En el bicentenario del Instituto de San Bernabé

Queridos hermanos, religiosos y laicos de la Familia pavoniana:

Durante este mes de febrero convocaré de nuevo el 40º Capítulo general de nuestra Congregación, que será celebrado en el mes de julio. Habiendo sido pospuesta la celebración del Capítulo para este año 2021, se da una feliz coincidencia: se celebrará durante el año en que recordamos el bicentenario de la fundación del Instituto de San Bernabé. Como sabemos, la idea de la fundación de la Congregación surgió para garantizar la continuidad de la realidad de S. Bernabé.

En las próximas cartas mensuales hasta la celebración el Capítulo general, quiero retomar los temas que, bajo el título: “Hacia el Capitulo general”, ya se trabajaron el año pasado como preparación al mismo. Fruto de este trabajo son las aportaciones que están recogidas en otro texto titulado: “Síntesis de las aportaciones de las comunidades y los laicos”. Estos dos textos serán la base de los trabajos capitulares. Sería bueno que estos temas fuesen retomados en una lectura y reflexión personal a lo largo de estos meses que faltan; pienso que así nos ayudaremos unos a otros a entrar en ambiente capitular.  Como ya había escrito, no todos los temas que aparecen podrán ser tratados exhaustivamente durante el Capítulo: tendremos que escoger aquellos que veamos más necesarios para el momento actual, que está viviendo nuestra familia. Un Capítulo siempre debe dirigir su mirada hacia el Fundador, su vida, su espiritualidad, sus intuiciones y su obra; a esto lo llamamos vuelta a los orígenes, a la idea original y al carisma fundante. Estamos llamados a encarnar el carisma pavoniano en el hoy, desde una fidelidad creativa; esto ha sido sintetizado en el título de la última biografía de S. Ludovico Pavoni: “La creatividad del amor”.

 

1.- Comunidades convocadas por Cristo. Hombres y mujeres de Dios

En el Instituto de S. Bernabé encontramos un Pavoni que se pone a disposición del proyecto de salvación de Dios, hecho realidad en Cristo Jesús. Encontramos un Pavoni expresión de la compasión de Cristo hacia los más necesitados, aquellos muchachos más pobres, que pocos miraban con predilección. Responder a las necesidades de estos muchachos, a través de la acogida, la asistencia, la educación y la formación, fue la respuesta a la llamada que Dios le hacía: estos fueron para él “los dulces atractivos”. Estoy seguro que Pavoni, meditando el misterio de la encarnación, descubrió que Dios quiere a la humanidad desde abajo, desde dentro de la misma. Por eso, dejándolo todo se hace uno con esos muchachos. Pavoni descubre que no es posible ser expresión de la compasión de Dios si no se vive en radicalidad, es decir, si no se tienen las raíces en Cristo.

Pavoni quiere a sus hijos, sean religiosos o laicos, “inflamados de amor de Dios”. No les quiere con el frío instalado en su corazón por la ausencia de Dios. Pavoni sigue invitándonos a una confianza absoluta en la Divina Providencia frente a las dificultades, esta es la base de toda esperanza. Así escribe en el Reglamento del Instituto S. Bernabé a sus alumnos coadjutores empleados en los distintos encargos del pío Instituto: “No os asustéis de los precarios recursos financieros de ahora sobre los cuales, a los ojos de la prudencia humana, parece se fundamenta el costoso Instituto de manera insegura. Estos pensamientos resultarían demasiado injuriosos a la Divina Providencia, sobre la que exclusivamente deben descansar seguras nuestras esperanzas. Tened por seguro que si a Dios plugo levantar, diría casi desde la nada, esta pía casa y sostenerla entre tantas dificultades con las que el enemigo del bien común intentó abatirla y aniquilarla, no se echará atrás ahora que la necesidad es mayor, ya que a cada instante se va haciendo mayor el número de los muchachos abandonados que piden asistencia”.

Necesitamos seguir descubriendo y experimentando que la Familia y el proyecto pavoniano no son obras nuestras, sino de Dios. Necesitamos convencernos de que tenemos que seguir poniendo a disposición de Dios lo poco que somos y tenemos: él es el que conduce nuestra familia y su obra. Necesitamos fortalecer, hoy más que nunca, esta verdad a través de la oración personal y comunitaria, a través de la escucha atenta de la Palabra de Dios, de la celebración litúrgica. Debemos mirar la realidad con los cristales del evangelio y discerniendo los signos de los tiempos, seguir creyendo que éste es “un proyecto dictado por el cielo”.

Es tiempo de renovación, de aceptación de un cambio de época, de un nuevo paradigma, de un futuro incierto, de no controlar todo…Podremos asumir y afrontar esto si tenemos la actitud de los apóstoles que, ante la llamada de Jesús: “venid y os haré pescadores de hombres” (Mc 1, 19-20), como sabios ignorantes, dejan las redes de lo conocido para lanzarse a un futuro difuso y sin definir. Los Apóstoles no preguntan: ¿a dónde? ¿a qué? ¿cómo?; no necesitan seguridad en un futuro tan incierto, sólo la incierta certeza de caminar detrás de Aquel de quien se fían. Debemos adquirir la certeza de que, pase lo que pase, nos pasará con Él.

2.- Comunidades fraternas

Casi todas las reflexiones de las comunidades expresan el deseo de que en ellas impere el espíritu de familia. Sabemos que Pavoni en S. Bernabé quiere un clima de familia, no sólo porque algunos muchachos la habían perdido, sino porque estaba convencido de que un ambiente de familia ayudaría a los muchachos a crecer como buenos cristianos y buenos ciudadanos. Pavoni hace de S. Bernabé su propia familia. Pavoni quiere a sus religiosos “unidos por estrechos vínculos de caridad”. El amor es el que hace que nuestras comunidades sean fraternas, es decir, comunidades de verdaderos hermanos. La ternura y el cuidado recíproco en la convivencia diaria, expresado en los pequeños detalles y el servicio desinteresado, hará que nos “alegremos de vivir cada día más como hermanos”. No podemos acostumbrarnos a vivir juntos como extraños en una convivencia pacífica basada en un pacto tácito de no agresión, sino que debemos trabajar para vivir como hermanos. En las comunidades fraternas es donde vamos aprendiendo a dejar de lado las diferencias y a buscar juntos el bien común. Es donde aprendemos a desterrar la lógica de “los nuestros” y “los otros”, a los cuales hay que atacar y de los cuales hay que defenderse. Es donde aprendemos a desterrar la cultura de la indiferencia, que nos lleva a matar o a dejar morir a los demás en nuestro corazón. El espíritu de familia es el que nos ayuda a hacernos cargo de la vida de los miembros de la comunidad, especialmente de los miembros más débiles. En S. Bernabé Pavoni educaba a los muchachos más mayores a hacerse cargo y acompañar a los más pequeños; esto debe hacerse una realidad visible en nuestras comunidades. Los adultos sean el espejo donde los más jóvenes puedan mirarse y aprender el seguimiento de Cristo con el corazón de Pavoni. Los jóvenes transmitan alegría, entusiasmo, coraje y un poco de sana “utopía” a los adultos que, a veces cansados por el peso de los problemas, caemos en la desesperanza y la apatía. Los ancianos sean la memoria que nos recuerda de dónde venimos: ellos son el ejemplo de una vida gastada con generosidad en el proyecto pavoniano. No nos dejemos institucionalizar, no gastemos nuestra vida desde la superficie, desde un cumplimiento exacto y desencarnado de normas, leyes y reglas, olvidando la capacidad de amar y la necesidad de ser amados por los hermanos. Que el frío no se instale en nuestro corazón, el frío de la incomprensión, de la desconfianza, de la exclusión. El corazón frío está incapacitado para amar, es capaz de cumplir todo lo mandado, sin dejarse ablandar por la fraternidad. Animo a todos a seguir fortaleciendo en nuestras comunidades este espíritu de familia donde cada uno tiene su responsabilidad, ejerce su ministerio para el crecimiento de todos. Recordemos que los jóvenes a quienes decimos: “venid y veréis” quieren encontrarse con una familia, si no perciben esto, les estaremos defraudando y engañando. Solamente desde aquí seremos un testimonio creíble de unidad, de comunión, de fraternidad para el mundo. Solamente desde aquí nuestras comunidades serán atractivas y fecundas en nuevos religiosos y laicos pavonianos.

 

Es una alegría comunicar que el día 16 de enero comenzó el noviciado en Villavicencio (Colombia) el joven mejicano Julián Roberto Reyes Saavedra. En la actualidad son tres los novicios en Colombia, dos mejicanos y un colombiano: recemos por ellos.

 

Agenda del mes

  • El día 2 de febrero celebraremos la jornada mundial de la Vida Consagrada.
  • El día 2 de febrero llega a Italia el religioso sacerdote guaneliano Innocent Akmnonu, que ha pedido hacer un año de experiencia en nuestra Congregación.
  • El día 5 de febrero está previsto el regreso del hermano Macdonald a Filipinas.
  • El 17 de febrero comienza el tiempo litúrgico de la Cuaresma. Es un tiempo de gracia, tiempo para descubrirnos una vez más pequeños, frágiles, limitados, pecadores y necesitados de conversión, del perdón y de la misericordia de Dios y de los hermanos. Preparémonos bien para celebrar el núcleo de nuestra fe: la muerte y resurrección de Cristo.

 

Pongo el camino de nuestra familia bajo la protección de la Virgen Inmaculada, nuestra querida Madre, y de San Ludovico Pavoni, nuestro Santo Fundador.

Un abrazo fraterno y siempre agradecido.

 

                                                                                  Ricardo Pinilla Collantes

 

Tradate, a 31 de enero de 2021