El 26 de febrero, nuestras hermanas Carmelitas celebraron el aniversario de su Fundación

El 26 de diciembre de 1826, sta. Joaquina de Vedruna fundaba en Vich el instituto Hermanas Carmelitas de la Caridad. Como todas las fundaciones, esta es también una fecha emblemática, que nuestras hermanas Carmelitas celebran con gran cariño. En la parroquia hemos querido hacernos eco de esta celebración, y la tarde del 26 de febrero, con un grupo de amigos, antiguas alumnas y fieles, dimos gracias a Dios por este carisma dentro de la Vida Consagrada y la Iglesia. Para nosotros pavonianos, la casa de estas hermanas, es nuestra casa. En cualquier momento siempre tienen preparado un café, unas pastas... una palabra amiga, una mano cercana, siempre dispuestas a colaborar. 

En la eucaristía, dimos un repaso a la misión Vedruna, como una forma de estar encarnadas en este lugar concreto que es La Cistérniga. Nos iluminó un texto de nuestro amigo A. Fdez. Barrajón, que decía así: "Yo creo en la vida religiosa, en mi vida, y por eso sigo aquí, cojeando de vez en cuando, y dispuesto a dar el do de pecho en aquella misión que se me ha encomendado. Si hay alguien que quiera caminar conmigo, ya seremos dos dispuestos a vivir, celebrar y gozar de esta vida que el Espíritu nos ha regalado. Hasta que el cuerpo aguante. La vida religiosa será siempre un lugar para privilegiados porque en ella habrá siempre posibilidad de crecer interiormente, de disfrutar de las cosas del Espíritu y de mirar la vida con ojos de gratuidad. La historia de la vida religiosa es una auténtica bodega donde madura el vino de la utopía y se llenan de solera esos valores que han formado parte de ella desde siempre. Una comunidad religiosa será una invitación permanente a degustar el vino añejo del evangelio, a brindar por un tiempo nuevo, siempre por estrenar, y a compartir el gozo de la fraternidad. Y lo será por muchos años, a pesar de las crisis y del cambio. El Espíritu, que no es torpe, sabrá cuidar cada día más y mejor a su iglesia, a pesar de la iglesia”.  

Después de la misa con textos tan hermosos como cercanos, disfrutamos de un delicioso ágape en el salón parroquial, con delicatesen de las hermanas. Buena compañía, buena casa... y buena mano para la cocina. Que lo celebremos muchos años, y que sigamos sintiendo la cercanía de esta mujer a través de nuestras hermanas. La Cistérniga os necesita y os quiere. Muchas gracias.