También desde la Pascua Rural en Ayllón nos envían una crónica y unas fotos

 Un año más, un grupo de pavonianos hemos querido volver a vivir la Muerte y Resurrección de Jesús con esas personas sencillas y grandes de corazón de los entrañables pueblos segovianos de Ayllón y sus alrededores. Este año el lema de la Pascua era “Si no tengo amor nada soy”  título de la carta pastoral del obispo de Coria–Cáceres, don Francisco Cerrro. Y así nos dirigíamos hacia nuestro destino, alegres con una misión que cumplir: la de llevar amor en esos pequeños y acogedores pueblos.

Cómo en años anteriores los párrocos de Ayllón nos recibieron con la puerta abierta de su casa, agradeciendo de ante mano nuestra colaboración, de echarles una mano con los 12 pueblos que tienen asignados, nosotros también estábamos agradecidos el poder vivir y compartir con ellos las fechas más importantes del calendario cristiano, pero especialmente con esas personas agradables y humildes de los pueblos las mismas que nos abrieron las puertas de sus casas y sus corazones, las que al terminar la celebración estaban pendientes de todos los detalles, no solamente los de la Iglesia, sino especialmente los humanos, “ahora os venís a tomar una limonada”  nos decían  en Corral de Ayllón, nos invitaban a conocer sus tradiciones, sus inquietudes, sus alegrías, y sobre todo sus alegrías todo en torno a la Semana Santa, siempre encontrábamos un momento y un lugar para tener un conocimiento mutuo que nos enriquecía a todos.

Debemos de reconocer que la Pascua Rural, es una Pascua Compartida, donde no solamente está el trato humano sino también el sentimiento cristiano que se hace más patente en estos días, así tanto nosotros como las personas de los pueblos, ya tengan ocho u ochenta años, participamos con Alegría e Ilusión en todas las celebraciones de una forma activa, ya sea leyendo las lecturas, cantando, leyendo las peticiones o repartiendo una hojita de recuerdo con una pequeña reflexión del día al final de cada celebración, siempre teniendo presente que nosotros éramos los personajes secundarios, porque el fundamental era Jesús.

El Sábado era el día más esperado por todos, por la mañana hicimos una pequeña excursión a las cuevas de los Enebralejos en el pueblo de Prádena, donde pudimos ver algunas pinturas rupestres y una gran variedad de estalagmitas y estalactitas, también fuimos a ver el nacimiento del río Cega en Navafría tenía un paisaje esplendido donde la nieve era la protagonista y al fondo el gran chorro que da vida a este río.

Ya por la noche llegó el momento culmen del día: La Vigilia Pascual. Este año sería en el pueblo de Sta. María, donde nos congregamos unas ciento  cincuenta personas venidas de todos los pueblos, para celebrar la Resurrección de Jesús y así vimos como en las afueras de la Iglesia en la oscuridad de la noche surgió una luz nueva: Cristo. Y así empezamos a celebrar el paso de la muerte al la vida de Jesús nuestro Salvador.

Al terminar la Vigilia festejamos la Resurrección de Jesús con una chocolatada y una gran variedad de canciones ofrecidas por Javi Chales y Miguel Ángel Cuadrillero a estos dos se unió un vecino del pueblo, mientras unos bailaban y cantaban, otros hablaban con las gentes del pueblo, otros simplemente disfrutaban ver a la gente feliz y contenta porque Jesús ha Resucitado.

Quien piense que los cristianos no estamos de moda, les invito a participar en la Pascua Rural el año que viene allí descubrirán el verdadero sentimiento cristiano, como nos ha ocurrido a nosotros, que nos vamos a nuestras ciudades con las pilas bien cargadas de los entrañables pueblos segovianos.

 

Matías Arroyo

Familia Pavoniana de Cáceres