Al término de los Ejercicios Espirituales el p. Mario nos decía adiós en una entrañable celebración

El viernes 28 de agosto, fiesta de San Agustín, despedíamos en Valladolid al p. Mario Parolini. El próximo martes partirá para Lonigo en Italia. A sus 80 años y aquejado de algunas dolencias, el padre se permite bromear sobre las veces que se ha despedido de nuestra Provincia y las veces en las que, providencialmente, ha vuelto, y por eso nos decía que la despedida no puede ser definitiva. Nos ha emplazado a todos en Lonigo para merendar salami y grappa y departir como a él le gusta. Después de 63 años como religioso pavoniano, conserva un fino sentido del humor que le hace relativizar los problemas y ver la vida como regalo de Dios.

En España ha estado 19 años, que él definía en su despedida como años de siembra, cosecha abundante y poda. Años que se han visto interrumpidos en varias ocasiones con idas y venidas del padre a Brasil y a Italia. Durante estos años le hemos visto como vicesuperior en Salamanca y como agricultor y vaquero en la Finca Fuente de San José de Monasterio de Vega en León. "Me llevo la imagen de San José Obrero", dice orgulloso el p. Mario, y es que este santo por lo visto ha protagonizado varios milagrosa en el tiempo de su gestión.

En el próximo número de la Revista Vida publicaremos sus palabras de despedida que no tienen desperdicio, llenas de ese fino humor que le caracteriza y sobre todo de amor a la Congregación y a nuestra Provincia en concreto. Agradecemos al p. Mario este testimonio desde el corazón.

Nuestra Provincia queda un poco huérfana con la marcha del p. Mario, el más veterano de nosotros y punto de referencia obligado en la Congregación. Sin duda le echaremos de menos, nosotros, la comunidad de Valladolid, las religiosas de Jesús María y José del barrio y las Hijas de la Caridad, comunidades que en los últimos años ha atendido como capellán sel padre, así como los devotos de El Carmen de Extramuros.  Nunca agradeceremos lo suficiente el p. Mario todos sus desvelos y preocupaciones, la discrección y el saber estar en cada momento, el amor que ha puesto en cosas tan concretas y cotidianas como el mantenimiento y el sostén de nuestras obras. En las palabras de despedida, el p. Marcelo en nombre de la Provincia hizo alusión a su sencillez y disponibilidad y a todo lo que ha sembrado entre nosotros. Que crezca la semilla.