Poner en marcha la reorganización con una amplia implicación de religiosos y laicos

Queridos hermanos, religiosos y laicos de la familia pavoniana:

Comenzamos el mes de octubre, es un mes en el que celebraremos a la Virgen del Rosario, la Virgen del Pilar y nuestra Señora Aparecida. Quisiera seguir recomendando el rezo del rosario como oración mariana muy típica en nuestra tradición como Hijos de María Inmaculada. Que la Virgen nos ilumine y acompañe en nuestro caminar diario. Recordamos y ponemos bajo el manto de la Virgen de Guadalupe la nación de Méjico, golpeada duramente por este terremoto reciente. Que ella acoja en su regazo y abrace tanto dolor y sufrimiento.

El documento capitular en el nº 41.4.1, es decir en el cuarto ámbito del discernimiento capitular dice:

4.1 Poner en marcha inmediatamente, y con una amplia implicación de los religiosos y de los laicos colaboradores, un proceso de discernimiento en vista de una reconversión-reorganización de las actividades, en base a los siguientes criterios: densidad carismática, calidad de la vida comunitaria, sostenibilidad de recursos humanos y económicos, definiendo tiempos reales y momentos de revisión.

 

a)      Poner en marcha inmediatamente.

Esto quiere decir que hay que hacerlo ya, sin prisas pero sin pausa. El motivo, repetimos una vez más, no es la supervivencia de nuestra familia, aunque esto también preocupa, sino la urgente renovación interna y externa de todos nosotros. Revisar nuestra manera de ser y estar en la Iglesia, nuestro testimonio de fraternidad y comunión, y nuestra manera de responder a los nuevos desafíos y las nuevas pobrezas de los jóvenes de hoy. No basta hablar de una cosa para que esta se haga realidad, es necesario ir dando pasos. Tenemos que tener cuidado de no dejarnos atrapar por la acedia, la cual es presentada por el Papa Francisco, en la “Evangelli Gaudium”, como un vicio paralizante que ataca a los evangelizadores. Produce en ellos un “inmediatismo ansioso”. Quieren obtener resultados inmediatamente. No aguantan la espera que requieren los procesos. Revisten su vida de un “gris pragmatismo”. Se apegan a una “tristeza dulzona sin esperanza”, que es el “elixir del demonio” (EG 83). La acedia vuelve a los evangelizadores “pesimistas quejosos y desencantados” (EG 85). La acedia genera desiertos espirituales y ambientes áridos. La acedia es, en el fondo, falta de fe en la Providencia de Dios. Esta conduce a no esperar nada del futuro. La persona afectada de acedia tiene prisa, tiene aversión a la espera porque no cree en la Providencia, porque no soporta tener que esperar una actuación improbable de Dios. La acedia nos hace caer en la tentaciòn de huir de los problemas y sacrificios de la vida, y nos hace pensar que buscando otro estado de vida u otras situaciones, estaríamos mejor. Nos hace añorar continuamente los ajos y cebollas de Egipto, en vez de encarar la peregrinación por el desierto y el paso del Mar Rojo.

 

b)      Con una amplia implicación de los religiosos y de los laicos colaboradores

Es importante la implicación de todos. Esto supone pasar de pensar “sé de qué va esto” a “me va la vida en esto”. Para implicarnos en este proceso, es necesario redescubrir la propia identidad pavoniana, los valores que son incuestionables en nosotros. Necesitamos profundizar en nuestro sentido de pertenencia y no dejarnos vencer por una fragmentación entre nosotros, animada por prejuicios y posicionamientos que impiden el diálogo y que nos pongamos en una actitud de escucha activa. Debemos redescubrir los ideales que nos inspiran y nuestra adhesión a ellos. Para que se dé esta implicación de todos, debemos poner los proyectos en común. Esto es más que informar, sabiendo que consensuar significa renunciar y compartir; implica salir de nuestras verdades para juntos encontrar la verdad. Implicarnos todos en este proceso, evitará el peligro de hacer grandes discursos, planear grandes estrategias, producir bonitos documentos, producir gran cantidad de información, que después no llegan a la cabeza ni al corazón y se quedan en letra muerta y, por lo tanto, no nos ponen en movimiento. Otro gran peligro ante esta implicación es la desconexión entre lo que cada uno de nosotros, lo que cada una de nuestras comunidades está viviendo y haciendo y las propuestas que se ofrecen. Parece como si fueran dos caminos paralelos que no llegan nunca a juntarse.

 

c)      un proceso de discernimiento en vista de una reconversión-reorganización de las actividades

El discernimiento nos debe llevar a descubrir qué hay que hacer y cómo hay que hacerlo. Debemos pedir al Señor la gracia de estar disponibles al discernimiento, a no cerrarnos a lo que el Espíritu va soplando, muchas veces, a través de las nuevas situaciones de necesidad y abandono de los niños, adolescentes y jóvenes de hoy. El discernimiento verdadero es el que se hace con el corazón y la mente abiertos a la acción del Espíritu de Dios. Debemos dejarnos guiar por Dios; eso evitará que llamemos discernimiento a lo que nos lleva a decisiones que previamente habíamos tomado. Un discernimiento guiado por el Espíritu Santo nos llevará a tomar decisiones de vida y no de muerte, pues el Espíritu siempre genera vida. Si nuestro proceso de discernimiento lo hacemos desde una fragmentación interior y comunitaria, desde una lucha por el poder y el prestigio o para no perderlos, desde los prejuicios y precomprensiones o desde la concepción  de la misión de forma personalista, exclusivista o distorsionada, quiere decir que no está guiado por el Espíritu. El discernimiento nos debe llevar, como dice José María Arnaiz, religioso Marianista, “a plantar árboles nuevos y no sólo a ponernos bajo la sombra de los ya existentes, a dejar de hacer algunas cosas que se hacían, a hacer de manera diferente las mismas o a comenzar a poner en movimiento acciones distintas”. El discernimiento nos debe llevar a mirar la realidad, las necesidades y los retos del mundo actual con una actitud de apertura para dar respuestas siempre nuevas, que nacen de la creatividad que hace crecer en nosotros el Espíritu Santo.

Se habla de reconversión-reorganización de las actividades que son la expresión de nuestra misión, ojala podamos llevar a cabo un discernimiento sereno y descubrir lo que hoy quiere Dios, la iglesia y el mundo actual de nuestra familia.

 

d)     Agenda del mes

1 de octubre: encuentro de los exalumnos de Milán en vía Crespi;

6-8 de octubre: Consejo general en la comunidad de Milán;

8 de octubre: en Cislago, celebración de los 60 años de ordenación del p. Luigi Rimoldi;

15 de octubre: encuentro de los exalumnos de Monza;

16 de octubre: primer aniversario de la canonización de San Ludovico Pavoni;

19 oct.-22 de noviembre: estaré visitando la provincia pavoniana de Brasil.

 

Pongo el camino de nuestra familia bajo la protección de la Virgen Inmaculada, nuestra querida Madre, y de San Ludovico Pavoni, nuestro santo fundador.

Un abrazo fraterno y siempre agradecido,

 

                                                                                              Ricardo Pinilla Collantes

Tradate, 1 de octubre de 2017