Bajo la lluvia, pero con mucha ilusión celebramos esta fiesta en Albacete

        Ayer, día 28 de mayo, celebramos en Albacete la fiesta litúrgica del Beato Ludovico Pavoni. En primera fila, los laicos, religiosos de la Familia pavoniana y jóvenes Saiano, llevando y trayendo sillas, preparando la merienda, y haciendo todo lo necesario para que la gente estuviera a gusto. Participaron unas 70 personas, amigos, miembros de Encuentro Matrimonial, feligreses de las parroquias de Santa Ana y el Espíritu Santo, simpatizantes... Celebramos la eucaristía en el patio de nuestra casa de la Calle Hermanos Pinzón 35, como estaba programado, desafiando los elementos que preveían una borrasca sobre la ciudad. El p. Julián, superior de la comunidad, presidió la eucaristía y concelebraron con él, el salesiano Miguel vicario de la parroquia de San Pablo a la que pertenece nuestra casa, y Pedro Plaza, amigo y sacerdote del Espíritu Santo. El p. Julián, recordando el Año Sacerdotal, recordó el sacerdocio de Pavoni, y la vocación específica que cada uno hemos recibido. Especialmente significativo fue el momento de las ofrendas en el que los jóvenes del grupo Saiano trajeron al altar la imagen de Ludovico Pavoni, la sal, la luz y la levadura, signo del laicado, la estola, y el pan y vino. Estuvimos toda la eucaristía mirando al cielo y pidiendo para que nos dejara celebrar la eucaristía, y así fue. Justo al final, mientras venerábamos la reliquia de Ludovico Pavoni, comenzaron a caer unas gotas, y con gran rapidez y precisión, los miembros de la Familia pavoniana y jóvenes Saiano desalojaron el patio y montaron el pincho en el salón.

Como nota curiosa de esta celebración, en lugar de la tradicional cuerva, todos disfrutamos de un barril de 50 litros de cerveza fresca, cortesía de Antonio y Eva, y se puede decir que el líquido elemento corrió abundantemente por las mesas y los comensales, que se fueron para casa con pena por no poder acabar el barril. Todos disfrutamos enormemente de la fiesta de Pavoni, con la eucaristía, el cante y el baile, los pinchos, las tortillas, los suspiros... y la cerveza que alegró esta lluviosa tarde de mayo.

Nos despedimos algunos, casi a las 12 de la noche, sabiendo que algo muy fuerte e importante nos une, y es el recuerdo y la memoria del beato Ludovico Pavoni. Al despedirnos un deseo: “Que lo disfrutemos muchos años”.

         Gracias a todos los que hicisteis posible esta hermosa fiesta, a los del serpentín, a los laicos de la Familia pavoniana y a los jóvenes Saiano, y a todos los amigos que nos acompañasteis en esta ocasión, como signo de vuestra compañía y aprecio durante todo el año.