Sobre la evangelización y la situación en la Iglesia

Queridos hermanos, religiosos y laicos de la familia pavoniana:

Estamos viviendo tiempos difíciles para la Iglesia. Siguen aflorando miserias, límites y pecados de una parte de la Iglesia que ha olvidado poner a Cristo y a los necesitados en el centro de su misión y se ha asentado en  las ansias del poder, del tener y del gozar, causando un enorme sufrimiento a las personas que se han fiado de ella. Ante esto, no sólo debemos pedir perdón, sino también pedir a Dios que nos convierta y purifique nuestro corazón. De estas miserias, límites y pecados no estamos exentos ninguno. Debemos estar siempre vigilantes, orar constantemente y abrirnos a la gracia y a la acción del Espíritu que renueva los corazones y la mente del ser humano. Al mismo tiempo estamos asistiendo a un ataque sin escrúpulos al Papa Francisco, son ataques desde fuera y sobre todo desde dentro de la propia Iglesia. Exhorto a todos a unirnos en una oración confiada al Padre por el Papa desde “un amor filial, al que es el corazón de la unidad eclesial y al cual debemos obedecer incluso en virtud del voto de obediencia” (RV 147).

En estos días hemos asistido con gran alegría a la paz firmada entre Etiopía y Eritrea; confiemos en que esto repercuta positivamente en la vida de la gente y, sobre todo, de los pobres de estas naciones y también en la vida de nuestros hermanos pavonianos Eritreos. A este propósito, debemos dar gracias a Dios por los seis jóvenes que el día 8 de septiembre han comenzado el noviciado en Asmara. Dios sigue suscitando vocaciones en los países donde hay más dificultades y problemas. Nos unimos a ellos y pedimos que S. Ludovico Pavoni los proteja y acompañe ya que nosotros no podemos hacerlo con nuestra presencia física.

El mes de octubre, es un mes misionero y además, este año se celebrará el sínodo sobre “los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”, a este propósito, en el mensaje para la jornada mundial de las misiones, el Santo Padre escribe: “el Sínodo será una nueva oportunidad para hacernos discípulos misioneros, cada vez más apasionados por Jesús y su misión, hasta los confines de la tierra”. Creo que son palabras que nos sirven a todos, jóvenes y menos jóvenes, religiosos y laicos pavonianos.

Antes del Concilio, cuando se hablaba de misión, se entendía misión “ad gentes”, anunciar el evangelio allí donde no se había anunciado, se refería al primer anuncio y se consideraban misioneros a los que dejaban su patria, especialmente Europa, para ir a otros continentes. “Hay que reconocer que después del Vaticano II, y gracias a sus contenidos, el tema misión se ha generalizado. Anteriormente daba la impresión de reducirse sólo a la misión ad gentes, como si fuera acción exclusiva de los misioneros. Esta generalización actual comporta una toma de conciencia de la realidad de la Iglesia misionera en todas sus personas, ministerios, instituciones y carismas. Pero, al mismo tiempo, la generalización ha podido dar lugar a malentendidos respecto a la misión ad gentes, como si esta no tuviera razón de ser puesto que la Iglesia es toda ella misionera. Habrá que distinguir, pues, entre tres niveles o situaciones de la misión eclesial: 1) actividad pastoral ordinaria; 2) nueva evangelización o también reevangelización; 3) misión ad gentes” (cf RMi 33; DGC 58-59).  Hoy día el Papa insiste en que la Iglesia debe estar siempre en estado de misión allí donde se encuentre. Algunos empiezan a hablar de que Europa es tierra de primera misión debido al secularismo reinante. Insiste el Papa en la Evangelli Gaudium, en que la Iglesia es esencialmente misionera. Habla continuamente de una Iglesia en salida, para encontrar a los hombres y mujeres de nuestro tiempo y comunicarles la alegría del evangelio y la buena noticia de Cristo, vivo y actuante en medio de su pueblo.

Nuestro Documento capitular nos habla también de una nueva forma de ser misioneros y contribuir, de este modo, a la nueva evangelización: “¿en qué aspecto de la misión evangelizadora se puede aportar algo, incluso a costa de reconsiderar nuestros modelos organizativos, no solamente desde el punto de vista de las exigencias internas del Instituto, sino desde el horizonte de comprensión/adaptación a un modelo de Iglesia misionera? Un nuevo modelo de Iglesia misionera necesita de nuestra pieza del rompecabezas, adaptado no para nuestra sobrevivencia, sino integrado en una nueva vitalidad eclesial” (DC 30). “Queremos ser comunidad junto con los laicos, o sea, Familia pavoniana que da testimonio y anuncia el Evangelio a los jóvenes, para dar su contribución carismática en el contexto vital de una Iglesia “misionera”.(DC 41.2)

 Quiero compartir con vosotros algunas actitudes fundamentales que debemos seguir cultivando y fortaleciendo, si queremos que nuestra familia se inserte en esta tarea evangelizadora a la que está llamada toda la Iglesia.

1)      Abrir los ojos, los oídos y el corazón. Los ojos para ver la realidad de nuestros muchachos y jóvenes, como la ve Dios y la vio S. Ludovico Pavoni; los oídos para escuchar su voz que nos llama a compartir nuestra existencia con ellos; el corazón para que puedan entrar a formar parte de nuestras vidas y no queden en meros deseos, palabras y discursos, escritos y documentos, planes y programaciones teóricas. Estoy pensando en todas nuestras actividades donde los muchachos y jóvenes están presentes: ¿siguen siendo nuestra principal ocupación, nuestra principal pasión?, ¿seguimos siendo para ellos presencia de un Dios que les ama con corazón de Padre y les busca incesantemente? Debemos dejar de una vez por todas de mirarnos a nosotros mismos, de perder el tiempo y las energías con nuestras cuitas, y descubrir que nuestra familia sigue siendo “lugar del encuentro con la salvación de Dios y mediación de esta salvación a través de nuestro carisma…en nosotros está la responsabilidad de seguir siendo creíbles (identidad) y fiables (misión) (Dc 4). Para esto es necesario convertirnos y dejar de funcionar con los esquemas mentales de este mundo o que nosotros nos hemos creado. Debemos abrirnos al soplo del Espíritu, confiar más en nosotros mismos, en nuestra familia. Debemos dejar de pensar que no podemos mejorar, que lo hemos intentado muchas veces y seguimos igual. “Como los apóstoles, podemos sentirnos incapaces, temer no tener las fuerzas y los recursos suficientes. El Señor Jesús nos invita con fuerza a poner a disposición nuestros «cinco panes y dos peces», y nos repite: «dadles vosotros de comer». En lo demás ya pensará Él, como hizo al multiplicar los panes para aquella muchedumbre hambrienta”. DC 43). Debemos tener más estima por lo que somos y hacemos, que no es poco. Nos hemos acostumbrado a relacionarnos y a actuar según unos marcos de convivencia determinados: “simpatías-antipatías, entendimientos-discordias, afinidades-indiferencias, vetos cruzados-rechazos netos” (DC 19), esta actitud nos priva de la riqueza que todos pueden aportar y nos lleva, como nos han dicho los jóvenes religiosos participantes en la formación permanente, a tener favoritismos dentro de la comunidad y a acumular tareas en algunos hermanos, dejando a otros sin ninguna responsabilidad o trabajo. En el fondo, se trata de confiar en todos los hermanos y no solamente en algunos. Sabemos que cuando estos marcos de convivencia “son demasiado rígidos, provocan el inmovilismo que pone en marcha la decadencia”. (DC 20). Tenemos que perder el miedo que nos paraliza, miedo a mirar y oír y descubrir las necesidades de los muchachos y jóvenes de hoy, y que esto pueda desestabilizar nuestra vida, descentrarnos de nosotros mismos, dejar nuestras comodidades y salir de nuestra “zona de confort”.

2)      Poner en el centro el evangelio (Dc 28) y buscar nuevos acercamientos y presencias (Dc 29).

a)      Estamos invitados a poner en el centro el evangelio y, desde ahí, descubrir qué aspectos de nuestra vida se han reducido a convenciones-rutina; “de hecho, si el carisma se vuelve convencional, se abandona a la costumbre, y los procesos de renovación mueven, sobre todo, a arrancar estos obstáculos”El carisma es reconocido si y porque sobre todo anuncia-testimonia el Evangelio, y si cada uno, a su manera, expresa en la experiencia de la fe y en sus vicisitudes personales el insondable Misterio de la Palabra de salvación. El Evangelio sigue hablando a la Vida Religiosa: en esta dirección, por tanto, ha de orientarse la verificación del carisma”. (Dc 28)

b)      Estamos llamados a caminar con la gente, a ser compañeros de camino de los hombres y mujeres de nuestro tiempo a través de los cuales Dios nos sigue hablando hoy. Tenemos experiencia de Familia pavoniana, religiosos y laicos juntos. La familia pavoniana son “todas las personas que conocen y acompañan con simpatía las actividades de los Religiosos pavonianos o que trabajan en ellas (parientes y amigos de los Religiosos, amigos de las Comunidades locales, exalumnos de nuestras instituciones, colaboradores ocasionales, trabajadores...)” (Db 8). Yo añadiría que Familia pavoniana son también los muchachos y jóvenes a los cuales nos dedicamos. Nuestro objetivo final es la construcción del Reino de Dios aquí y ahora. A todos, Religiosos y Laicos, corresponde el compromiso de vivir hoy, fraternalmente unidos en la Iglesia y por el mundo, el carisma del p. Pavoni. El p. Lorenzo, durante la presentación del Documento base de la Familia pavoniana, escribe: “Religiosos y Laicos en cada Provincia, debemos proseguir juntos con espíritu de plena colaboración, para contribuir a encarnar hoy, en auténtica fidelidad y según las exigencias de los tiempos, el carisma que el Espíritu ha suscitado en la Iglesia a través de nuestro beato Fundador”.

La Familia pavoniana que no camina con el mundo de hoy, que no es capaz de compartir las ansias, los sufrimientos y las esperanzas de los hombres y mujeres de nuestro tiempo, que sólo se mira a sì misma, es una familia desencarnada y, por tanto, estéril, no tiene credibilidad ni es de fiar.

 

3)      Agenda del mes

-          2: p. Javier García Mata sale para el sur de Taiwán (China). Será acogido en una comunidad de Dominicos y explorará la posibilidad de una futura misión intercongregacional. Su permanencia inicial será de dos meses;

-          3: Reunión de superiores de la provincia de España en Vicálvaro;

-          7: Toma de posesión de p. Rafael Peroni como párroco de Santa María Inmaculada de Brescia;

-          7: fiesta de los exalumnos de Milán;

-          12-13: Consejo general en la sede de la comunidad de Montagnana;

-          15 de octubre-20 noviembre: estaré visitando las comunidades y actividades de la provincia de Brasil;

-          16: Recuerdo de la canonización de San Ludovico Pavoni;

-          21: fiesta de los exalumnos de Monza.

Pongo el camino de nuestra familia bajo el manto de la Virgen Inmaculada y la protección de San Ludovico Pavoni.

Un abrazo fraterno y siempre agradecido.

 

Tradate, 30 septiembre 2018

 

                                                                                  Ricardo Pinilla Collantes