Con la discrección con la que vivió, nos ha dejado esta amiga y compañera

Pasada la media noche de hoy 4 de junio, nos sorprendía la noticia de la muerte de María Zorloni Parechini, nuestra querida María. Llevaba ya un tiempo enferma a causa de un aneurisma que la dejó paralizada. Nos sorprendía porque la muerte, aunque sea esperada, siempre nos pilla de sorpresa y nos deja sin palabras. Nos dicen los hermanos de la comunidad de San Sebastián, que María nos ha dejado rodeada de cariño, y lo mismo que hizo en vida, también en la enfermedad y agonía, nos ha comunicado el sentido vital de la esperanza cristiana.

Nuestra querida María, nació en Lecco (Italia) el 6 de diciembre de 1926, hija de Edoardo y Giuseppina. Desde niña fue educada en la fe y los valores religiosos, y entró como religiosa en el Instituto de las Hnas. Benedictinas de la Providencia, fundadas por Sta. Benita Cambiagio en 1838, tomando el nombre de Paula. Con esta Congregación, viajó a España en diciembre de 1964, a un Colegio que las hermanas habían fundado en Palencia, perteneciendo al grupo fundacional. Vemos a María como religiosa en las fotografías de la inauguración del Colegio de Valladolid.  Mujer profundamente creyente, vivió y caminó por la vida confiando en el amor de Dios y en su Providencia.

Y fue esa Providencia amorosa, la que hizo que entrara en contacto con nosotros cuando dejó la Congregación, y entró como cocinera en el noviciado de San Sebatián en 1968. Desde ese año, hace ahora 47, ha estado vinculada a los Pavonianos, no sólo como cocinera, guardesa y de todo un poco, sino como pavoniana de primera fila, atenta a la misión y a la obra de los pavonianos, colaborando con la oración, con su trabajo, con sus obras de arte, con sus donativos… con nuestra Familia, especialmente con los misioneros. Todos recordamos a María como una mujer enérgica, entregada a los diferentes trabajos, activa, muy activa, comprometida con nuestra causa, con un carácter crítico y a veces difícil, chapurreando un italo-español raro, pero con una bondad natural y una inteligencia en las cosas concretas, sorprendente. Destacar también de María, además de su buen hacer para la cocina y las cosas de la casa, su faceta de artista, haciendo postales, esculturas de barro cocido, cuadros, lienzos… Una artista ciertamente cotizada y apreciada en algunos círculos, con una sensibilidad muy especial. Las imágenes de la Virgen, llenas de dulzura, las esculturas de La Piedad en una versión propia… nos hacen recordar el amor que sentía por nuestra querida Madre, así como su interés por las misiones pavonianas, ya que todos los beneficios que obtenía iban destinados a ellas.

La gente de San Sebastián la recuerda con cariño en nuestra casa de Villa Urigain. Durante algunos años, después de ser cocinera y ama de llaves de la casa –algunos la llamaron hasta “madre maestra” por todo lo que resolvía en Villa Urigain-, quedó como guardesa de esa casa de San Sebastián durante unos años, ya que la comunidad se trasladó. Vivió después de la restauración de la comunidad, en la casa de los guardeses, en el barrio de Egía, en el barrio de Bidebieta, y desde septiembre de 2014 en la residencia Zorroaga, de San Sebastián. Donostiarra de adopción, se sentía de esta tierra, y sentía los problemas sociales y del barrio, la ayuda social a los más pobres, la parroquia y su vida… con su propio corazón.

De diversos lugares de España e Italia, no dejan de llegar condolencias por la desaparición de María, una mujer muy querida, que sabía ganarse el cariño y la simpatía de todos. Adjuntamos el mensaje que ha enviado nuestro Superior general, el p. Ricardo Pinilla, a la Familia pavoniana de la Congregación:

Queridos hermanos religiosos y laicos de la Familia pavoniana, queridos amigos y familiares de María Zorloni:

María ha sido un regalo de Dios para todos los que la hemos conocido. Ella con su vida nos ha mostrado la cercanía, el amor y la misericordia de Dios para con nosotros. Podemos decir que en ella hemos descubierto un Dios amigo y servidor de la humanidad.

Su vida ha sido un camino de búsqueda constante de Dios, a través de la oración y de la entrega a todos los que nos hemos cruzado en su camino. No hablaba bien nuestra lengua, pero se hacía entender con el lenguaje de la vida que es el más importante y el más coherente.

Amiga y devota del Beato Ludovico Pavoni, amiga y compañera del camino de nuestra Congregación y de la Familia pavoniana a la que ha pertenecido y servido con sencillez y disponibilidad. La Congregación le debe sus desvelos y entrega  generosa y desinteresada.

Una mujer que siempre ha confiado en Dios y en la Virgen Inmaculada, a los que encomendaba el camino de nuestra Familia cada día en la oración. No se cansaba nunca de repetirme; que rezaba por toda nuestra Familia para que el Señor  nos ayudara a ser como Ludovico Pavoni nos quería.

El amor y la entrega que ella ha desarrollado a lo largo de su vida no puede ser destruido ni con la muerte, pues el amor es más fuerte que la muerte. Estoy seguro de que lo mismo que nos ha querido,  servido, cuidado y acompañado  en esta tierra seguirá haciéndolo ahora desde la orilla de Dios.

Junto a toda la Familia pavoniana del mundo, elevo mi corazón y mi mente,   al Dios de la vida, al Padre bueno y misericordioso una súplica confiada para que acoja la vida y el camino de María y la de e l premio merecido.

Estoy seguro que Dios se dirigirá a ella y le dirá: “como has sido fiel en lo poco, pasa al banquete de tu Señor”

Que junto a nuestro Beato Ludovico Pavoni y a tantos hermanos nuestros religiosos y laicos que se encuentran en la orilla de Dios, ella le siga hablándole de todos nosotros para que nos guiemos en la vida por los caminos del Señor.

Descansa en paz María. Gracias por tu vida, tu presencia, tu amor y amistad de las cuales hemos gozado y nos han ayudado a ser mejores personas, mejores  amigos de Dios y mejores  pavonianos.

 

Acompañamos a María, que ha entrado ya en la eternidad de Dios, en esta víspera del Corpus, con nuestra oración y nuestro recuerdo. Mañana 5 de junio, será incinerada en San Sebastián a las 9,30 h. Por la tarde, a las 19,30 h. en la parroquia de Sta. María Reina, tendrá lugar la misa de funeral. Está previsto el traslado de sus cenizas al panteón que la Congregación tiene en Valladolid. Más adelante se anunciará este acto en Valladolid.

Descansa en paz, María, en el regazo del Dios que te creó  y que te hizo servicio y dedicación para los demás.