Celebramos con profunda alegría y gozo espiritual, la solemnidad de la Inmaculada.

LA INMACULADA EN BOGOTÁ.

“Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo” (Lc. 1, 28)

Los hermanos religiosos y laicos de la familia pavoniana de Bogotá junto con los fieles de la Parroquia Cristo de la Paz, celebramos con profunda alegría y gozo espiritual, la solemnidad de la Inmaculada Concepción de María, Reina y Madre de nuestra Congregación. 

Ella la Madre, la llena de Gracia, nos visitó a las 5:30 a.m. con el rezo del rosario de aurora con una procesión en los barrios que hacen parte de nuestra parroquia, culminando en la Capilla de Nuestra Señora de los Valles.  Luego fuimos invitados por el Padre Gregorio a tomar  un chocolate caliente en la casa pavoniana, muy típico de esta tierra bogotana. Y a continuación participamos con fe en la renovación devocional de los votos perpetuos de los padres Agustín, Gregorio y Daniel así como de las promesas bautismales de los laicos asociados de la Familia Pavoniana.

Seguidamente, a las 8:30 a.m. rezamos el oficio de laúdes de la Solemnidad en el templo parroquial, al cual acudieron  muy tempranito fieles y devotos de la Madre Inmaculada, después se continuó con la primera eucaristía presidida por el Padre Agustín. 

Hacia el mediodía, se llevó a cabo otra eucaristía presidida con la alegría y entusiasmo del joven Padre Daniel, en la cual recibieron a Jesús Eucaristía los niños de nuestra parroquia luego de llevar un año preparándose  con la catequesis y las actividades que la  parroquia con espíritu pavoniano les ofrece para su crecimiento en la fe e integración en la comunidad cristiana.

Y así, transcurría nuestro día,  pero no toda la celebración terminó allí, en horas de la tarde a las 7 p.m. el hermano  Meyer Polo Sánchez  hizo la renovación de su profesión de votos religiosos, acompañado con sus hermanos de comunidad, amigos, miembros de la familia pavoniana y fieles de la parroquia. Expresando con ello el agradecimiento a Dios por este primer año como consagrado, y renovando su “Sí” al llamado que el Señor le hizo en la Congregación de los Hijos de María Inmaculada.

La celebración eucarística estuvo impregnada del espíritu propio de esta fiesta que sentimos tan querida y nuestra, presidida por el Superior de comunidad, quien nos hizo una vehemente exhortación e invitación a acoger,  como María,  ese proyecto de Dios sobre cada uno de nosotros:  vivir nuestra fe con “alegría”, ayudados por la “gracia” de Dios para ser santos como verdaderos hijos de María y confiando en que “el Señor siempre está con nosotros” en la realización de este proyecto de vida cristiana auténtica, porque ciertamente renovar nuestra consagración, significa renovar un don que Dios nos concede  y a la vez, un compromiso de entregarnos generosamente a cumplir su voluntad.

Con estos sentimientos de alegría y acción de gracias, les deseamos a todos un buen adviento, en espera de la llegada del Señor, que el Beato Padre Fundador interceda por cada uno de nosotros y nos dé su bendición.  ¡Viva Jesús, Viva  María!

Hno. Meyer Polo Sánchez