Qué podemos esperar de la próxima JMJ, desde dentro y desde fuera

Quedan sólo 17 días para encontrarnos todos en la Jornada Mundial de la Juventud. Será una gran fiesta no sólo para los jóvenes ‘pavonianos’… sino para todos los jóvenes cristianos del mundo. De España, somos 51. Una gran fiesta que tiene su centro en Jesucristo, como ha insistido en numerosas ocasiones la organización y la Comisión de Apostolado Seglar de la Conferencia Episcopal española.

El motivo, la fe que nos empuja a celebrar, la ilusión, la fuerza de los jóvenes, su forma de ver el mundo, de ver la fe y de ver a Dios. Y todos nos contagiaremos y renovaremos en esta gran fiesta, en este macroencuentro que espera llegar a los 3 millones de jóvenes.

Por nuestra parte, hemos hecho todo lo que podíamos, hemos preparado todo con ilusión y hemos intentado revitalizar todas las fuerzas jóvenes de la Provincia. Se nos unirán otros 55 jóvenes italianos, acompañados por pavonianos laicos religiosos, y todos nos uniremos a esos cientos de miles de jóvenes que se confiesan creyentes. Será una hermosa expresión de la comunión de la Iglesia.

Por mi parte, recuerdo la primera JMJ en la que participé, casi por casualidad, en 1989 en Santiago de Compostela, con un Juan Pablo II casi joven, sintonizando con los jóvenes y haciéndoles protagonistas de su historia y de su fe. En los que en aquel tiempo éramos jóvenes, quedan grabadas su voz, su recuerdo, sus palabras… Personalmente me impresionó mucho la persona de Juan Pablo II, convencido y convincente, un papa joven. Pero más me impresionó la subida al Monte del Gozo, la auténtica riada humana de gente que iba todos en la misma dirección, y la fiesta en el Monte del Gozo recién ‘arrasado’ para esta fiesta, lleno de color, de jóvenes que no se alcanzaban a ver con la mirada. Recuerdo con nitidez la noche al raso que pasamos allí, con el rocío gallego cayendo sobre nosotros. Una auténtica fiesta.  Con motivo de las últimas canonizaciones en Madrid en el 2003, tuve también la suerte de acompañar a Juan Pablo II en Cuatro Vientos y concelebrar con él en la Plaza de Colón. La noche anterior fue una fiesta muy parecida a la de la JMJ, en Cuatro Vientos, varios camiones regando a los jóvenes peregrinos que se habían dado cita en el aeródromo… Un auténtico espectáculo. Madrid era una fiesta llena de color, de jóvenes, de gente… y ahí sí que impresionó más la figura de Juan Pablo II, anciano, muy enfermo, pero ‘resucitado’ cuando se encontró con los jóvenes. “La verdad, no se impone, sino que se propone”, nos decía. Y entusiasmados le aclamamos en aquella hermosa Vigilia. No cabe duda que el creador de las JMJ era un hombre profundamente convencido, amante de los jóvenes, enamorado de ellos. Y es que sin querer a los jóvenes y enamorarse de ellos, poco futuro se puede esperar.

Veintidós años después de aquella primera JMJ, se puede decir que uno ha dejado ya de ser joven, aunque participe en este acontecimiento casi como una inclusión semita, con la misma ilusión, un poco menos de inocencia, pero con más bagaje y visión de conjunto, sin duda con más amor a los jóvenes y a la Iglesia. También para los adultos que acompañamos a jóvenes, será una experiencia importante y enriquecedora, esperemos que de encuentro con el Señor.

Como pavonianos, estamos llamados a experimentar que “los jóvenes son tierra buena, tierra de la llamada. No tienen miedo al sacrificio, sino a una vida sin sentido”, como nos decía nuestro último Capítulo general. A través de nuestra presencia, de nuestros medios, de nuestro interés… estamos llamados a poner a los jóvenes en el centro de nuestra misión, y a dejarnos contagiar por sus ideales y por su ilusión. Decía Pedro Poveda, canonizado en esa celebración del 2003 en Madrid: “¿Quiénes hacen la revolución? Los jóvenes. Ellos la prepararon y la trajeron. ¿Quiénes son los que reaccionan? Los jóvenes. ¿Quiénes los más valientes, intrépidos, temerarios, arriesgados? Los jóvenes. ¿Quiénes son los que tienen ideales, los que se olvidan de sí, los que encienden el fuego? Los jóvenes. Me preguntaréis ahora qué podéis hacer. Vosotros podéis conquistar el mundo, ni más, ni menos”.

Los jóvenes, con Jesucristo, serán los grandes protagonistas de esta JMJ. Su arrojo, su fuerza creadora, su juventud… regalo de Dios para la Iglesia del 2000.