El pasado 2 de abril en Valladolid, con una numerosa participación de miembros

“Familia para la misión”, fue el lema de la XIX Asamblea de la Familia pavoniana Española, que tuvo lugar en Valladolid el pasado 2 de abril. En sintonía con el tema del año y con el Documento capitular, quisimos reflexionar juntos sobre la importancia de la misión para nuestra familia. La Iglesia, nos decía por la mañana Alfonso Salgado, de la CVX de Salamanca, no es para sí misma, sino para el mundo, así también nuestra Familia está llamada a vivir un “descentramiento” hacia los otros especialmente hacia los más pobres. En palabras de Ignacio de Loyola, nos decía Alfonso que “mucho ayuda salir el propio amor, querer e interés” hacia el mundo, donde están las necesidades y los problemas. Y todo esto como una vocación, como una llamada que recibimos en comunidad. El centro de la comunidad debe ses la misión, y los dueños  los pobres, no nosotros. La pregunta no puede ser tanto qué podemos hacer, sino qué nos está pidiendo el mundo. Con el compromiso permanente de los laicos con la comunidad, comienza una nueva etapa en la que no se entiende una parte sin la otra, “a partir de este momento tú nos perteneces y nosotros te pertenecemos”.

Nos hablaba también Alfonso Salgado del “voto” de disponibilidad de los laicos. A veces vivimos la esquizofrenia de pensar que hay cosas santas y cosas que no lo son, es decir que en las pequeñas y grandes cosas de cada día propias de laicado, lleven o no el apellido “pavoniano”, es allí donde se expresa con fuerza la vocación y la misión pavoniana. Es por ello que estamos llamados a ser profundamente mundanos, es decir encarnados, y a ser rupturistas dese dentro. A veces gastamos demasiadas fuerzas en la conservación de las estructuras y de las obras, y nos olvidamos que la Iglesia y nuestra Familia es para la misión y para el mundo, que tenemos que salir y romper moldes, y ser creativos, contemplativos pero en la acción. Todos agradecimos las palabras de Alfonso, su referencia continua a Ignacio de Loyola y al carisma de la Compañía de Jesús, encarnado en la CVX, y sobre todo su fuerza y su empuje a la hora de transmitir su experiencia como padre, esposo, profesor universitario  y presidente de de esta Asociación Internacional de laicos.

Después del café de rigor, Mª Luisa, de las Hermanas Auxiliadoras, nos habló sobre una experiencia concreta de misión compartida y de trabajo conjunto: la Red Íncola. Se trata de una red formada por varias congregaciones e instituciones, que apoya a la población inmigrante en mayor precariedad y promueve sus derechos y su dignidad. En la acogida, las necesidades básicas, la integración laboral, la formación, la integración social, la sensibilización… trabaja esta Red con un montón de recursos. Nos decía Mª Luisa, que la red surge ante la necesidad de integrar preguntas duras, preguntas que todos nos hacemos y que poniéndolas juntas pueden encontrar alguna respuesta y concreción. En la Red, hay un sustrato común de ideas y principios, y cada uno ofrece lo que tiene, siempre caminando hacia una sociedad intercultural, donde haya “menos fronteras y más puertas”. Su testimonio nos llenó a todos de ilusión y de horizontes, sobre todo al ver las inmensas posibilidades de l trabajo conjunto.

Después de la comida a la que se unieron algunos más, fuimos a ver el Museo Oriental que los Agustinos Filipinos tienen en Valladolid. El motivo era aprender un poco más y solidarizarnos con el reciente terremoto de Japón, así como con nuestros hermanos de Filipinas. Dábamos así otro formato a la Asamblea, sabiendo que también la convivencia, el encuentro, el salir juntos, el diálogo… hace familia, y el objetivo de este encuentro se amplía. Realmente el Museo, explicado por el p. Blas Sierra, máximo especialista en la materia, resultó sorprendente para grandes y pequeños. Una visita que mereció la pena desde muchos puntos de vista. Se veía, como es natural, más interés en las salas dedicadas a Filipinas.

Acabamos la Asamblea con la Eucaristía, presidida por el p. Marcelo, en la que cual se nos recordó la importancia que tuvo en la vida y en la actividad de Pavoni la misión, ese salir hacia los otros. Por la noche, los que quedaron fuimos a dar una vuelta estrictamente turística por Valladolid, encontrando esta ciudad preciosa y acogedora en todas sus calles y plazas, pero con muy mal aparcamiento. Al día siguiente,  nos despedimos con la eucaristía en las Hermanas Concepcionistas Franciscanas del Convento “Jesús María”. Las hermanas, como siempre nos acogieron con los brazos abiertos, con cantos y danzas keniatas, para variar, y con su eterna sonrisa. Ellas también, partícipes del carisma pavoniano desde hace tantos años, forman parte de nuestra Familia.

Quedamos así emplazados para la siguiente Asamblea, que será la XX, y que tendrá lugar en el 2012, año en que recordaremos 50 años de la llegada de los primeros pavonianos a España, deseándonos que los 40 miembros que asistimos en esta ocasión, se triplicaran para este acontecimiento. El espíritu de familia, y la llamada urgente a la misión, fueron las claves que quedan en la memoria de esta XIX Asamblea, Familia para la misión.