Maravilloso campamento en Ayna (Albacete) con niños de seis nacionalidades

            Del 7 al 13 de agosto, ha tenido lugar en el pueblo de Ayna, en plena Sierra del Segura de Albacete, el Campamento Intercultural que organiza el grupo de Cáritas de la parroquia Espíritu Santo. Este año la ambientación ha tenido como lema “Ayna, la leyenda el Pirata”. Ayudados por el Capitán Garfio los chavales han ido afrontando diferentes retos, tales como la obtención de la Patente de Corso para poder ejercer la piratería en la zona, el aprendizaje de los piratas, el enigma del camafeo del pirata Malamadre (natural de Ayna, por supuesto), la búsqueda del tesoro, el mercado y las guarrerías piratas… En fin, que juegos, animación y gamberradas a los pobres grumetes, no han faltado.

            Una vez que subimos a la nave Pachamama, llegamos a Ayna y pusimos la bandera pirata en su sitio, toda la colonia fue nuestra. Nada se nos resistió, ni siquiera el tiempo, que fue de bonanza. Todos los asaltos, excepto el de las noches, los hicimos pacíficamente. Nunca pusimos el pie en la consulta del cirujano ni en las urgencias, buena señal, y todas las aguas de Ayna fueron nuestras, las de la piscina y las del río Mundo. Los grumetes disfrutaron como enanos que son, y aprendieron a través del paso de los días, valores como la diversidad, la tolerancia, el respeto, el descanso, el aprecio por la naturaleza y por el agua, y la importancia de hacer causa común y luchar con la misma bandera, valores que promueve Cáritas. Hasta el loro repetía entusiasmado: ¡Qué bonito campamento! aunque algunos se empeñaban en hacerle aprender palabras soeces propias de la tripulación.

            Personalmente, destacaría dos momentos importantes: el primero la noche de miedo, en la que entre todos resolvimos el enigma del camafeo de malamadre. El pirata por lo visto se retiró en Ayna y allí dejó esta preciada joya de la reina de Inglaterra. Otro momento bonito y feliz fue la mañana de “guarrerías piratas”, quizá el juego de la cocreta, o el de trapo lleno de devueltos, o el famoso concurso de eructos, o el chocolate a ciegas… llenaron de pintura y porquería a los chavales, y sobre todo de ilusión y de ganas de participar. A los monitores realmente hay que ponerlos un 10, por la entrega, la fuerza, las ganas, por la boda pirata que tuvimos en la cual contrajeron matrimonio nuestro querido Javi con Cristina, una pirata de allende Madrid, vamos manchega.

            Para los chavales que han participado, de 6 a 12 años, y para los monitores, ha sido una hermosa experiencia de colaboración, trabajo en equipo, descanso y convivencia. El día antes de irnos, algunos chavales pedían a gritos prolongar unos días más la aventura pirata. Comida tenemos, decían, aunque nos falte el ron. Evidentemente no se podía prolongar más, pero todos gustosos hubiéramos aguantado una semana más el asedio.

Gracias una vez más, también desde la web a los monitores de siempre que dan estabilidad y ritmo al Campamento Intercultural, a Mª Llanos y Cristina, a Eva y Javi, Matías y Paquita… y gracias por supuesto a los nuevos, afamados corsarios de otros mares, algunos de ellos muy conocidos por todos: Javi de Castro (alias Cebo), David de la Cruz (burgalés de pro), Alba proveniente de Ciudad Real, Álvaro… y por supuesto a la cocinera de los siete mares, que ha hecho las delicias de toda la tripulación.

Gracias también a todas las entidades colaboradoras, ya que hay que decir que la aventura pirata, como otros campamentos anteriores, se financian con aportaciones individuales, dinero de la propia parroquia Espíritu Santo y de otras entidades tales como el Banco de Alimentos, el Supermercado Alcampo, Superpermados Consum, la Excma. Diputación de Albacete, el Ilmo. Ayuntamiento, y este año con la generosa colaboración de la Obra Social de la Caixa. Gracias a todos los que hacéis posible, año tras año, esta aventura. Que el Padre, que es el mejor pagador, tenga en cuenta el esfuerzo que habéis hecho para que 53 niños, de 6 nacionalidades diferentes, pasaran unos días inolvidables y de ensueño.

Nos despedimos el día 13, con la amenaza de un pedrisco inolvidable en toda la zona, quedando para otro día, para ver las fotos y disfrutar de un chocolate, esta vez sin vendarnos los ojos.