Aunque nos supo a poco, nos dio tiempo a mucho

Del 18 al 20 de septiembre, se organizó y se llenó casi por ensalmo, un autobús dirección Galicia. Con nuestro querido Javi al volante, atravesamos Sanabria, Orense... dirección a Poio (Pontevedra), al mosteiro de San Xoan de Poio de los Mercedarios. Curiosamente, según avanzaba el viaje e íbamos entrando en la tierra del Apóstol, iba mejorando ostensiblemente el tiempo; dejábamos atrás las nubes y las aguas y nos adentrábamos en una Galicia llena de sol. A la llegada a Poio, la cena, y a continuación una Queimada con el típico Conxuro, en el que participaron todos quemando y moviendo el aguardiente. Como ya nos había enseñado Suni, todo fue más fácil. Fuimos pasando de uno en uno para mover el líquido elemento, y después para probarlo. Como no podía ser de otra manera, todos acabamos bailando en corro el ula ula, como poseídos del espíritu de las meigas, mouchos, coruxos y otros seres. Vamos los efectos propios de la queimada. Cantamos hasta altas horas, y los villavaquerinos decidieron echar la clásica brisca hasta bien entrada la madrugada. 

Al día siguiente, a ver al Apostol, como no podía ser de otra manera. Paseo por la ciudad de los peregrinos, confraternización con algunos de ellos, unas almejitas, unas necoritas, un poco pulpo... en fin delicatesen del lugar. Y la misa del peregrino con el baile del botafumeiro incorporao. Todos nos emocionamos mucho al abrazar al Apostol y poner ante él nuestras peticiones.

Por la tarde, Pontevedra, la Peregrina, la plaza, el casco viejo... qué bonitas calles tiene Pontevedra. Y acabada la vuelta, a buscar la marisquería Luis, que nos costó lo suyo. Así, para hacer hambre, recorrimos vericuetos y zonas preciosas de la ría. Luis nos estaba esperando con lo centollos y otros animales preparaos. Acabamos todos con los labios pelaos de tanto succcionar la carne de los crustáceos. 

Al día siguiente, con sol expléndido impropio de estos meses, nos esperaba la Toja, donde compramos algunos "pongos" y O Grobe, donde montamos en un catamarán que nos dio un precioso paseo por la Ría. Allí nos fotografiamos, y nos enseñaron a pescar y criar mejillones, ostras, vieiras...Alguno tomó buena nota para hacerlo en la bañera de su casa. Y a continuación comimos mejillones a destajo, acompañados de unos langostinos y bien regados con Ribeiro. No se sabe si fue la calor, el ribeiro, la jartá de mejillones, la alegría de habernos conocido y saber que existíamos (iba gente de Valladolid, Villavaquerín, Villabáñez y La Cistérniga), no se sabe lo que fue, el caso es que casi hundimos el catamarán por los bailes y la juerga que se montó en el barco. Hasta los pobres pescadores quedaron asustados. Nos fotografiaron y nos dijeron que nos daban otra vuelta por la Ría, pero el tiempo apremiaba. Queríamos ver Combarro, comprar algún "pongo" más, y cambiar de aires, y así lo hicimos.

Después de comer, regresamos a nuestras casas con gran pena, sabiendo que habíamos vivido un fin de semana único en la convivencia, en los lugares visitados, en lo bien que lo habíamos pasado... Quedamos emplazados eso sí, para ir a visitar a la Virgen del Rocío, en primavera. Se hará lo que se pueda. Ondiñas veñen.