Breve crónica del Camino de Santiago, Ruta del Norte, para jóvenes de la parroquia

Harían falta muchas páginas para contar todo lo vivido y descubierto en el Camino de Santiago siguiendo la Ruta del Norte. Sabemos que lo que lo que contamos es sólo una pequeña parte de lo mucho vivido y aún así lo hacemos para que nada se pierda de esta rica experiencia en la cual hemos conocido el Camino de Santiago, nos hemos acercado a la vida de los peregrinos, y sobre todo hemos descubierto un poco más de nosotros mismos. Experiencias que quedan para el recuerdo y para la memoria del corazón. Para los adultos, ha sido un verdadero placer ver cómo los jóvenes, día tras día, se han ido superando, creyendo en sí mismos, apostando por la aventura… El día 18 de julio, a las 20 h. procedíamos a uno de los ritos que proceden del Códice Calixtino: la bendición y el envío de peregrinos. Lo hacíamos como comunidad parroquial, dentro de la misa de la tarde, entregando a los peregrinos el bordón, la vieira y la credencial sellada con la parroquia de origen, la nuestra. Procedíamos también a otro rito si se quiere necesario: el pesaje de las mochilas para certificar que efectivamente no llevábamos sobrepeso ni cosas superfluas… Algunos tuvieron que sacar todavía cosas.

Y así, con la bendición y mucha ilusión, comenzábamos el día 19 nuestro camino. En autobús hasta Oviedo, allí la Cámara Santa, la Sancta Ovetensis, las calles de Vetusta, como la llamó Alas Clarín… Una ciudad preciosa que nos recibió con un sol espléndido y por la tarde a La Caridad, donde comenzamos el primer tramo hasta Valdepares. El Camino del Norte nos brindó también la posibilidad de bañarnos no sólo en esta bonita localidad, sino también en Ribadeo. Y ahí, después de una noche casi en blanco en el pabellón polideportivo, comenzó de verdad el camino. No voy a recorrer cada etapa, las cuestas, los descensos, los caminos casi perdidos, los paisajes…  Lourenzá y su precioso monasterio del Salvador, Abadín y Santa María, Vilalba siempre tan animada, la terra Cha, Goiriz y el precioso cementerio que invita a dormir allí el sueño eterno, Baamonde con su triple cruceiro, Sobrado dos Monxes con el impresionante mosteiro y las completas con los monjes, Arzúa en un 5 estrellas, y la dureza del camino hasta Arca, Pedrouzo y el Monte do Gozo. El último tramo lo hicimos acompañados de otros cuantos que se sumaron y quisieron vivir con nosotros el final de la aventura. Y Santiago, siempre llena de vida, una ciudad santa, alegre y abierta, cargada de sorpresas y de rincones mágicos.

Quizá más importante que la meta, han sido las etapas y lo que hemos ido descubriendo en cada una de ellas. Que la vida es como un camino en el que somos felices cuando caminamos con otros y hacemos los hacemos felices a su vez. Que a veces hay atajos, cruces, despistes… equivocaciones… que exigen dar la vuelta y desandar el camino, y cargarnos de kilómetros, pero nada, nada como la decisión de seguir juntos adelante, y de reencontrar el camino. Un hermoso paisaje, los riachuelos, meter los pies donde se puede, refrescarse, una fuente… todos son símbolos que encuentran correlato en la vida. Hemos descubierto también la amabilidad de las gentes, todavía hoy, que te desean: ¡Buen camino! Cuántas personas, cuánta generosidad, desde los hospitaleros hasta los cocineros… Hemos descubierto también a otros peregrinos, cada cual con sus preocupaciones, sus miedos, sus esperanzas… Todos necesitamos hacer un alto en el camino, pararnos cuando estamos cansados, reflexionar, soltar la mochila… pero luego es necesario reemprender la marcha. Un alto en el camino a veces se hace necesario. También hemos descubierto que para caminar por la vida hacen falta pocas cosas. En 5 kg hemos metido toda nuestra vida. No debemos cargar con cosas innecesarias. Hemos descubierto de cuántas cosas podemos prescindir, hasta del móvil. Algunos han llegado hasta descubrir que en el Camino,  no se puede exigir nada: todo es gratuito y por eso hay que acogerlo y cuidarlo. Y el encuentro al caer la tarde, que nos devolvía la paz y nos ayudaba a buscar sentido a los kilómetros recorridos, y a encontrarnos con Jesús, que se llamó a sí mismo Camino, Verdad y Vida. Y lo más importante del Camino es que hemos visto que somos capaces de mucho más, que lo que realmente camina no son las piernas, sino el corazón, y la cabeza y el alma.

La llegada a Santiago el día 28 de agosto, después de 10 días caminando, digna de recogerse en video, cantando, llorando, con emoción contenida, con ganas… Y es que antes había habido muchas lágrimas, ampollas, lesiones, diálogos, cambios… toda una aventura para los 42 jóvenes y no tan jóvenes que remataron la experiencia.

Con el Camino de Santiago, comenzamos una nueva andadura para este grupo. Algunos seguirán en Confirmación, otros debemos roturar caminos, como romeros, “sin más oficio, sin otro nombre y sin pueblo. Que no se acostumbre el pie a pisar el mismo suelo”, como diría León Felipe. Roturar y descubrir caminos, se presenta este año como una obligación y un deseo de todos. Nos encontramos en septiembre, con el bordón y la vieira, para ver dónde Dios quiere llevarnos.  Que la aventura nos acompañe todos los días de nuestra vida, y que juntos sigamos caminando, ligeros, siempre ligeros. ¡Buen camino a todos!