Desde Colombia... ¡Muy buenas noticias!

 

Nuestro párroco, el p. Vittorio, lo afirmó en el último Consejo Parroquial: “Si Dios quiere, éste será el último bingo. Nuestro templo parroquial ya está casi terminado por lo que no necesitamos ya realizar momentos especiales para recaudar fondos,… Pongamos todo nuestro empeño para que este momento de integración resulte positivo para todos”.

La verdad es que daba la impresión de que los líderes ya estaban un poco cansados de preparar estos encuentros y quizás había llegado ya el momento de buscar otras formas de integración parroquial.

Un ejemplo claro de ese supuesto desánimo es que una semana antes del acontecimiento la mayoría de los líderes no sabíamos cómo iba la preparación. Don Gustavo, el presidente del comité pro templo, muy generoso y disponible, estaba realizando personalmente esa gran labor.

Pero llegó el día señalado, sábado 6 de Octubre, y sin saber muy bien cómo, a las 5 de la mañana ya había un grupo de mujeres pelando y troceando papas, yuca, plátano y gallinas para preparar el sancocho, mientras los demás estábamos en misa, pidiendo la ayuda de Dios para esta jornada que amaneció bastante gris.

Siguiendo el ejemplo de esas santas mujeres “sancocheras”, mientras las nubes descargaban un fuerte aguacero y después de un santo desayuno, todos nos pusimos manos a la obra en la preparación de los distintos espacios. Y así, mientras unos barríamos el polideportivo, otros preparaban unos cambuchos improvisados para asar la carne a la llanera y cocinar el ajiaco y otros se encargaron del tema del bar, las mesas y sillas, servir la comida, etc.

Aunque todo el día fue de un trabajo muy intenso, el momento más fuerte estaba aún por llegar. A las 6 p.m. ya estaba todo listo para el recibimiento de más de 500 personas, familias enteras que se acercaban con su boleta para adquirir un o varios cartones de bingo, compartir en familia y con los amigos, reír, esperar un premio, bailar y tomar una cervecita, una gaseosa, un ron o un aguardiente. Todo con la finalidad de ayudar a su querida parroquia.

A las 7 p.m. ese polideportivo ya estaba lleno a reventar y ahí sí fue el momento más intenso de la noche: Los novicios se encargaron de la difícil labor del bar (contaron con meseros y meseras que eran jóvenes de la parroquia), había también un puesto de chorizo a la parrilla preparado por Doña Rubiela y otro puesto de empanadas y papas rellenas preparado por Teresa y Doña Marleny. El p. Vittorio, junto con Cecilia, se encargaron de la venta de los cartones, el p. Juan José cantaba los números y yo daba vueltas a la manivela del bombo. Todos unidos formando un solo cuerpo.

Y es que debemos recordar que no importa lo que hagamos sino el amor con lo que hagamos las cosas y esa noche se derramó mucho servicio y mucho amor por nuestra parroquia.

Hubo muchos premios, muchos agraciados, tuvimos también la participación de los niños del Taller de Joropo del Centro Juvenil Pavoni. Todo resultó bien. A las doce de la noche se habían rifado todos los premios, pero la fiesta se prolongó hasta las 4 de la mañana.

Aún no sabemos cuánto se ha recaudado, pero imaginamos que más o menos unos 5 millones de pesos, como todos los años. Pero lo importante es que una vez más hemos descubierto que los católicos de Maracos y Pinilla aman a su parroquia y a su párroco y que en los momentos claves responden con generosidad y entrega.

Agradecemos a Dios por este día y también a todos los que hicieron posible este bonito encuentro de integración.

Ahora me queda una duda: Después de todo esto que les he contado ¿será que éste ha sido el último bingo parroquial? Ahí les dejo el interrogante.

Chuca.