo de Taizé en el fin de año, ha sido una experiencia llena de sentido por la acogida, el espíritu de Taizé y sobre todo porque el próximo año, este Encuentro será en Madrid. Fuimos doce los que participamos en este Encuentro, venidos de La Cisténriga y Albacete.

Salimos de Madrid el 27 de diciembre, rumbo Bruselas, que es donde hicimos escala tanto para ir como para volver. Gracias a la hospitalidad del sr. Hans Peter Probst, pudimos ir un día antes y acomplarnos así al horario del Encuentro. Exquisita la hospitalidad y la acogida en un centro de la Iglesia Reformada, y deliciosa la cena de espaguethi que nos prepararon él y su esposa. Al estar tan cerca del centro, aprovechamos para ir hasta la catedral y las calles más céntricas y dar una vuelta por Basilea. Otra cosa sería la acogida en las familiar. Fuimos acogidos en Flü, a cierta distancia de Basilea, pero con un tren muy cómodo. Allí nos distribuyeron en familias de las parrqouias cercanas. A pesar de la distancia, hay que decir que la acogida también fue exquisita, y disfrutamos mucho de la estancia en las familias, aunque un poco apretados.

En Basilea, el ritmo era diferente. La ciudad llena de jóvenes venidos de todas partes de Europa. El canto, la oración, la belleza, el silencio, los monumentos impresionantes... el fin de año en otra cultura y en otro lugar... Una experiencia para no perderse. Y cada tarde al Jakobshalley, un pabellón enorme que acogía dos de las oraciones divididas en grupos. Allí encontramos nuestro pequeño rinconcito para cenar un poco más calientes y recogidos. 

Visitamos Mariastein (María en la roca), uno de los lugares más emblématicos de la Suiza católica, y allí vivimos el fin de año, esta vez sí que podemos decir que rezando.

El día 2 de enero salimos hacia Berna, preciosa ciudad donde nos acogió el dr. Bernhard Waldmüller, muy amable que hasta nos dio la propina para comer en esta ciudad. El sitio estupendo, también muy céntrico. Allí nos esperaba Wolfrang, un amigo que, con su  hija, nos explicó Berna lo mejor que pudo, enseñándonos todos los rincones interesantes de esta bonita ciudad que se puede atraversar por soportales de cabo a rabo sin mojarse. Impresionante la catedral, las diez doncellas, la historia de los osos... y sobre todo el callejeo por las calles de esta encantadora ciudad fundada por el duque de Zähringen. La catedral (Berner Münster) con sau famosa torre de 100,6 m. nos impresionó a todos.

El miércoles 3 de enero, el tren nos llevó con graves dificultades a Lucerna. La nieve había atascado todas las vías y el viaje fue un auténtico viacrucis. Allí, el dr. Agnell Rickermann en la parroquia de San Leodegart nos prestaba un sitio céntrico a no poder más. El lago y la belleza de esta ciudad de la que no pudimos disfrutar mucho tiempo a causa del viaje tan accidentado, nos soprendió gratamente. Precioso el Puente de la Capilla, la ciudad vieja, la Torre del Agua, el monumento al León herido conmemorando la muerte de los suizos que durante la Revolución Francesa defendía las Tullerías, las gaviotas, patos y cisnes comiendo todo lo que pillaban... En fin, una ciudad para el recuerdo donde nos pretrechamos de souvenirs varios, hay que ver qué caros, todo hay que decirlo. Suiza es sin duda, uno de los países más caros de Europa. 

Personalmente, lo que más me gustó fue Basilea, la catedral románica, los miradores hacia el Rhin, el paseo por las calles, el recuerdo de Erasmo, el museo de arte... Allí, dentro de la organización de Taizé hicimos una ruta por "lo misionero de Basilea", descubriendo rincones muy interesantes.

El hno. Alois, el día 30 nos anunció el lugar del próximo Encuentro: Madrid. En esta ocasión serermos acogedores y acogidos, y podremos disfrutar del espíritu de Taizé en nuestra tierra, bien cerquita. Ojalá que los valores que promueve esta experiencia, se extiendan a muchos, y que esta peregrinación de confianza siga contruyendo una nueva Europa con los jóvenes.