Breve crónica de los días previos en Valladolid, para caldear los ánimos

Uno de los objetivos de la Jornada Mundial de la Juventud era poner a los jóvenes en contacto con las raíces espirituales de Europa y de España. Tenemos un hermoso patrimonio que mostrar y unas raíces únicas que nos recuerdan que estamos  “arraigados” en Cristo. Así lo quisimos expresar poniendo un árbol en el centro de la capilla. Andrés se encargó de la adecuación y entre todos hicimos que al árbol le salieran hojas. Cuando la Comisión de PJV nos poníamos en marcha pensábamos en los lugares cercanos que sabían a raíces. Así, el día 13 de agosto, hicimos una preciosa ruta teresiana, intensiva pero profunda. La Santa nos habló de su vida en la Encarnación, en su Casa Natal, en su sepulcro en Alba de Tormes, en la Catedral de Ávila. En estos tiempos recios, que diría ella “hacen falta amigos fuertes de Dios”. Vivir la vida a medias, sería un despropósito, por eso es necesario poner todo lo que somos al servicio de Dios y de los demás. La majestuosidad de la muralla nos recordó el castillo interior que decía la Santa, y la belleza de los claustros y patios de Salamanca, nos cautivo sobremanera: las Dueñas, San Esteban y el Derecho Internacional, la Catedral Vieja, la Pontificia, la Casa de las Conchas… Ante tanto hartazgo de arte, con el cuerpo y la mente sin saber ni dónde estábamos, fuimos a parar a Proyecto Hombre de Salamanca, donde nos sirvieron una suculenta comida. Nuestro anfitrión nos agasajó con las mejores delicatesen de la capital charra y al hartazgo de arte se sumó el de las viandas. Por la noche, Salamanca y su plaza, siempre excepcional acogió nuestro grupo, siempre dispuesto para hacer un buen corro y hacer una danza, una canción… Sin duda fue una ocasión para contactar con las raíces de nuestra fe. No contentos con semejante tourné, al día siguiente fuimos a otras raíces, las del hermano Rafael Arnáiz, en la Trapa. Algunos se durmieron acurrucados por el gregoriano de las Primeras Vísperas de la Asunción, pero todos descubrimos un mundo precioso para la Iglesia: la vida monástica tal y como la entendió este santo de nuestro tiempo. Redondeamos esta visita con la película “De dioses y de hombres” que interpeló fuertemente a los jóvenes. La basílica de San Juan de Baños, tan radiante y coqueta, nos hizo también beber en la fuente de la fe de nuestros mayores. El chocolate y la verbena por la noche en la plaza de Portugalete con algún que otro penicilino, nos hicieron volver nuevamente a la tierra, y poner nuestros pies en ese camino que hacíamos hacia la JMJ. También entre las raíces, hay que destacar el encuentro con San Juan de la Cruz en Segovia, y la renovación del bautismo a la sombra del Acueducto romano. El p. Julián nos acompañó en esta ocasión, haciéndonos reflexionar sobre la importancia de este sacramento en nuestras vidas.  Y es que un árbol sin raíces, es un árbol que se muere.

            Valladolid, parecía engalanada para esta gran fiesta de la juventud. El Museo Nacional de Escultura, las Isabelas con dulces incluidos, las Clarisas… nos abrieron sus puertas y todos disfrutamos de esta ciudad abierta e histórica. Así nuestro querido Colegio, que se vio otra vez lleno de jóvenes y de ruido, se convirtió en posada y en lugar de paz, del que algunos, hartos de tanto ver y viajar, no querían salir. Las calles de Valladolid, el ambiente que se respiraba… nos hacían ya presagiar lo que nos esperaba en Madrid. Muchos jóvenes, mucha ilusión y mucha fe. Y nosotros, de rojo, “con la mirada en Jesucristo”, como decía la camiseta que hicimos para la ocasión citando a Pavoni. Sin duda se nos vio, y así lo reflejó la prensa local en tres ocasiones, oportunamente informada por el gabinete de prensa.

             A través de diversos momentos de oración y reflexión, fuimos “salpicando” y dando sentido a estos días, recordando que todos somos buscadores de Dios, que debemos ponernos a tiro para que él nos encuentre y nosotros nos encontremos con él; que María es para nosotros modelo y referencia. También celebramos el perdón como encuentro con el Dios de la misericordia en una celebración emotiva y sentida, y renovamos el bautismo con una entrega solemne del Credo de los Apóstoles. Un lugar importante ocupó durante estos días la catequesis del Superior general sobre la vocación de Ludovico Pavoni y la vocación a la Familia pavoniana. Por su interés para todos, la publicamos en la sección de “artículos” al pie de la página web. Medio en italiano, medio en español, nos fuimos entendiendo y fuimos trabando una amistad que costará mucho borrar. El facebook, el tuenti y otras redes sociales son testigos de la amistad que se ha establecido entre nosotros. No son pocos los que proponen revivir la experiencia en Saiano el próximo año. Todo se andará, amigo Sancho. Pero por ahora, nos quedamos a las puertas de Madrid.