Con alegría comenzamos a recibir noticias que nos preparan a la fiesta de la Inmaculada

La realizamos el lunes 16 de Noviembre, que en Colombia es festivo, en una casa de retiro de los misioneros Monfortianos, “Villa Monfort”, situada cerca de Cumaral, un pueblecito a unos 15 Km de Villavicencio. Asistimos a ese encuentro seis laicos y cinco religiosos.

Comenzamos a las 8 h. con un momento de oración en la que leímos las lecturas del día. El ejemplo de los Macabeos nos invitó a ser fieles a nuestro compromiso hasta el final y el ciego Bartimeo nos recordó que muchos jóvenes siguen solicitando  nuestra ayuda.

Después el p. Vittorio hizo una relectura de la última Carta del Superior General, invitándonos a realizar un camino de santidad unidos con los laicos. Fortalecer nuestra fe, nuestra esperanza y caridad para llegar a dar la vida por Dios y por los jóvenes.  El tesoro del carisma pavoniano lo llevamos guardado en vasijas de barro, es verdad, pero el Crucificado no dejará que  sucumbamos en nuestra misión.

Después tuvimos una hora larga de reflexión personal, rodeados de una naturaleza que nos hablaba del amor y la grandeza de Dios. En ese tiempo meditamos el nº 7 del Documento Base de la Familia pavoniana, relativo a la Espiritualidad y la renovación de promesas bautismales de los Asociados, ya que, si Dios quiere,  el próximo 8 de Diciembre los seis miembros laicos de nuestro núcleo harán su primera renovación de las promesas.

Después de tomar un pequeño refrigerio, hicimos la puesta en común. Con humildad reconocimos que aún nos falta mucho para encarnar en nuestras vidas el carisma del p. Pavoni, pero también que ese carisma ha dejado una huella muy profunda  en nuestro espíritu y sabemos que esa huella no se va a borrar fácilmente.

Para ese momento ya todos estábamos un poco cansados por lo que aprovechamos para compartir  el almuerzo entre todos y después del almuerzo, ya con la barriguita llena, decidimos cambiar las dinámicas por una siestecita en el campo.

Aunque llegó una nube que quería dañarnos la jornada, sin embargo no nos asustó y después de la eucaristía de clausura, fuimos caminando hasta Cumaral, media horita más o menos y allí visitamos el templo y el parque central. A las 17,30 h. decidimos tomar un tentempié y de nuevo regresamos a nuestro hogar con el corazón lleno de esperanza.

En general pensamos que la tercera convivencia de la F.P. de Villavicencio resultó muy positiva, aunque en varios momentos anhelamos la presencia de nuestros hermanos de Bogotá y lo más importante es que regresamos con mucha esperanza. Por cierto, nuestra mayor esperanza es que nuestro grupo se afiance en el amor mutuo y si Dios quiere que aumente en número el próximo año nuevo.