Durante el puente del Pilar, chavales y educadores de Villa Urigain

Un grupo de 22 personas, 14 chicos y 8 responsables educadores, hemos querido un año más cumplir con la tradición de encontrarnos en Aragüés del Puerto, (Huesca), en una casa fabulosa que nos prestan los jesuitas, durante el puente del Pilar (de viernes a martes).

Nuestro interés en esta ocasión ha sido el mismo de otras ocasiones: dejar un poco la monotonía, estrechar nuestras relaciones, conocernos en ambientes distintos, disfrutar de la naturaleza, descubrir nuevos lugares, aumentar nuestro capital cultural…

Los días antes de partir adelantamos a los que no conocían el Pirineo que conjurasen la reserva al posible frío con la belleza que sin duda descubriríamos…y así, la noche que llegamos, un grupo nos acercamos al pequeño pueblo de Aragüés y ya empezamos a descubrir la paz y el ritmo distinto al acostumbrado, que nos ofrecía un pequeño pueblo dominado por la piedra en sus fachadas y en sus calles, y embellecido aún más por la luz artificial de unos faroles preciosos. Todos sacamos la misma conclusión: ¡ha merecido la pena llegar hasta aquí! Abandonando el pueblo, nos dirigimos a la casa de los Jesuitas, bajo un cielo poblado de estrellas al que no pudimos resistir con emoción nuestra mirada, y poder comentar que nos perdíamos tantas cosas bellas de la vida, qué poco disfrutamos de lo sencillo, y qué misterio esconde nuestro universo…

El sábado desafiamos a los pronósticos del tiempo y fuimos de marcha a la Selva de Hoza, a descubrir Aguas Tuertas. El tiempo nos respetó, y si bien con ausencia de sol, alcanzamos nuestro objetivo. Desde allí arriba la contemplación del Pirineo se hacia cada vez más impresionante. Todo nos salió a pedir de boca…algunos llegaron antes, otros después, intentando animar y ayudar a quien menos podía. Nos encontramos con el imprevisto de un pequeño accidente: rotura de tres dedos del pie de uno de los chavales. Pero gracias a la colaboración de todos, pudimos bajarlo y llevarle a Jaca para que fuera enyesado.

El domingo se levantó con lluvia y tiramos de otro plan, más cultural que montañero: visitamos el Monasterio Románico de San Juan de la Peña, y Riglos. Fue una ocasión para adentrarnos en la historia y disfrutar con un guía de los restos artísticos que conservamos en nuestro país, al tiempo metíamos el gusanillo por la cultura. También si fue un día bastante lluvioso, demostramos que podemos vencer al mal tiempo con buena cara.

El lunes nos acercamos a Roncal, un pueblo de Navarra. Disfrutamos de nuevo de su belleza, de la compañía, y de una buena partida de frontenis.

El martes, recogimos todo y, con no poca pena, nos dispusimos a volver a Donosti. Nos quedaba un recuerdo imborrable, unos paisajes maravillosos y una buenísima convivencia entre todos. Aprovechamos el camino de regreso para visitar el pueblo medieval de Sos del Rey Católico, y el Castillo de San Francisco Javier.

Gracias a todos los que participaron en la convivencia, y a todos los que posibilitaron con su trabajo y conducta una bella experiencia.