Con el corazón todavía en Madrid, la comisión de PJV nos envía esta nota de agradecimiento

El pasado 21 de agosto concluía la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid. Una experiencia muy rica que comenzaron a vivir los voluntarios el pasado 8 de agosto, y que se ha prolongado desde el 12 hasta el 21 para más de un centenar de jóvenes pavonianos. Como balance, podemos decir que la experiencia ha sido un éxito, aunque siempre haya flecos y aristas que limar. Será en la próxima ocasión. Ese mismo día por la tarde Benedicto XVI se reunió con 14.000 voluntarios para agradecerles su labor y su dedicación en la JMJ. Antes de partir hacia Roma, les decía: “Con vuestro servicio, habéis dado a la Jornada Mundial el rostro de la amabilidad, la simpatía y la entrega a los demás… He querido detenerme a daros las gracias muy vivamente por vuestro inestimable servicio. Es un deber de justicia y una necesidad de corazón”.

Nuestra primera palabra sobre la JMJ necesariamente tiene que ir dedicada a los voluntarios. Agradecemos así, desde la web, tantos desvelos, trabajos y esfuerzos en los días previos al a JMJ y durante la misma. En nuestra participación particular destacan los voluntarios jóvenes entre los jóvenes. Se trata de rostros conocidos y amigos que han dado el do de pecho aportando lo mejor de sí mismos: Manu, Marta, Rosa, Wendy, Óscar, David… Gracias porque vuestro tiempo ha sido para todos, y porque habéis disfrutado prestando un servicio a los demás, haciéndolo con simpatía, con amabilidad, estando pendientes de los detalles… Gracias a vosotros han funcionado las excursiones, la pirotecnia, la adecuación de espacios, la economía, la logística… Os invito a leer con atención las palabras de Benedicto XVI a los jóvenes voluntarios, dirigidas también a vosotros: “Tengo la certeza de que esta experiencia como voluntarios os ha enriquecido a todos en vuestra vida cristiana, que es fundamentalmente un servicio de amor. El Señor transformará vuestro cansancio acumulado, las preocupaciones y el agobio de muchos momentos en frutos de virtudes cristianas: paciencia, mansedumbre, alegría en darse a los demás, disponibilidad para cumplir la voluntad de Dios. Amar es servir y el servicio acrecienta el amor. Pienso que es este uno de los frutos más bellos de vuestra contribución a la Jornada Mundial de la Juventud”.

No podía faltar en esta experiencia el grupo tan entregado de miembros de la Familia Pavoniana. Decía de San Ignacio de Loyola uno de sus contemporáneos: “Nunca manos tan vacías dieron y darán tanto a tantos; dispuestas a ayudar y servir, siempre abiertas a quien las necesita. Su pobreza es su riqueza y su verdad es Jesús”. Laicos y religiosos, hemos trabajado codo con codo en una empresa sin tregua ni descanso. Trayendo, llevando, adecuando, escuchando, haciendo fotos, prensa, fregadero, cocina, arreglos… Con vuestra disponibilidad mostráis a los jóvenes y a la Iglesia el auténtico rostro de nuestra Familia. Por eso os decimos gracias con emoción y con sinceridad. Nosotros no podemos pagaros, por eso os decimos que Dios os lo pague. Andrés, Mamen y Jose, Mere y Anita, Toñi y Gregorio, Paula y Mª Carmen Vaca, Amelia, Juani, Mª Carmen Mellado, Sonia, José Félix, Fernando y Mauro…sin olvidarnos de Ricardo, Marcelo y Modesto, que por servirnos más y mejor, tuvieron que ver al Papa por la tele y de aquella manera. Vuestros nombres quedan escritos en el Libro de la Vida, donde se escriben los nombres de las personas nobles y generosas. Gracias por seguir creyendo y apostando por los jóvenes al estilo de Pavoni. El Papa pedía a los voluntarios que “guardaran esta gozosa experiencia en el corazón para que les sirviera para seguir creciendo en la entrega a Dios y a los hombres”. Junto a este grupo han estado nuestros hermanos italianos Delio, Paolo, Carlo y Giorgio, y un grupo convencido de jóvenes educadores italianos. Sin vosotros hubiera sido imposible esta empresa. Gracias por estar ahí para todo lo que hiciera falta.

Agradecemos también inmensamente la presencia, la palabra y el testimonio del p. Lorenzo Agosti, nuestro Superior general. Decía uno de los jóvenes: “Ese hombre es un hombre bueno, come siempre el último, participa con nosotros en todo y no se hace notar”. Así como la levadura fermentando la masa, así ha estado nuestro Superior general entre los jóvenes de la JMJ, y eso nos llena de orgullo. Su palabra nos ha edificado y su presencia ha sido para nosotros como la presencia paternal del padre Pavoni.

Por último, habría que hacer un elenco de aquellos que han abierto sus puertas y su corazón para que esto funcionara: los pp. José Rossi y Miguel Ángel Cuadrillero con las traducciones, el p. Julián con su reflexión sobre el bautismo, las Isabelas de Valladolid, las Clarisas, nuestras hermanas Concepcionistas, las Misioneras de Jesús María y José que nos acompañaron en varios momentos, los monjes de la Trapa y su abad y sacristán tan atentos, la Universidad Pontifica de Salamanca, el Museo Nacional de Escultura, Manolo Muiños y todos los chicos de Proyecto Hombre de Salamanca, las dominicas de Salamanca, el párroco de San Juan de Baños, los carmelitas de Segovia, las Delegaciones de Jóvenes de las diócesis de Ávila, Salamanca y Valladolid, la parroquia de Vicálvaro, los conductores que nos han traído y llevado…  Gracias a todos los que desde la “sombra” habéis rezado y os habéis hecho jóvenes con los jóvenes.

            Terminamos esta nota de agradecimiento con las palabras de Benedicto XVI a los voluntarios. La experiencia que habéis tenido durante estos días puede prolongarse todos los días de vuestra vida. Es una experiencia fuerte, que fatiga… pero una experiencia que merece la pena y que llena. “Es posible que en muchos de vosotros se haya despertado tímida o poderosamente una pregunta muy sencilla: ¿qué quiere Dios de mí? Dejaos llevar por el Señor y ofreceos como voluntarios a su servicio. Vuestra vida alcanzará una plenitud insospechada… Que respondáis con amor a quien por amor se ha entregado por vosotros”.

            Pedimos a Dios, en esta fase final de la JMJ, que de estos jóvenes, voluntarios y participantes, surjan vocaciones generosas para nuestra Familia y para la Iglesia. Gracias de corazón.