Sobre el curso de Formación permanente, los que lo han vivido nos escriben

Queridos amigos,

Como es costumbre, con estas pocas líneas queremos expresaros, con sencillez y alegría, la convicción de haber vivido y de vivir el curso de formación permanente como un verdadero “tiempo de gracia”, capaz de traernos buenos frutos en nosotros pero, esperamos, también a toda nuestra familia.

Por eso, en primer lugar damos gracias al Señor que nos ha llamado de diferentes lugares y así, pese a ser pocos, nos ha dado la oportunidad de conocernos más de cerca ―ha sido el punto de partida, verdaderamente hermoso, que nos ha confirmado que realmente no se ama a quien no se conoce― y de escuchar de la voz viva de los Hermanos lo que la Congregación representa en Italia, España, Brasil, México, o el eco de su presencia en otras naciones.

En segundo lugar damos las gracias a todos los que nos han permitido vivir esta experiencia: a los Hermanos y Laicos colaboradores que nos han reemplazado en las actividades, a quienes nos han acompañado con su oración, a quienes han convertido Ponte di Legno en una casa acogedora y hospitalaria, a quienes nos han acompañado en las reflexiones, que han hecho nuestras jornadas intensas pero llenas de sabor.

En una atmósfera de fraternidad gozosa y de oración, hemos reflexionado sobre la actualidad de nuestra vocación, volviéndola a descubrir como un don recibido que debemos cuidar constantemente. Revisando la historia del p. Pavoni y el inicio de su fundación, aparece claramente, una vez más, la originalidad de su intuición carismática: una Congregación compuesta de “dos órdenes de Hermanos” que juntos se dedican a dar la familia y futuro a los jóvenes desfavorecidos. Las razones de fe profundas que le llevaron a entregar toda su persona “de buen grado” siguen siendo para nosotros, Religiosos y Laicos de la Familia pavoniana una llamada y una referencia imprescindible para evitar el riesgo de convertirnos en “profesionales del Reino”, pero con un corazón apagado y triste. De hecho, un análisis cuidadoso del mundo de hoy y del tiempo en que vivimos ha puesto de relieve que el carisma pavoniano sigue siendo valioso y actual. Esta constatación, combinada con una sana inquietud por el futuro de nuestra familia religiosa, comporta el deber de dar testimonio de nuestra opción vocacional con alegría y el “coraje” de proponerla como una posible opción incluso a los muchachos que la Providencia nos confía. Es un reto que parte de la disponibilidad para “estar con” ellos, supone el trato y la cercanía apasionados, y en cualquier caso no sólo es un deber indelegable por nuestra parte, sino que requiere la participación de todos y cada uno. En este sentido, nos gustaría recordar las conclusiones de las Jornadas de sensibilización de Lonigo que deben tener una aplicación urgente.

Aunque todavía debemos hacer frente a nuestras debilidades y pecados, a la necesidad de reconciliarnos con el pasado, parece cada vez más necesario hacer frente al nuevo y difícil reto de la interculturalidad. El Espíritu del Resucitado, el único que nos puede guiar por un camino de la fidelidad creativa y abierto a la renovación, nos da fuerza y nos permite mirar con optimismo hacia el futuro. En la fidelidad de Dios encuentra una base sólida nuestra fidelidad. En la intercesión de la Virgen Inmaculada y del Beato Ludovico Pavoni, ejemplos de generosidad que enriquecen nuestra “tradición”, crece “la certeza de que la Congregación es obra de Dios”; esta certeza “inspira nuestra gratitud, sostiene nuestra esperanza y anima nuestra fidelidad.”

Ahora los Ejercicios espirituales y la peregrinación a Tierra Santa completarán camino del curso de formación permanente. Nuestra esperanza es que todos podáis tener el gozo de un momento similar: por la experiencia que hemos vivido, os decimos que vale la pena.


Galería de fotos