Las esperadas fotos de la IX Marcha Pavoniana Juvenil a Colmenar Viejo

El espíritu del día, como en otras ocasiones, era el de romper fronteras, hacer amigos, convivir… sentirnos “en casa”, en este mes de María y en la víspera de la fiesta de Ludovico Pavoni y también en la víspera de Pentecostés. Todos estuvieron presentes: Pavoni, María y el Espíritu Santo, sin duda. Y dijimos, nos dijimos que no debemos conformarnos con cualquier cosa, sino con aquello que merezca la pena. Esta IX marcha fue un canto al inconformismo, al no darnos por vencidos ni tirar la toalla. Hemos sido creados para lo más alto y para lo más grande, con vocación de infinitud, por eso, como nos decía Escudero en un decálogo “el joven Saiano vive, ama, reza, trabaja, estudia, se esfuerza, sueña, se divierte… siempre a lo grande”. Y es que las cosas se pueden hacer de muchas maneras, pero tenemos que hacerlas a lo grande.

Participaron 27 jóvenes y muchos se disculparon por motivos de estudios, viajes, partidos de fútbol… otros compromisos. Me gustó lo que decía uno de los que llamaron: tengo que jugar al fútbol porque me he comprometido con este equipo, estaré todo el día pensando en la Marcha y en la gente, pero tengo que ser fiel a lo que me he comprometido, aunque perdamos. Esos son los jóvenes Saiano, los de la red, los que fueron, los del teléfono, los que se disculpan, los que participan, los que son responsables.

El día resultó espléndido. Sol, sin ser el calor asfixiante de otros años, una pequeña brisa, buen ambiente, buena gente, quizá más joven este año, y mucha ilusión. No nos conformamos con cualquier cosa y caminamos hacia una meta clara. En este mercado de paraísos que es nuestra sociedad, en el que nos venden todo y quieren que todo lo compremos, nosotros tenemos la mirada puesta más allá. Un momento muy hermoso de esta IX Marcha fue  cuando todos recortamos una “careta” con la cara de Ludovico Pavoni. Así, por arte de magia y de voluntad, en 3 minutos todos nos convertimos en Pavoni. Había 27 pavonis, con ganas de cambiar el mundo. Impresionaba ver por el camino a todos con la careta, y muchos nos preguntaban quiénes éramos y qué hacíamos allí. Como sueño, no está mal… habrá que hacerlo realidad.

Por la tarde celebramos la eucaristía. El p. Marcelo, como Superior provincial, agradeció el trabajo realizado el pasado 21 de abril en el cincuenta aniversario de la presencia pavoniana en España. Nos despedimos con cierta nostalgia, sin prisa, merendando y escuchando música en la pradera, conscientes de haber vivido una experiencia única que nos lanza a otras: los campamentos este verano, la experiencia en Taizé… y con el compromiso de no conformarnos con cualquier cosa.