En la fiesta de la Navidad de María, 25 años de profesión de Javier

Así decía la canción de Violeta Parra. Vover a los 17 es como descifrar signos sin ser sabio competente... sólo el amor con su ciencia nos vuelve tan inocentes. Después de 25 años de profesión en la Congregación, sólo se puede decir: Gracias, y mirar adelante con nuevos bríos, con nueva inocencia. 

El pasado 8 de septiembre, volvía a los 17 (o más) en una celebración entrañable, rodeado de amigos. Coincidía con la fiesta de la Virgen de Prado en Villavaquerín, y allí lo celebramos, con todos los fieles y devotos de la Virgen de Prado y con muchos amigos venidos de Valladolid y La Cistérniga. Nuevamente renové los votos y agradecí a Dios su fidelidad y su paciencia conmigo durante estos 25 años, que comenzaron en Tradate, de la mano de los pp. Rossi y Agustín, y al lado de mis connovicios Maillo y Roberto. Volver la mirada a estos años, es volver la mirada a la acción de Dios en mi vida, y a la huella que han dejado tantos jóvenes y niños con los que he tratado, en Valladolid, en Salamanca, en Albacete, en La Cistérniga... El coro parroquial de La Cistérniga, animó estupendamente la celebración, y los fieles de Villavaquerín hay que decir que se volcaron, y repartieron gratitud entre la Virgen de Prado y yo. ¡Qué honor! Después la procesión, con las jotas típicas en honor de la Virgen. No nos dejaban marcharnos de Villavaquerín y a toda costa querían que tomáramos, comiéramos, bebiéramos...

Por la noche, seguimos celebrándolo con una preciosa barbacoa en el patio de la parroquia de La Cistérniga, donde no sabíamos muy bien si hacía frío o calor, debido al humareda que se preparó. Salchichas, panceta y otras delicatesen del gorrino, nos acompañaron en una bonita noche. Y de sorpresa las tartas con los 25 años, llenas de agradecimiento a Dios por habernos cruzado en el camino. Un power point, y mucho cariño, canciones, chupitos... y la pena de despedirnos. Pero quedamos emplazados para celebrarlo dentro de otros 25 años, y para seguir celebrándolo cada día, cada momento, porque merece la pena y porque celebrar nos recuerda que las cosas son importantes. 

Gracias a los que habéis hecho posibles estos 25 años, y gracias a los que seguís a mi lado, haciendo de ribera a mis risas y amarguras. Que Dios nos siga bendiciendo muchos años con el don de la entrega y de la amistad.