Un año más se ha realizado el “milagro de la Pascua” en el grupo de 30 jóvenes que, procedentes de nuestras comunidades, ha participado en la Pascua Juvenil Pavoniana. El milagro que se realiza es siempre el mismo, descubrir la presencia de Jesús resucitado que “pasa” a nuestro lado, que nos toca con su mano, su mirada y su palabra, que no nos deja igual que estábamos sino que nos cambia profundamente. Es una experiencia gozosa que, los que llevamos más años participando en esta experiencia, descubrimos ya el sábado por la tarde. La Pascua de Jesús nos cambia, y es más nos impulsa a compartir con otros lo vivido, y aunque siempre es la misma, no siempre nos encuentra igual, y cosas que otros años no nos afectaban, éste año nos llegan de otra manera. Sin duda para el equipo de animadores, es un milagro. La finalidad última de la Pascua, que es el encuentro con Jesus, el Cristo de la fe celebrado en los sacramentos y vivo en la Iglesia, un año más se ha cumplido con creces.
La idea de este año, en sintonía con la Jornada Mundial de la Juventud que tendrá lugar en Madrid en agosto, era descubrir y sentir “el placer de creer”. Hay placeres de los sentidos, placeres físicos, gastronómicos, visuales, psíquicos, estéticos, intelectuales, lúdicos, emocionales… Todos ellos nos humanizan, nos hacen más personas y más felices aquí y ahora. Pero hay otro placer inenarrable, que es el de sentirse elegido, amado, querido, bendecido… por Dios y por los demás, que cambia nuestra vida y nos hace vivir con otros horizontes y otras metas. Desde una sana antropología, descubrimos al Dios creador, dando sentido a todo, viendo que todo era bueno, y al Dios salvador que en Jesús nos ha regalado el gozo de la fe. Cuando se siente este placer, uno no puede callarse.
Comenzábamos el jueves día 21, más a o menos a las 12 h., porque el grupo de Vicálvaro se retrasaba y no podíamos empezar sin ellos. Un primer dilema se nos planteó: ¿Creer con la cabeza o con el corazón? Fuimos conociéndonos y metiéndonos en la dinámica de la Pascua, que es un no parar, y por la tarde recorrimos, bajo una lluvia de bendición, los diferentes territorios del Jueves Santo: el territorio del servicio en Fuentedorada lavando las manos a la gente, el territorio del sí y del no poniendo nuestra huella, el territorio de la entrega danzando, el territorio de la traición en las Isabelas, el del perdón en María Inmaculada y el de la generosidad con María de Betania a en las Descalzas Reales. Como una sopa, llegamos al Colegio y celebramos el territorio del hogar con la Pesaj judía (la cena pascual judía), con un hermoso cordero lechal que nos proporcionó Óscar, sangre en las jambas incluida, los pequeños fueron preguntando a los mayores. Bridis, bendiciones, salmos… y terminamos con la Cena del Señor en la que confluyó todo lo vivido durante el día. Muy emotivo fue el lavatorio de pies, lleno de contenido desde la experiencia de la tarde y la Oración por Japón, recordando a las víctimas del tsunami y terremoto. En el día del Amor Fraterno, no podía faltar el recuerdo a esta gente que actualiza la pasión de Jesús. Con diversos ideogramas, flores, incienso, símbolos… y las famosas grullas, expresamos deseos y mensajes de solidaridad con todas estas personas.
El Viernes Santo por la mañana, después de ver la película “Proceso a Jesús”, lo ocupamos juzgando a los diferentes personajes de la pasión, a Caifás, Herodes, Pilato, Judas, el centurión… en una maravillosa representación del grupo de Cáceres, y muchos de ellos quedaron absueltos, quizá gracias al abogado defensor. En este drama de la pasión, todavía abierto en tantas personas, todos nos descubrimos culpables y traidores. Por la tarde, después de la catequesis y el ensayo de cantos, trabajamos sobre “creer con los cinco sentidos”, y en la celebración de la pasión y muerte del Señor, agradecimos poder vivir, sentir y creer con los cinco sentidos. La pasión fue representada en diferentes lugares del Colegio, bien dramatizada, los personajes bien caracterizados… Para la adoración de la cruz, fuimos a buscar la cruz a las monjas Concepcionistas nuestras vecinas, la trajimos en procesión cuando nos dejó la lluvia, y la adoramos con fe, con escritos, con lamparillas… La mirada de Jesús en la cruz, se iba clavando en nosotros y nos iba llegando su llamada, su mensaje, su testamento…
El Sábado Santo, nos sorprendió un precioso día, que aprovechamos para ir andando a Renedo por la senda verde orilla de La Esgueva. Un paseo delicioso que algunos hicieron cantando y bailando, y al llegar el “Valle de los seis sentidos”. El Antiguo palacio de los Power al que íbamos de niños a jugar, se ha convertido en un parque temático con juegos para todas las edades. Allí disfrutamos con la barca, el pasadizo, la tirolina… como los enanos, descubriendo otro placer, el de jugar. De regreso a casa, se nos plantearon varias cuestiones: creer o confiar, creer y crecer, creer contracorriente, creer cuando estás hecho polvo, creer en el Dios de lo normal… y cada uno escribió su credo para la celebración de la Vigilia Pascual. Ésta la comenzamos a las 12,30 h. de la noche y se prolongó hasta altas horas. En la Vigilia, destacó la liturgia bautismal, en la que, según el proceso y la fórmula de los primeros cristianos, renovamos la fe. Los animadores entregaron a cada uno el símbolo de los apóstoles y los que quisieron leyeron el credo que habían escrito. La Vigilia Pascual fue un derroche de creatividad, de buen humor, de imaginación… A todos nos gustaron las sombras chinescas del Éxodo, o la bendición del agua, o la explosión del gloria, o la traca del comienzo… Amanecimos de aquella manera cantando y bailando música del Karoke, contentos de celebrar un año más la Pascua de Jesús.
Despertar al personal y recoger la casa, fue otra cosa, pero hay que decir que todos colaboraron en la medida de sus fuerzas, sueño y demás. Contentos, un poco nostálgicos, un poco perdidos y encontrados, nos despedimos hasta la Marcha, conscientes de haber vivido una experiencia única, que alguno decía, “parece que llevamos aquí un mes”.
Gracias a todos los pascueros, y especialmente a los incombustibles, a los que año tras año acudís a esta cita porque es importante para vosotros. Gracias impagables a los animadores y al grupo de adultos, que marcáis estilo. Gracias y felices pascuas para todos. Que sintamos que esta alegría no es una meta, sino una forma de viajar y de hacer camino, y que así sigamos repitiendo.
Bienvenidos los de Vicálvaro. Un placer teneros con nosotros.