Elegimos ese lema porque queríamos que fuera el resumen de las convivencias que realizamos el año p

VII CAMPAMENTO JUVENIL PAVONIANO

LLAMADOS POR EL AMOR DE DIOS

Villavicencio, 4-8 enero 2016

Escribo este artículo desde “El Calvario”, un pueblito del departamento del Meta, a unas tres horas en carro desde Villavicencio, rodeado de montañas y a una altura de 1600 m.

Llegué aquí, invitado por la pastoral juvenil de la arquidiócesis, al siguiente día de terminar el Campamento juvenil pavoniano, para asistir al Centro de pensamiento de la pastoral juvenil. Estuve dudando asistir porque terminé bastante cansado de campamento, pero tengo que decir que en estos momentos no me arrepiento de haberme decidido a realizar esta bonita experiencia. Estoy rodeado de un hermoso paisaje, un clima agradable y sobretodo de 15 jóvenes y un padrecito que me han acogido con mucho cariño. El horario es duro pues a las 5 a.m. todos los días rezamos el rosario caminado por un sector del pueblito y después del exigente trabajo del día nos acostamos a las 10,30 u 11 de la noche. Yo soy bastante dormilón pero estoy cumpliendo con todo lo previsto para dar ejemplo a estos jóvenes que están llenos de Dios y con muchas ganas de construir el Reino de Dios.

La verdad es que después de la locura de la Novena Navideña con tantos niños gritones y de un campamento bastante agitado, esta experiencia que estoy viviendo es como la anticipación del retiro que tendremos la próxima semana las dos comunidades pavonianas de Colombia.  Aquí estaré, si Dios quiere, los próximos 8 días ayudando a pensar la pastoral juvenil de nuestra arquidiócesis.

El VII campamento pavoniano tuvo como lema “Llamados por el amor de Dios”. Elegimos ese lema porque queríamos  que fuera el resumen de las convivencias que realizamos el año pasado con los jóvenes de la vicaría y también haciendo referencia al Año de la Misericordia de Dios que comenzó el pasado 8 de Diciembre.

Por puro amor de Dios fuimos llamados a formar parte de la familia pavoniana y su misericordia nos ha permitido poder ayudar a tantos jóvenes a lo largo de nuestra vida. Este campamento ha sido una vez más un derroche del amor y la bondad de Dios para con los jóvenes pobres y abandonados.

Como en los campamentos anteriores hubo momentos de reflexión, juegos, paseos, convivencia y los chicos terminaron muy contentos. Sin embargo, aunque yo también estoy bastante satisfecho del resultado de este campamento, pienso que para el próximo año tendríamos que convertir el campamento en algo parecido a lo que estoy viviendo en estos días en el Calvario: misión, retiro, oración, formación y también convivencia e integración. Quizás podríamos venir aquí con los jóvenes del Pinilla en Semana Santa para colaborar en las celebraciones y organizar una pascua juvenil rural o en Navidad para hacer la Novena y después quedarnos para hacer un buen retiro. Pero para ello tienen que pasar varios meses y hasta entonces Dios dirá.

Que el amor de Dios colme cada una de sus vidas.