En el centenario de las apariciones la parroquia de La Cistérniga de excursión a Fátima

El pasado 13 de octubre se celebró el centenario de la última aparición de la Virgen María a los pastores de Fátima, Francisco, Jacinta y Lucía, y precisamente ese día, allí estuvimos, en la explanada de la Basílica, bajo un sol de justicia, en la misa de clausura en la que el Papa Francisco nos dirigió la palabra a través de un video de saludo. 64 peregrinos, procedentes de las parroquias de Villavaquerín, Villabáñez y La Cistérniga. Miles de peregirnos abarrotaban la explanada del Santuario, y a ellos nos sumamos nosotros con la misa y el rezo del rosario mientras caminábamos hacia las ofrendas de velas y participábamos de este ambiente de fiesta, del Adiós a la Virgen y de la emoción contenida de tantos y tantos peregrinos. Precisamente ese día se conmemoraba el famoso "milagro del sol", que presenciaron en ese lugar 70.000 personas según crónicas de la época. Nos dejamos llenar por el espíritu mariano de aquel lugar que identifica tanto a esta nación vecina, Portugal. Desde allí nos pusimos en camino hacia la ribera de Lisboa, en Setúbal, donde pernoctamos y pudimos ver que efectivamente era un pueblo con mucha marcha, cosa que comprobamos al día siguiente con unos taxis que iban volando de aquí para allá, vamos como una montaña rusa y un miedo de cuidado. 

En Lisboa, de la mano de Filippa, pudimos pasear por esta hermosa ciudad, el monasterio de los Jerónimos, la torre de Belém, los famosos pastéis de Belém... y el aire colonial de esta ciudad, sus calles y plazas, su gente, sus negocios siempre apunto, los cafés, los helados... Ciudad hermosa donde las haya, con rincones entrañables, iglesias preciosas y calles llenas de bullicio y de vida. Desde lo alto del ascensor modernista, Lisboa a nuestros pies. Desde el puerto, la ría y el mar, con los ecos de ultramar. Paseamos ampliamente, comprando pongos y diversos lugares. Realmente hermosa Lisboa.

Por la tarde, nos acercamos a Sintra, al palacio Real, las callejuelas, los pongos, las tiendas de telas... después a la Boca del Inferno y todo el acantaliado atlántico, que nos sorprendió por su belleza. Allí algunos valientes fueron hasta el límite, en un precioso atardecer. Y para rematar Estoril, donde los más valientes entraron en el casino dipsuestos a darlo todo. A Dios gracias no hubo ocasión, pero contemplamos con cierta "pena" el ambiente de este lugar tan emblemático, refugio de reyes destronados de Borbones, Orleaáns, Saboyas... y de las negociaciones de don Juan con Franco.

El domingo, tuvimos ocasión de acercarnos a Óbidos, de la mano de Filippa, sus calles, sus templos, velatorio incluido, los pongos y paquecos que hicieron la delicia de todos los peregrinos. Contentos con las compras, nos dirigimos a Coimbra, donde visiamos la Universidad y bajamos desde allí andado hasta la parte baja de la ciudad, donde comimos. 

Acabamos la peregrinación la eucaristía en nuestra casa de Salamanca, cantando el Ave María de Fátima, y pidiendo a la Virgen su bendición, mientras Portugal y Galicia ardían en interminables incendios.

Agradecer a todos los peregrinos, el buen ambiente, la versatilidad, y la capacidad para encajar dificultades y sobre todo el buen humor. Nos volveremos a embarcar en la excursión de abril por el Norte de Italia.