En Colombia, la noche del 31 de octubre, muchos papás disfrazan a los niños de distintos personajes

LA NOCHE DE LAS BRUJAS

Me dicen que la palabrita “Halloween” significa “Noche de las brujas o noche de los muertos” y  que el origen de esa celebración se remonta a los hechizos o embrujos que realizaban los pueblos celtas para evitar que esos seres terroríficos hicieran sus diabluras en esa noche. Después esa tradición pasó a los EEUU y se convirtió en una fiesta más del consumismo neoliberal que atravesó fronteras y llegó hasta los pueblos de Latinoamérica.

El caso es que, al menos en Colombia, la noche del 31 de octubre, muchos papás disfrazan a los niños de distintos personajes y les sacan a la calle con una calabaza de plástico para pedir dulces en los comercios y por las calles (algún niño me dijo que había conseguido 400 caramelos en una hora).

Desde mi punto de vista esta tradición no tiene porqué ser prohibida porque es algo muy bonito, es una fiesta familiar y los niños se lo pasan chévere esa noche. Es verdad que el origen de esta fiesta no es cristiano y también es verdad que en esa noche los nuevos brujos y hechiceros, que en muchos casos suelen estar bastante locos, tratan de hacer de las suyas; por eso hay que tener cuidado con nuestros pequeños. Pero el afán de subrayar el aspecto diabólico de esa fiesta en algunas homilías católicas, que asemejan a los sermones de los pastores evangélicos, prohibiendo rotundamente esa celebración, creo que en lugar de ayudar empeoran las cosas y meten más miedo en el cuerpo a todo el mundo. En realidad la “Noche de los niños” como también se la llama, no tiene nada de satánica. Los papás disfrazan a los niños por tradición y los llevan con orgullo por las calles para que todos los vecinos les saluden y les regalen un dulcecito. ¿Qué tiene eso de malo?

Por eso, aunque a veces nos sentimos contracorriente, nosotros hemos continuado la tradición colombiana de organizar la Fiesta de disfraces para los niños y jóvenes. El viernes 30 fue la fiesta de los niños con teatros, canciones, bailes, concurso, dulces y refrigerio. Este año los premios no fueron individuales, sino por equipos (por cierto ganó el teatro de la Cenicienta). Y todo resultó muy lindo.

Con los jóvenes la celebramos el día 31 y la verdad es que la velada se convirtió en una verdadera “Noche de Halloween”. Al principio no quería funcionar el equipo de música (una verdadera tragedia para una fiesta colombiana) y cuando descubrimos que el problema estaba en el cable, comenzó a llover a mares, con relámpagos, truenos, apagón de luz prolongado, gritos, etc. Tuvimos que hacer la fiesta a oscuras en el kiosco. Gracias a Dios en el poco tiempo que hubo electricidad, conseguimos cargar la cabina que tiene batería incorporada y la fiesta, también en este caso, resultó muy exitosa. Claro que los jóvenes ya no tienen el corazón tan puro como los niños y alguno aprovechó las tinieblas para tratar de eludir el control de los monitores. Pero al final, como hemos dicho, todo bien y ya solo nos queda esperar los campamentos de fin de curso y desde luego la insuperable Novena de Navidad.

Chicos, no tengan miedo a los muertos ni a ningún espíritu malvado, Dios está con ustedes y es más fuerte que cualquiera de ellos. Recuerden que lo que puede matar su alma es lo que sale de dentro de su corazón. Por eso, para terminar, les recomendamos que cuiden mucho su alma y su corazón, del resto, hasta del último de sus cabellos, ya se encarga Dios de protegerlos.

Un abrazo para todos.