Niños, jóvenes, catequistas y... el recién aterrizado hermano pavoniano MEYER

Una excursión es siempre motivo de nervios, de alegría, de inquietud, sobre todo por parte de los niños (cúanto, cuánto deberíamos aprender de ellos)... Pues bien con el corazón a flor de piel y con la previsión climatológica por los suelos... salimos de Vicálvaro un autobús y una furgoneta... Gritos, canciones (con nuestra querida Toñi al mando del micrófono) realizamos el viaje sin mareos y llegando casi sin enterearnos a Segovia... Allí Modes nos explicó (no olvidemos que es profesor de Historia) el acueducto de una forma sencilla, breve y muy didáctica... A continuación visitamos la Catedral para,nuevamente, montarnos en el autobús y dirigirnos a la Fuencisla... Bajo el manto de la Virgen comimos, jugamos y, sólo unos valientes, hicimos de exploradores (para siempre quedará en la memoria de muchos de los participantes en tan alocada aventura, la entrada a una cueva, los gritos, la oscuridad... ¡Papis, no os preocupéis, todo controlado, eh!.

Finalmente regresamos a la ciudad donde asaltamos las tiendas de chuches (ahí no valían los pavonitos) y los recuerdos en forma de regalo para los papis... Y ya cuando regresábamos a Vicálvaro, las previsiones climatológicas acertaron (afortunadamente para nosotros, con unas horas de retraso)... Desde el bus un agua casi torrencial nos despedía de la ciudad castellana...

Agradecemos a Dios esta nueva experiencia... Tambíen a los incombustibles  catequistas, al hermano pavoniano Meyer que no se siente como en casa... ya se siente en casa y es conocido (aterrizó ayer proveniente de Bogotá) por niños, jóvenes y adultos... También a los niños, protagonistas de la excursión y, cómo no, a los jovenes... Gracias, Señor, gracias, Pavoni.