La semana Santa no es solamente el tiempo para recordar la pasión, muerte y resurrección del Señor,

REVIVIR LA PASCUA

La semana Santa no es solamente el tiempo para recordar la pasión, muerte y resurrección del Señor, sino para revivir todas los sentimientos y experiencias que allí se produjeron.  Si bien las muchas celebraciones y ocupaciones suelen distraernos bastante, sin embargo pienso que muchos aspectos de la Pascua vivida por Jesús hace 2000 años han estado presentes en la Semana Santa de Villavicencio.

El Domingo de ramos llovió muy duro, sin embargo un grupo de 30 intrépidos realizaron la procesión en medio del aguacero y eso les ayudó a experimentar la valentía de Jesús para entrar en Jerusalén, sabiendo que su vida corría mucho peligro.

El Lunes, martes y miércoles santo tuvimos las pascuas infantil y juvenil con u grupo de unos 60 niños y 20 jóvenes. En esos días experimentamos la alegría, el amor y el dinamismo de los niños y jóvenes, que probablemente también experimentó Jesús en su entrada triunfal en Jerusalén.

El Jueves santo los jóvenes se vistieron de Apóstoles para recordar el momento de la Última cena y el Lavatorio de los pies. Seguramente algunos de esos chicos pisaban el presbiterio por primera vez y les resultaría extraño el gesto del sacerdote de arrodillarse y lavarles los pies. Experimentaron que el principal mandamiento de Jesús es el amor, pero el amor traducido en servicio generoso.  Después, por la noche, de las 6 a las 10 p.m. hicimos la hora santa organizada por grupos, nos lavamos las manos como hacían los judíos antes de comer, pero nosotros recordando los pecados y repitiendo  ese momento en el que todos los apóstoles le dicen al Señor: “¿Seré yo, Señor?”. También los jóvenes hicieron un gesto muy bonito invitándonos a meter en la maleta  las obras buenas que realizamos y nos preguntaron qué nos llevaríamos si hoy fuera el día de nuestra despedida. Jesús, en el momento de su despedida, tenía las maletas preparadas y ¿nosotros tenemos nuestras lámparas encendidas? Todos los niños encendieron   una velita y la colocaron en el Monumento recordándonos a los adultos que ellos sí tienen la luz de la fe y del amor siempre bien encendida y brillante.

El Viernes Santo, hicimos un recorrido por los dos barrios de nuestra parroquia. En cada calle, casa, hogar, había una cruz. Y es que Cristo sigue sufriendo en cada uno de los miembros de nuestra familia. En las tres últimas estaciones nos unimos a los hermanos que venían de los Conjuntos, acompañados por el p. Vittorio y allí pudimos hermanarnos y experimentar que Jesús murió por todos, por los ricos y por los pobres, por los del estrato cuatro y sobre todo por los del estrato uno. Todos caminamos en fraternidad y armonía. Este año la adoración al santo sepulcro no fue muy numerosa y constante y una vez más sentimos la soledad del Señor el día de su muerte.

La procesión y el rosario con la Virgen Dolorosa que realizamos el sábado a las 6 de la tarde tampoco fue muy multitudinaria y las mujeres fueron las protagonistas al cargar con el paso dela Dolorosa. Observando los rostros de esas mujeres y los dolores que llevaban en sus espaldas y en sus corazones, pudimos presentir el dolor de María en el momento de la crucifixión del Señor.

En la Vigilia Pascual los jóvenes retomaron el tema de la pascua juvenil “Me reconcilio con mi familia” y realizaron una dramatización donde las madres eran las verdaderas héroes en la conversión de sus hijos a través del consejo,  la oración y del llanto silencioso. La homilía de nuestro párroco, el p. Gregorio, fue como la de un verdadero profeta, alentándonos en nuestro camino de fe y de Vida Nueva en Cristo.

El Domingo de resurrección hicimos la procesión del Encuentro del Resucitado y la Dolorosa. Cantos de alegría, aplausos, gritos de esperanza,… Todo eso nos hizo meternos un poco en el ambiente pascual de hace 2000 años. Algo les pasó a los Apóstoles cuando al poco tiempo de la muerte del Señor, regresaron a Jerusalén y sin miedo se pusieron a predicar en el templo y en las calles y ese Algo fue la experiencia de sentir que Jesús había resucitado, que Jesús había sido exaltado por el Padre. Una experiencia interior que transformó su vida y les convirtió en testigos del Evangelio. ¿Será que nosotros también hemos sentido la presencia y acción del Espíritu del Señor vivo a nuestro lado? Ojalá sea así, porque entonces habremos vivido una buena Semana Santa. ¡Feliz Pascua de Resurrección para todos nuestros lectores!