Un año más un grupo de laicos y religiosos han vivido la Pascua en los pueblos de Ayllón (Segovia)

En esta Pascua, un grupo de personas de las comunidades pavonianas de Albacete, Madrid y Cáceres hemos querido vivir estos días, la muerte y resurrección de Jesús de una forma diferente, por eso decidimos repetir la experiencia del año pasado e ir a la Pascua Rural, donde teníamos una misión: ayudar con alegría e ilusión a Juan y a Miguel Ángel, los párrocos de Ayllón (Segovia) y los pueblos de alrededor.

Nuestros anfitriones nos estaban esperando  impacientemente, con la agradable compañía de Viki. Fue una bienvenida atípica, con alegría de saber que sus amigos pavonianos llevan 25 años sin fallarles y a la vez con la tristeza de saber que este año faltaban algunas personas especiales que  no estuvieron en persona pero sí, en nuestros corazones.

Nos reencontrarnos con las personas sencillas, acogedoras y humildes de los pueblos, aquellas que después de la misa te preguntaban ¿tu eres seminarista? o ¿a que parroquia pertenecéis? y, uno, con el tiempo justo le contaba algunas de las actividades de la Congregación. Aquellas que se acordaban de nosotros del año pasado, esa gente que se extrañaba que un cacereño recorriera 500 kilómetros para vivir la Pascua en sus pueblos, pero yo iba fundamentalmente por sus gentes, a la que intentamos llevar la Palabra de Dios de una forma desenfadada con alegría y humildad, sembrando un poco de ilusión en sus corazones. Ellos fueron los protagonistas secundarios de nuestra vivencia, pues el principal era Jesús.

Participamos en sus procesiones solemnes y grandiosas como las de Ayllón, o sencillas como las de los demás pueblos: Sta. María, Alconada, Alconadilla, Saldaña Mazagatos, Corral de Ayllón...  pero todas con un denominador común: la fe y la humildad.

El viernes por la mañana tuvimos la oportunidad de reflexionar sobre nuestra cruz, cuál es y si la aceptamos o no, todos tenemos problemas, pero debemos de  vivir con nuestras dificultades, no verlas como un obstáculo enorme, sino como una prueba más de nuestra fe en Dios. Si queremos ser discípulos de Jesús debemos serlo con todas las consecuencias, no ser cristianos a la carta.

El sábado hicimos una excursión a la ermita de San Frutos, patrón de Segovia,  además de visitar las hoces del río Duratón, donde pudimos ver una gran panorámica, lástima que el tiempo no acompañase, pero no se puede tener todo, decidimos visitar también el precioso pueblo de Sepúlveda, donde Juan y Miguel Ángel nos contaron su historia.

La Vigilia Pascual se celebró en el pueblo de Corral de Ayllón, a la que acudieron personas de los diferentes pueblos. Fue muy bonita la celebración y participativa.  Allí fue uno de los momentos donde nos acordamos de los que faltaban, sobre todo cuando se cantó la canción mi Dios está vivo. Al terminar la Vigilia leímos un pequeño comunicado dando las gracias por la amabilidad de todas las personas de todos los pueblos. Celebramos la resurrección del Señor con una chocolatada donde pudimos charlar con personas ya conocidas del año pasado y las nuevas de este año. 

Quien piense que los cristianos no estamos de moda, que se acerquen unos días por Ayllón y sus pueblos allí descubrirán el verdadero sentimiento cristiano, como  nos ha vuelto a ocurrir a nosotros, que nos vamos a nuestras ciudades con las pilas bien cargadas y muy contentos de ayudar a celebrar las misas durante los días más importantes para nosotros, en los entrañables pueblos segovianos.

En las fotos de la galería podéis ver algunos de los momentos más importantes de estos días: el maravilloso retablo de Ayllón y sus procesiones, acompañadas siempre por la banda de música; la torre medieval bajo la luna llena, las procesiones de otros pueblos; los sacerdotes de estos pueblos Miguel Ángel y Juan; la excursión que hicimos a Sepúlveda y a la Hoces del Duratón; la Vigilia Pascual en la que un representante de cada pueblo llevaba su Cirio Pascual y la chocolatada final.