Esta tarde ha fallecido en Cáceres este hermano, configurada su vida con la de Cristo

Con profundos sentimientos de dolor y tristeza, os comunicamos que hace unas horas ha fallecido en Cáceres el p. Rafael Hernando, a consecuencia de un derrame cerebral. Nos precede, como primicia de nuestra Familia, en la casa del Padre, donde ha llegado y se ha encontrado con ese Dios bueno en el que él creía.

El p. Rafa nació el 13 de agosto de 1955, al acabar las fiestas de su pueblo, Campaspero (Valladolid). Iba al colegio de su pueblo natal, y allí llegaron los pavonianos, buscando ‘chicos buenos’, con ganas de estudiar, para ir al Colegio de Valladolid. En 1967 ingresó en el Colegio de Valladolid, el primer año que el Centro abría sus puertas. Siempre hablaba bien Rafa de esta etapa, un tiempo de sueños, de esperanzas, de siembra, de ilusión… En el Colegio siguió hasta que en 1974 tomó la decisión de iniciar el noviciado en San Sebastián. Hizo la primera Profesión religiosa el 8 de septiembre de 1975, y enseguida fue destinado a la casa de Valladolid como estudiante de filosofía y educador. Como estudiante fue brillante, y como educador también. Y como lo suyo era estrenar, en 1979 fue destinado a la recién inaugurada actividad de Salamanca para continuar sus estudios de filosofía y teología. En 1981, vuelve nuevamente a Valladolid como educador y profesor.

Hizo la Profesión perpetua en la capilla del Colegio de Valladolid el día de la Inmaculada de 1983, siguiendo en esta casa como tutor, profesor y secretario durante 10 bonitos años. Mucho trabajo, mucha formación, muchos desvelos…  Dos acontecimientos marcaron esta etapa fundamental en su vida: la muerte de Rubén Requena y las sucesivas operaciones que tuvo que padecer. Así nos lo contaba Rafa en la última Formación Permanente en Valladolid, al grupo que compartíamos con él. Forjado, decía él, a través de las pruebas, del trabajo y del dolor, y en esas situaciones, y en la muerte de su padre José, en la lucha diaria, había experimentado la presencia del Dios providente y había crecido su fe. Un hermoso testimonio y ejemplo de fe. Todos recordamos esta preciosa etapa de su vida por su laboriosidad, por ser un hombre de tesón, por su compromiso con la educación de los chavales, y también por su genio, fruto siempre de su celo en la educación, siempre buscando lo mejor. También recordamos al p. Rafa como profesor de música y otras materias, pero no cualquier tipo de profesor, sino como un educador exigente consigo mismo y con los alumnos, siempre enseñando, dirigiendo el coro, animando veladas, deleitándonos a todos con su música y con su voz, que en todo momento han sido un  maravilloso regalo para nuestra Familia.

Y junto con su genio y su temple de persona fuerte, a veces dura, hay que recordar y agradecer que Rafa ha sido un hombre de oración, convencido de la presencia de Dios, orante, confiado… puesto con lo que era y con las cualidades que tenía en las manos de Dios. Así lo experimentó él, y así lo ha ido viviendo en las sucesivas operaciones. Un hombre de lucha interior, en continuo diálogo con el Divino Maestro.

En los tres años que estuvo en Cáceres (de 1991 a 1994), trabajando en la parroquia Ntra. Sra. de Guadalupe con Tino surgió en Rafa la vocación sacerdotal. Y con gran paciencia, volvió a Valladolid y a Salamanca, a las aulas,  para terminar los estudios de teología. No es lo mismo estudiar con 20 años, que con 40, decía él. El 29 de mayo de 1996 fue ordenado sacerdote por don José Delicado Baeza en la capilla del colegio de Valladolid. Ese mismo año, volvió a Cáceres, donde ha ejercido un precioso apostolado en la comunidad parroquial de Ntra. Sra. de Guadalupe. Han sido 16 años seguidos, 19 en total, de entrega a esa querida parroquia y en esa comunidad, como vicesuperior, administrador, animador incansable de la Familia pavoniana y colaborador en todo aquello que se le necesita. Los años y las dificultades han ido afinando de la mejor manera a este hermano, que ha sido instrumento en las manos de Dios. Ha sido un hermano disponible y cercano, entregado a la misión pavoniana en cuerpo y alma, crítico desde dentro, siempre construyendo, dedicado por entero. Al hacer memoria de su vida y su camino, un camino precioso, destacamos su tesón y la fuerza de voluntad que ponía en todo, la constancia y el buen hacer, siempre metódico, diligente hasta en los más pequeños detalles. Su entrega, nos recuerda la continua conversión y superación en la que debemos vivir, y sobre todo la primacía de Dios en nuestras vidas.

La vida, querido Rafa, te ha enseñado muchos cosas hermosas, la paciencia, la confianza, la fidelidad, a ser persona de paz y de conciliación, a sumar esfuerzos… ¡Qué maravilloso regalo ha sido tu vida!

El pasado 22 de diciembre, cuando se quemó el órgano de nuestra querida capilla de Valladolid, todos pensamos en ti, en tus manos, en tu creatividad, en tu paciencia, en tu música, también en tus enfados cuando las cosas no salían bien. Nos hemos quedado sin órgano, y el músico ha pasado a cantar en la asamblea eterna de los santos, donde allí nadie desafina y donde todo es felicidad.

Gracias Rafa por la música que nos has regalado, por prolongar las manos de Padre Pavoni, por hacerlas canción y por ser para nosotros melodía suave y recuerdo entrañable. Tu música ahora nos recordará dónde y con quién estas cantando, cuál ha sido el motor de tu vida, y cuál debe ser el de la nuestra. Disfruta del gozo eterno.

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