El pasado 21 de abril, tuvo lugar en el Colegio de Valladolid la acción de gracias por estos 50 años

De todos los sentimientos humanos, la gratitud es uno de los que más honran a las personas. Es de bien nacidos. Por eso que decir "gracias" en este 50 aniversario de la presencia pavoniana en España, es mucho más que una expresión mecánica, mucho más que corresponder por el bien recibido. Reconocemos el bien que han hecho los que nos han precedido y los que siguen con nosotros, reconocemos con admiración la generosidad de tantos hermanos, el desinterés, el buen hacer... y damos gracias. Damos gracias a los pavonianos que vinieron a España en 1962, al Capítulo general que lo vivió como una interpelación del Espíritu, al Gobierno general que no dudó en lanzarse a esta aventura. Damos gracias a todos los que han ido poniendo su granito de arena, abriendo puertas, construyendo puentes... Imposible escribir todos los nombres que permanecen en la silenciosa memoria de Dios. Todos los benefactores que en este camino no han dudado en apostar por lo pavoniano, y lo han hecho de tantas y tan hermosas maneras.

El pasado 21 de abril, en el contexto de la XX Asamblea de la Familia pavoniana, fue un canto de acción de gracias. No podía ser de otra manera. Comenzaron al llegar ya el jueves y viernes los jóvenes, y mucha gente en autobuses, en coches... En la comida éramos 290 personas, y un sinfín de amigos, antiguos alumnos, rostros cercanos, conocidos y queridos. Todo estaba preparado para que todos nos sintiéramos "de casa". Y así fue. El ambiente se fue animando con hermosa intervención del p. Lorenzo Agosti, nuestro Superior general, sobre la actualidad del método educativo pavoniano y la emergencia educativa. Los testimonios de varios protagonistas de las diferentes épocas de estos 50 años, nos hicieron vibrar de emoción, y precisamente sentirnos protagonistas de esta aventura. En la comida, conseguimos acomplarnos con una diligencia excelente, y disfrutamos ampliamente de las viandas y de la compañía. El Acto Académico entrañable, lleno de fuerza, de color, de recuerdos y de mirada al futuro: "Vale la pena seguir". Y por último la eucaristía presidida por don Ricardo Blázquez, Arzobispo de Valladolid, que nos invitó a seguir en la brecha, a seguir siendo iglesia desde nuestro carisma concreto.

Agradecemos estos 50 años, y también la presencia de todos los que seguís con nosotros, a nuestro lado. Todos los que estuvistéis el día 21 haciendo de esa jornada una jornada única, todos los que colaborastéis de mil maneras, desde mover mesas, editar el vino, hacer fotos... Pero por ser un artículo personal permitidme un agradecimiento especial a los jóvenes. Ellos son la esperanza de la Iglesia y también de nuestra familia. Se interesaron ya por el evento en la Pascua y el jueves comenzaron a llegar. Informales, como siempre, muchos de ellos ni se habían apuntado. Me decían que si podían venir a dormir, que se apañaban con un cacho de suelo. ¡Cómo decirles que no! En ellos ponemos "las más hermosas esperanzas", como nos pedía el beato Ludovico Pavoni. Gracias a ellos, la comida del día 21 fue todo un éxito. Con un grupo de laicos excepcionales, sirvieron y trabajaron sin parar, no les dio tiempo a comer, bien dispuestos, obedientes, contentos de poder hacer algo... y además sonriendo y de buen humor. Y el espectáculo "Eres de casa" que ensayaron en pijama, hasta altas horas... porque se saben de casa. Me parece que en este caso han sido todo un ejemplo y una referencia para los adultos, y nos dicen con el Capítulo general, que son "tierra buena", capaces sin duda de lo mejor. Creedme que os recuerdo a todos con palabras emocionadas y de inmenso cariño. Podéis con todo y nos ponéis las pilas. Y estuvistéis hasta el domingo, sin dejarnos dormir, pensando ya en la Marcha. Gracias de verdad. Por vosotros, para vosotros, con vosotros... merece la pena. Por vosotros, jóvenes del 2012, vinimos a España y todo ha merecido la pena. Y una vez más lo habéis demostrado. En la Eucaristía hice una petición interesada y cómplice, una petición por las vocaciones a la Familia pavoniana, laicos y religiosos. Confío en Dios y en vosotros, en que sois capaces de lo mejor. No gastéis la vida en cosas que no merecen la pena. Apostad en serio por Jesucristo, y por el estilo que compartimos, el pavoniano.

Pienso que en este cincuentenario, el agradecimiento nos lleva a la armonía, a la paz interior y sobre todo hacia el futuro. Pavonianos, 50 años entre los jóvenes. Hemos recibido tanto y de tantas maneras, que no lo podemos guardar sólo para nosotros sino que debemos hacer que llegue a otros. Como en el episodio de los diez leprosos de Lucas 17, también nosotros volvemos nuevamente los ojos al Señor, de quien procede todo bien, y le decimos sencillamente: gracias. Bendecidos en el Hijo Jesús, bendecidos en el padre Pavoni, bendecidos en nuestras comunidades, en los laicos y religiosos, bendecidos en los jóvenes y en la fecundidad, no podemos por menos que seguir siendo bendición para quien nos encuentre, especialmente para los jóvenes más necesitados, que siguen siendo, como hace 200 años en el Oratorio de Pavoni, nuestra razón de ser.

Que el Resucitado y Pavoni nos regalen muchas jornadas como ésta.