Un racimos de uvas nos sirve para formar una cadena de generosidad

Comenzábamos, como todos los sábados, orando en la capilla del beato Pavoni. Escuchando cómo Dios, a través de un racimo de uvas, nos pedía ser más generosos, mirando al otro, pensando un poco más en el otro... 

Después la peli, de ardillas... En la hora y media no se oyó ni una mosca (y mirad que hay niños bastante pequeños; hasta a alguno se le olvidó ir al baño)... Bueno, eso es síntoma de que les gustó y mucho la película... 

Una vez en el patio chocolate con amigos, muchos amigos. Y muchas ganas de pasarlo bien... Fútbol, balón prisionero, escondite y mucha alegría... 

Sólo nos queda agradecer a Dios que es el que hace que todo esto exista y tenga sentido...