El pasado 13 de Octubre la familia pavoniana de Villavicencio peregrinó hasta Bogotá.

Familia pavoniana de Colombia

PEREGRINACIÓN AL SANTUARIO NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

Casi como conclusión al conjunto de celebraciones que este año bien realizando la comunidad pavoniana de Villavicencio, para recordar los 10 años de presencia pavoniana en esta ciudad, el pasado 13 de Octubre, lunes festivo en Colombia, 38 miembros de la familia pavoniana de Villavicencio, junto con algunos líderes parroquiales, niños y jóvenes del Centro Juvenil, viajaron a Bogotá para dar gracias a nuestra querida madre María, realizando el rosario pavoniano en el famoso santuario de Nuestra señora de las Nieves en Bogotá, celebración a la  que se unieron unos 20 miembros de la familia pavoniana de Bogotá que quisieron acompañarnos y muchos fieles más que en ese momento estaban presentes en el santuario.

Salimos de Villavicencio a las 6,30 a.m. y llegamos a Bogotá a las 10,30 a.m. porque la carretera cada vez se está poniendo más complicada. Cuando llegamos, el santuario ya estaba ocupado, pero de todas formas nos dejaron realizar nuestra celebración. Fue muy emotivo el momento en el que toda la comitiva pavoniana entró en procesión por el centro del pasillo del santuario y también cuando al final todos subimos al presbiterio con las pancartas, banderas y las fotos de la Virgen María y Ludovico Pavoni y allí el padre Agustín, el más veterano de los colombianos, nos dio la bendición y nos recordó que estos actos deben ser vividos con gran devoción porque de lo contrario se transforman en mero “turismo espiritual”.

Al salir de la iglesia, el p. Vittorio nos explicó brevemente la historia del santuario. En ese momento, un mendigo se nos unió y abrazó efusivamente a varios miembros de la peregrinación, incluido el p. Vittorio que casi no podía hablar del susto. Luego  fuimos a hacernos una foto a Colpatria, el edificio más alto de Bogotá y rapidito a un restaurante donde comimos sencillamente el plato del día.

Por la tarde dimos un paseo por la Carrera séptima que es la más famosa de Bogotá y nos hicimos fotos con algunas estatuas vivientes que ya se están preparando para el Hallowey. Al llegar a la plaza Simón Bolívar, los que veían ese maravilloso espectáculo por primera vez se quedaron admirados. Después de las fotos con las palomas y los emblemáticos edificios, nos dirigimos al barrio colonial de la Candelaria y entramos en el Museo militar y el Museo de Botero-Casa de la moneda. Nos hubiera gustado permanecer más tiempo por allí, pero habíamos quedado a las 4 p.m. con el conductor del autobús para dirigirnos a nuestra casa pavoniana en la Marichuela, así que fuimos en busca del transporte que se encontraba cerca de la Plaza Bolívar. Pero al ir a contar a los peregrinos descubrimos que faltaban 4. Esperamos un buen rato y llegaron 2. Se hacía tarde y no llegaban las otras dos, por eso el p. Gregorio y yo nos fuimos a buscarlas por Bogotá, mientras los demás se dirigieron directamente a la Parroquia pavoniana. No lográbamos contactarlas por celular, por eso fuimos recorriendo los  distintos lugares donde habíamos estado y después de una buena caminadita por el centro de Bogotá, nuestras dos despistadillas aparecieron, como Jesús, a las puertas del templo, solamente que gracias a Dios nosotros no tardamos 3 días en encontrarlas.

Después del pequeño susto, ya todos juntos, en la parroquia Cristo de la paz nos ofrecieron un rico refrigerio. Celebramos la santa misa y antes de emprender el viaje de regreso, la familia pavoniana de Bogotá, con la generosidad y servicialidad que les caracteriza nos regalaron un rico arroz atollado que nos supo  de rechupete.

A las ocho p.m. salimos de Bogotá, para evitar el trancón de la operación retorno, pero desgraciadamente nos topamos con un accidente que había en la carretera y al final nos tocó más de hora y media de trancón. Llegamos a Villavicencio a las 12,30 de la noche; cansados, muertos de sueño, pero contentos por el día que el Señor y la Virgen María nos había regalado, un día soleado, lleno de aventuras y espíritu de familia.  En la eucaristía todos pedimos por  las vocaciones pavonianas y estamos convencidos que con fe, esperanza y mucho amor y con la ayuda de Jesús y de María, las vocaciones llegarán y el carisma pavoniano en Colombia seguirá y se expandirá.