Animándonos a vivir este tiempo con ilusión y con la mirada puesta en Jesucristo

Queridos hermanos, religiosos y laicos de la Familia Pavoniana:

Seguimos viviendo este tiempo de pandemia provocado por el Coronavirus. En algunas partes del mundo estamos saliendo de ella, en medio de medidas y restricciones para prevenir una vuelta atrás en los contagios. Estamos viendo con sufrimiento que no podemos realizar las actividades de verano con los niños y jóvenes, que eran tradicionales en este tiempo, o por lo menos no lo podemos hacer como nos gustaría y como piden los muchachos y sus familias. En otras partes del mundo, están viviendo el momento álgido de esta pandemia. Recomiendo a religiosos y laicos de esos lugares prudencia y respeto de las normas impuestas por los gobiernos. Esta pandemia se combate y supera, si todos y cada uno somos responsables y cuidamos nuestra salud, sin poner en riesgo la salud de los demás. Apelo a la responsabilidad de cada uno y a la obediencia de las normas. Unos y otros estamos viviendo con sufrimiento los problemas de muchas familias que se han quedado sin trabajo, sin ingresos, viéndose obligados a recurrir a la beneficencia en nuestras parroquias y comunidades. La dedicación y generosidad de religiosos y laicos está siendo grande, y es expresión de una Iglesia samaritana, de una fe que se “hace industriosa en la caridad”. Los problemas económicos aumentarán seguramente en septiembre.

Ha pasado el mes de junio, muy rico en celebraciones litúrgicas. Hemos celebrado la solemnidad de la Santísima Trinidad, que nos ha recordado que Dios es comunión, y la solemnidad del Corpus Domini, que nos ha recordado que Cristo se ha hecho pan partido y compartido para la humanidad, a través de su muerte y resurrección. La solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús nos ha hecho comprender que Dios es amor y misericordia; la solemnidad del martirio de San Juan Bautista nos ha hecho entender que somos indicadores del Salvador, que sólo él es la luz, que no predicamos ni trabajamos por nuestro reino, sino por el de Dios. Entre medias, hemos celebrado la memoria de S. Bernabé, que nos ha recordado el núcleo de nuestra misión y carisma, hecho realidad por nuestro Fundador en el Instituto de S. Bernabé, en Brescia, es decir, ser padres y madres para los muchachos y jóvenes más necesitados.

Estoy escribiendo esta carta el día en que se celebra la solemnidad de San Pedro y San Pablo. Esta solemnidad nos invita a rezar por la Iglesia, santa y pecadora a la vez, muy especialmente por el Papa Francisco, “centro de la unidad eclesial”. El Señor le asista con su gracia para guiar a la Iglesia por los caminos del evangelio, y teniendo como centro a Cristo resucitado. Creo que, de los dos santos que celebramos hoy, podemos aprender a afrontar los desafíos que nuestra familia tiene en la actualidad. Ellos vivieron en tiempos de la expansión del mensaje del Maestro, teniendo que arrostrar muchas dificultades. Creo que nos dan las claves para ser maestros y compañeros de camino, como educadores creíbles para los muchachos y jóvenes de hoy.

Pedro (piedra, roca) es un hombre duro de cerviz,  pero de un gran corazón. Enseguida queda fascinado por el Maestro de Galilea y, a su llamada, deja todo y lo sigue. Pienso que ha establecido una relación de amistad con Jesús muy intensa: admiraba su forma de hablar y de comportarse con la gente sencilla como él. Pedro sentía que también los pobres y los sencillos importaban a alguien. Pienso que Pedro no había entendido el plan de Jesús y los medios que quería utilizar para conquistar Jerusalén y liberar a los pobres de la esclavitud del pecado y de la opresión de los romanos. Quizá lo seguía, porque veía en él un buen líder político. Cuando comienza a ver cómo se desarrollaban los acontecimientos, y que Jesús quería salvar y liberar pagando con su propia vida, entregándola como obediencia al Padre y por amor a la humanidad, las dudas, y sobre todo el miedo, lo atenazan. El reacciona con los medios a su alcance: por un lado, utilizando la espada,  y, por otro, la negación. La clave del cambio de Pedro está en sus lágrimas: supo llorar por la negación de una amistad verdadera; pero sobre todo se dejó mirar por el Maestro a la salida del pretorio. Esa fue una mirada de amigo que comprende, que perdona, que ama por encima de todo. Cuando Pedro se encuentra con esos ojos, empieza a comprender a Jesús de otra manera. Ese cruce de miradas, la experiencia del Resucitado y la fuerza del Espíritu, hacen de Pedro un verdadero discípulo; a partir de ahí estará dispuesto a seguir a Jesús y a compartir su destino. Antes lo admiraba, ahora está capacitado para imitarlo, y por eso: “sobre esta piedra edificaré mi Iglesia” y  “apacienta mis ovejas”.

Pablo es el hombre erudito, preparado, conocedor y observador de la ley hasta la última tilde. Se siente seguro de sí mismo y de lo que tiene que hacer: es decir, preservar la ley de corrientes y mensajes nuevos; por eso, persigue el nuevo mensaje traído por Jesús y llevado a la práctica por sus seguidores. Tuvo necesidad del encuentro con Jesús en el camino de su vida; para caer de sus seguridades, necesitó quedarse ciego. La ceguera no era sólo física: se fue dando cuenta de que sus seguridades no le dejaban ver a aquel que se le había presentado en el camino, y esto le provoca una gran oscuridad y desasosiego interior. Necesitó la mediación de Ananías y la fuerza del Espíritu para descubrir la misión que Jesús le había encomendado. Esto le va a hacer exclamar: “Por él lo perdí todo, y todo lo considero basura con tal de ganar a Cristo y estar unido a él” (Filp 3,8). Este descubrimiento de Pablo le llevará a enfrentarse con sus antiguos jefes, con los Apóstoles y con todos los que no son capaces de acoger la novedad de Jesús y quieren seguir imponiendo las antiguas leyes y normas; esto le llevará a abrirse a los gentiles para predicarles la buena nueva. Esta fe inquebrantable en Jesús le llevará a ser incansable misionero, a sufrir y padecer peligros en sus viajes, a ser perseguido, encarcelado y, por fin, morir por Cristo y el evangelio.

El mundo, la Iglesia, la Vida religiosa y nuestra familia, estamos viviendo momentos difíciles: aprendamos de Pedro y Pablo. Exhorto a todos, religiosos y laicos, a dejarnos mirar por Cristo, a dejarnos conquistar y convertir por él día a día, a saber llorar por nuestras infidelidades y por los sufrimientos de la pobre humanidad, especialmente los muchachos y jóvenes. Papa Francisco en su visita a Filipinas, ante la pregunta de una niña sobre el sufrimiento, dijo: “Sólo cuando seamos capaces de llorar por las cosas que tú nos dices, sólo cuando el corazón se haga esta pregunta y llore, entonces podremos entender algo” y”ciertas realidades se ven sólo con los ojos limpios por las lágrimas”. Animo a todos a hacer la experiencia de la ceguera de Pablo, a ser Ananías los unos para los otros, a abrirnos al soplo y a la fuerza del Espíritu. Exhorto a todos a liberarnos de las ataduras que nos atenazan y nos impiden ser discípulos en libertad y verdad. Exhorto a todos a no desanimarnos, a no disolvernos en la mentalidad del mundo, a tender hacia el ideal, a no conformarnos con la mediocridad en la vida y la misión. Exhorto a todos a mirar a nuestro fundador y aprender de él, que se crecía en los momentos difíciles. Exhorto a todos a no abandonar ni física ni mentalmente el proyecto que hemos heredado, y que S. Ludovico Pavoni nos decía  dictado por el cielo.

En estos tiempos difíciles:

-          Exhorto a los ancianos: seguid corriendo hasta la meta como Pablo; quizá no contemos con las fuerzas de tiempos pasados, pero sí con la fuerza que viene de Dios. Sed pavonianos de corazón hasta el final;

-          Exhorto a los adultos: llevar el peso de la responsabilidad y la misión a veces se hace duro: no desfallezcáis, trabajad en colaboración y sinergia, enfrentad juntos las dificultades, discernid y tomad decisiones juntos… Ayudad a los jóvenes, con el ejemplo de vuestra vida, a ser buenos pavonianos;

-          Exhorto a los jóvenes en camino, preparación y búsqueda: no os desaniméis, buscad la verdad, identificaos con Jesús y el carisma desde dentro, no desde el simple cumplimiento externo. Entusiasmad a los adultos y ancianos con vuestra alegría, creatividad y dedicación. Gastad la vida en algo que merece la pena;

-          Exhorto a los superiores, a mí el primero, a comprender que la autoridad es servicio que brota del evangelio: seamos Ananías para los que caminan con nosotros.

Seguimos rezando para que pase esta pandemia en todo el mundo, por nuestros hermanos y hermanas enfermos, por las necesidades y proyectos de cada uno.

El 6 de julio operarán al p. Luca, superior Provincial de Italia. El día 29 de junio han empezado los ejercicios espirituales nuestros hermanos perpetuos de Eritrea. Del 26 de julio al 1 de agosto,  algunos religiosos y laicos de la Provincia Italiana harán los ejercicios espirituales en Ponte di Legno. El 27 de julio, saldré para España a pasar unos días de descanso con mi familia.

Pongo el camino de nuestra familia bajo la protección de la Virgen Inmaculada, nuestra querida Madre, y de San Ludovico Pavoni, nuestro Santo Fundador.

Un abrazo fraterno y siempre agradecido,

                                                                                                              Ricardo Pinilla Collantes

 

Tradate, 30 de junio de 2020