Algunas consideraciones sobre la visita del Superior general a las comunidades

Queridos hermanos, religiosos y laicos de la Familia pavoniana:

Escribo esta carta después de haber terminado la visita fraterna a todas las comunidades. He tenido ocasión de hablar con cada hermano, y con los laicos que han querido; aunque no en todas las comunidades, he podido tener un encuentro comunitario, a veces junto con los laicos. Como siempre, he encontrado luces y sombras en el camino de nuestra familia; esta no es una prerrogativa nuestra, sino que es propio de la vida humana, de toda familia y de todos los grupos civiles y eclesiásticos.

El Papa Francisco dijo, en el encuentro con los superiores generales en noviembre de 2013, lo siguiente: “En la vida es difícil que todo sea claro, preciso, diseñado claramente. La vida es compleja, está hecha de gracia y pecado. Todos erramos y tenemos que reconocer nuestra fragilidad. Un religioso que se reconoce débil y pecador no contradice el testimonio que está llamado a dar, sino que más bien lo refuerza, y esto nos hace bien a todos”. Y también: “Los conflictos comunitarios son inevitables…Si en una comunidad no se sufren conflictos, quiere decir que falta algo…Una vida sin conflictos no es vida…La unidad es superior al conflicto…El conflicto puede, debe desembocar en un proceso de maduración…Es necesario recuperar la ternura que ayuda a superar los conflictos…La ternura eucarística no evita los conflictos, pero ayuda a afrontarlos como personas”

En estas próximas tres cartas (julio, agosto y septiembre) quisiera compartir con vosotros, religiosos y laicos, algunas reflexiones acerca de aspectos que  he visto más flojos y sobre los cuales insiste nuestra Regla de vida. Recordemos cuanto está escrito en su proemio: “A ti que, respondiendo a la llamada de Dios, quieres seguir su mismo camino, se te entrega esta Regla como proyecto de vida y guía segura para que puedas, en unión de cora­zón con los demás, caminar go­zo­samente hacia el Padre”.

Veo que en algunas comunidades la Regla de vida se ha olvidado por completo, y ha quedado como un libro más que llena y adorna la estantería. En otras, se lee de vez en cuando. En otras, se lee la Regla seguida de la lectura del comentario del p. Rossi o del p. Riva, sin más. En muy pocas se hace una lectura y se comparte existencialmente, preguntándose cómo la estamos viviendo y poniendo en práctica en nuestra vida cotidiana. La Regla de vida es el texto sobre el cual hemos hecho nuestra profesión: no debemos ojearla solamente cuando necesitamos ver sus aspectos jurídicos, sino aprovechar la riqueza teológica, espiritual y pastoral que nos ofrece. No obstante, es verdad que en casi todas las comunidades se rezan las intenciones pavonianas, muchas de ellas basadas en la Regla de vida; seguramente esto nos debería ayudar a tenerla presente y esforzarnos por llevarla a cumplimiento.

Cuando hablo personalmente con hermanos y laicos, me cuentan sus alegrías, sus vivencias positivas, sus proyectos, pero sobre todo sus inquietudes, dificultades y problemas. Descubro que algunas personas viven instaladas en una crítica que hace daño a los demás, pero también a sí mismos, pues pierden la ilusión, la alegría de la vocación y de la entrega, pero sobre todo pierden la esperanza. Encuentro también religiosos y laicos que han tirado la toalla y son incapaces de soñar e intentar caminos nuevos en la oración, la fraternidad y la misión, y se vuelven profetas del pesimismo. Descubro también que algunos ven siempre bien lo que otros hacen (grupos eclesiales, Congregaciones…), y mal lo que se hace en su propia familia. ¿Cuándo aprenderemos a mirar el bien que existe en nosotros, el bien que hacemos, a estar orgullosos los unos de los otros, a mirar más el bien que el mal, las cualidades que los defectos? ¿Cuándo aprenderemos de la paciencia que Dios tiene con nosotros y la aplicaremos a  los demás? Descubro también que, a veces, los que más critican, son los que menos aportan y se empeñan para mejorar las cosas. A estos les diría que pongan toda la carne en el asador, que no vean los toros desde la barrera, sino que hagan faena, que dejen de ser espectadores, consumidores de comunidad, y se impliquen para el bien personal y de toda la familia.

Descubro también en algunos una falta de confianza en el futuro, que ven más como amenaza que les paraliza, que como posibilidad. A estos les repito una vez más: tengamos confianza en Dios, en cuyas manos está nuestro futuro, tengamos confianza en la protección de la Virgen Inmaculada, a la cual encomendó nuestro padre Fundador su familia, y de San Ludovico Pavoni que, como padre, nos mira con amor e intercede por todos nosotros. Tengamos confianza en la aportación de todos los religiosos y laicos que, caminando con el corazón de Pavoni, hemos recibido el encargo de encarnar su carisma en el mundo actual.

Descubro muchas veces que, detrás de la crítica y del descontento, hay un deseo sincero de construir comunidades y núcleos de Familia pavoniana más fraternos, más generosos y disponibles, donde cada uno pueda ser ayudado a responder mejor al Señor y a gastar su vida con sentido y espíritu pavoniano.

Vida de oración.

-     En casi todas las comunidades existe un ritmo de oración diario. Se reza la liturgia de las horas, se celebra la Eucaristía, en algunas comunidades se reza el rosario y al finalizar el día las completas. Descubro en algunas realidades, una oración mecánica, por costumbre, que no alimenta, una oración que se reduce a las prácticas de piedad. En varias comunidades no se hace la “Lectio Divina”, es decir la lectura, explicación, meditación, condivisión y oración de la Palabra de Dios. En algunas comunidades donde se hace, resulta una explicación exegética basada en algún comentario que encontramos en los libros o en Internet. En pocas comunidades se hace una condivisión existencial de la Palabra que incida en la vida cotidiana. La RV en el n. 155, nos recuerda: “La palabra de Dios, con la que el Padre nos sale al encuentro y conversa amoro­samente con nosotros, nos regenera cada día y nos hace progresar en la vida espiri­tual, edificándonos en la caridad”.

-     Celebramos la Eucaristía, centro de la vida de la comunidad (RV 161). La Eucaristía nos debe hacer conscientes de que tenemos que entregar nuestra vida como pan partido y compartido para los demás, a ejemplo de Cristo. En algunas comunidades se celebra a toda prisa, tanto que a veces da la sensación que la celebramos más como deber que como necesidad, olvidándonos de cuanto dice la RV en el n. 162: “Por eso la Comunidad celebra en la eucaristía su pascua coti­diana, que la une a la oblación de Cristo, la compromete en su misión y la conserva unida en su amor”.

-     En pocas comunidades existe la celebración comunitaria del sacramento de la reconciliación. Cada uno se las arregla para frecuentar este sacramento. Sería bueno y provechoso que, en las comunidades, se hiciese periódicamente la celebración comunitaria de la penitencia, aunque después la confesión individual la haga cada uno en otro momento. Esto nos ayudaría a ser conscientes de que la comunidad tiene siempre necesidad de conversión y que la misericordia es una virtud que escogemos como fundamental en nuestra vida. La RV en el n. 166 nos recuerda: “Este empeño de conversión constante se actualiza, sobre todo, en la celebración frecuente del sacramento de la reconciliación que, convenientemente preparado por el examen de conciencia cotidiano, nos reconduce continua­mente al Padre, restaura y acrecienta la fraternidad y purifica las intenciones apostólicas”.

-     En algunas comunidades no existen los días de retiro espiritual; en otras, son escasos y los laicos no son invitados, o no participan por diversos motivos. La RV en el n. 167 nos recuerda: “La misma voluntad de un encuentro más intenso con Dios se renueva periódi­camente en las jornadas de recogi­miento”. Hay hermanos y laicos que no hacen los ejercicios espirituales anuales, esto llega a producir aridez espiritual. Es necesario parar unos días al año para estar con el Señor, escuchar su Palabra y revisar nuestro ritmo de vida. Lo mismo que tenemos la necesidad de unos días de vacaciones para descansar, son necesarios los ejercicios espirituales para cargar las pilas y reforzar las motivaciones que mueven nuestras vidas. La RV en el n. 167 nos recuerda: “y anualmente en los ejercicios espirituales, los cuales nos devuelven una profunda unidad con el Señor y son un privilegiado momento de escucha de la palabra de Dios para descubrir su voluntad y renovar nuestra vida”.

-     No en todas las comunidades, donde es posible, se abre la oración a la participación de los laicos. No en todas las comunidades se tienen encuentros de oración y celebración con los laicos. La RV en el n. 117 nos dice: “La Comunidad pavoniana vive el espíritu de familia también con los Laicos más cercanos a ella: nos ofrecemos re­cíprocamente el testimonio de vida evangélica y condividimos, además de la espiritualidad y el servicio apostólico, momentos de oración, de formación y de fiesta”.

-     No sé cuántos de nosotros hacen un proyecto personal como guía para nuestra vida, y sobre el que confrontarnos en nuestro caminar diario: creo que pocos. Insistimos mucho en la importancia de un acompañante o guía espiritual (director espiritual) para los jóvenes en formación; me pregunto cuántos adultos tenemos director espiritual, con el cual confrontarnos sobre nuestro progreso y crecimiento interior, creo que pocos. La Regla de vida en el n. 491 nos dice: “Una forma privilegiada de ayuda fraterna para el crecimiento personal y comuni­tario en la vida según el Espíritu es el acompañamiento espiritual, que valoramos y ofre­cemos a todos los hermanos; lo consideramos especialmente necesario en el periodo de la primera formación”.  A veces este acompañante espiritual no existe ni en las casas de formación.

Agenda del mes de julio

-     El dìa 24 de junio fue ordenado diácono nuestro h. Jean Pierre de Burkina Fasò;

-     4.5: encuentro del Consejo general alargado, en Tradate;

-     6: encuentro de formadores con el Consejo general alargado, en Tradate;

-     7: reunión del Consejo general, en Tradate:

-     9-14: estaré en la comunidad de Génova;

-     25 julio-22 agosto: estaré en España con mi familia;

-     28 julio-3 agosto: Ejercicios espirituales en ponte di legno para religiosos y laicos de la provincia Italiana;

-     29 de julio-2 de agosto: En Asmara, ejercicios espirituales para los hermanos de votos temporales;

-     31: Celebración de la fiesta de S. Ignacio en las comunidades de Eritrea

Pongo el camino de nuestra familia, bajo la protección de la Virgen Inmaculada, nuestra querida Madre y de Ludovico Pavoni, nuestro santo Fundador.

Un abrazo fraterno y siempre agradecido, y un provechoso descanso en las zonas donde haya vacaciones.

Tradate, 30 de junio de 2019                        

                                                                                               Ricardo Pinilla Collantes