Los jóvenes pavonianos de Villavicencio nos cuentan cómo es la Navidad y su viaje a Bogotá.

El ambiente navideño comenzó en nuestra ciudad el día 7 de diciembre, víspera de la Inmaculada, con la tradicional Noche de las Velitas, en las que todas las familias encienden muchas velitas en la puerta de su casa, implorando la bendición de la Virgen Inmaculada y también se encienden las luces de las calles que adornarán las fiestas de Navidad. Ese mismo día tuvimos en la parroquia las primeras comuniones. Como eran 68 niños y niñas y nuestra capillita es pequeña, la celebración tuvo lugar en el polideportivo los Maracos. Gracias a la generosidad del Club Los Leones que donaron los vestidos, el ponqué y los adornos y a la colaboración inestimable de todos los catequistas, ese día fue un momento de ensueño para todos esos niños y niñas que parecían sacados de un cuento de hadas.

La siguiente semana el grupo de jóvenes, coordinados por el hermano Jesús, hicimos todo lo posible para recaudar fondos para los pasajes a Bogotá ya que estaban invitados por la parroquia Cristo de la Paz para representar la obra musical “Gospel”, incluso dimos una manita de pintura al Centro Juvenil para conseguir los últimos pesitos.

Bogotá está a solo 85 Km de Villavicencio, pero es otro mundo para los que siempre hemos vivido en el llano. El paisaje, el clima, las gentes, las costumbres, todo resulta novedoso y más en el alma inquieta de un joven de 18 años. Salimos a las 6 de la mañana de Villavicencio y cuando llegamos a Bogotá teníamos bastante hambre y frio, pero allí la comunidad pavoniana nos había preparado un suculento desayuno, después visitamos las calles de la parroquia y la bonita capilla de Nuestra Señora de los Valles. La tarde la dedicamos a ensayar la obra musical y después de la eucaristía llegó el gran momento, esperado durante todo el año: poder representar la obra en la parroquia pavoniana de Bogotá. No les puedo contar las emociones vividas, sólo decirles que cuando escuchábamos los aplausos del público, nuestro corazón se llenaba de alegría. Por la noche, los jóvenes de Bogotá nos habían preparado una rumba y así nos la pasamos bailando en la casita de la parroquia hasta la media noche. ¡Habíamos planeado tantas cosas para esa noche!, ¡íbamos a dormir y a recochar en el piso con unas ligeras colchonetas, a modo de campamento!; pero entre el frío y el cansancio que teníamos acumulado a nadie se le ocurrió gastar ninguna broma y nos dormimos bien prontito. ¡El hermano Jesús casi no se lo creía!

Al día siguiente fuimos al Parque Simón Bolívar y allí nos cayó un severo aguacero, pero eso no nos desanimó, jugamos a “micos a sus palos”, también jugamos fútbol en el pasto y paseamos por el lago. ¡Todo era tan lindo que alguno metió la pata en el barro por querer hacer una foto a los paticos! Desde lo más alto de la escalinata otro joven  se sintió como Leonardo di Caprio en la proa del Titanic. Después, al atardecer, visitamos el Centro Histórico de Bogotá. ¡Qué bonita es nuestra capital y más aún cuando la visitas con tus amigos! Recorrimos toda la avenida séptima disfrutando del alumbrado navideño y regresamos a casa, cansados pero contentos. Allí en laca nos esperaban los padrecitos que nos invitaron a una deliciosa una comida rápida y casi sin despedirnos nos embarcamos de nuevo rumbo a Villavo porque los más juiciosos tenían que trabajar el lunes a primera hora.

Por último les queremos contar algo de la Novena de Navidad. En esos días, aparte de algunos jóvenes de Villavicencio, también nos acompañaron dos seminaristas y cuatro jóvenes de Bogotá. En total éramos 10 monitores los que organizamos el Moaín Navideño a más de 200 niños de nuestra parroquia, con juegos, villancicos, danzas, talleres, y sobretodo mucha alegría y esperanza.

Para la elaboración del pesebre este año contamos con la ayuda de la Junta de Acción Comunal del barrio que montó dos carpas gigantes con dos paracaídas que consiguieron y elaboraron el pesebre en cartón reciclado, a tamaño natural y articulado. Es decir los niños se metían dentro de las figuras de cartón y parecían como robots. Un día vino el coro infantil de la policía y nos animó mucho la fiesta y otro día vinieron las señoras de la Fundación San Cayetano y nos trajeron un montón de  regalos para los niños.

Los monitores terminamos esos días totalmente agotados porque comenzábamos la jornada a las 5 de la mañana con la novena para los adultos, después por la mañana a preparar los juegos de la tarde y por la tarde era lo más duro, animar a todos esos niños en el Moaín y en la Novena. Por la noche, acompañábamos a los padres a las distintas cuadras de la parroquia para celebrar la eucaristía en la calle a la luz de algún bonito pesebre familiar.

Pero también tuvimos nuestro momento de relax el día 23 en el que nos juntamos para comer en la casa pavoniana y después salimos juntos a ver el alumbrado navideño de Villavicencio. 

La Nochebuena y el Año Viejo son dos fiestas en las que todos lanzamos pólvora a las doce de la noche y salimos a felicitar a nuestros vecinos. Después, en un ambiente familiar y de amigos, disfrutamos de una buena mamona asada al fuego, un poquito de trago para animar la fiesta y sobre todo mucha música y rumba hasta altas horas de la madrugada.

Son tantas experiencias bonitas vividas en tan poco tiempo que quiero agradecer a Dios tantos favores como nos concede.

Ahora estamos de vacaciones de verano y todo parece vacío, sin embargo ya estamos preparándonos porque en Febrero comienzan las clases y se reanudan las actividades en la parroquia y en el Centro Juvenil. Estamos seguros que el Señor nos regalará otro año genial, acompañados por la protección de nuestra Madre la Virgen Inmaculada y el beato Ludovico Pavoni.

Feliz Año Nuevo de parte de todos los pavonianos de Villavicencio.