Situándonos ya en el Sínodo sobre los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional

Queridos hermanos religiosos y laicos de la familia pavoniana:

     Comenzamos un año nuevo, un año que el Señor nos concede para seguir sirviéndole a él en los niños, adolescentes y jóvenes más necesitados de nuestro mundo. Lo comenzamos con María Reina de la paz. Nuestro deseo para este nuevo año es que reine la paz en el mundo, en las familias y en nuestros corazones. Nos unimos, como Iglesia, al Papa Francisco en este deseo de paz y fraternidad entre todos los pueblos, recordándonos especialmente de la situación en Siria.

     El comienzo de un año nuevo debe estar marcado por la ilusión, el entusiasmo, el  sueño de grandes proyectos, las ganas de seguir siendo significativos en el mundo desde nuestro carisma mirando la realidad con la esperanza de los que saben que Dios siempre puede hacer cosas nuevas. Dios sigue acompañándonos con amor y predilección al comenzar este nuevo año.

     Durante el año que termina, hemos celebrado con gozo la canonización de nuestro padre Fundador, Dios nos ha vuelto a sorprender con esta gracia, este don, este regalo. Después de la experiencia vivida, podemos tener dos actitudes:

  • Pensar que ya lo hemos conseguido y ahora podemos vivir tranquilos y si es necesario, morir en paz.

     Esta actitud quiere decir que no hemos entendido nada del mensaje que Dios nos ha dado con la canonización. Si pensamos así no tenemos espíritu pavoniano, ni amor al Fundador, ni amor a su herencia, ni amor a nuestra familia. Esto querrá decir que no confiamos en la Providencia que nos está diciendo a nosotros hoy: “siempre es posible recomenzar de nuevo”. Esto querrá decir que creemos en un Santo muerto y enterrado para siempre, en vez de creer en un Santo vivo y actuante en nosotros y por medio nuestro. Esto querrá decir que no creemos en la protección y en la fuerza del amor de San Ludovico Pavoni que va más allá de la muerte. Esto querrá decir que la vida de tantos hermanos y laicos gastada para mejorar el mundo a través del carisma y la espiritualidad pavonianas es estéril y no ha dado frutos. Esto querrá decir, en definitiva, que nuestra fe y confianza en Dios es muy pequeñita y que nos ocupamos más de nuestros planes que de los planes que Dios tiene para nosotros y a través nuestro.

  • La canonización es un don de Dios, una señal que nos hace espabilarnos de nuestro sueño, de nuestro sopor…

     Esta actitud nos lleva a comprender que es una llamada a la santidad personal y familiar, que es la voz de Dios que nos dice: “esta familia será significativa para el mundo de hoy si vuelve al evangelio, al Fundador y a la Regla de vida sine glosa. Soy yo, eres tú, somos nosotros los que con nuestra vida entregada a los que nos necesitan, los que debemos hacer santo a nuestro Fundador. Este es nuestro tiempo, nuestro “kairos” para seguir haciendo realidad desde nuestra pequeñez y fragilidad  el sueño de San Ludovico Pavoni.

 

Poner todo nuestro empeño en la pastoral juvenil y vocacional para comunicar este sueño

     El Papa Francisco ha convocado el próximo Sínodo de los Obispos con el tema “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”. En nuestra próxima Consulta general, uno de los temas que trataremos será la pastoral juvenil y vocacional y formación. Esto nos indica que el tema preocupa y ocupa la reflexión no sólo nuestra sino de toda la Iglesia. Cuando al papa se le pregunta sobre cómo hacer para atraer a los jóvenes, él contesta que no hay recetas y dice dos cosas muy interesantes: los jóvenes necesitan movimiento, es decir hacer experiencias fuertes de donación y entrega a los más necesitados y reflexión y diálogo sobre cómo esas experiencias interpelan su vida. Dice además: a veces nos empeñamos en hablar a los jóvenes mucho de Jesucristo, pero no les damos a Jesucristo, nos quedamos en teorías aprendidas pero no les mostramos a Jesucristo vivo y actuante en nuestra vida y en la de los más pobres y necesitados.

     Animo a todos, religiosos y laicos en este año, a ser expresión de la presencia de Cristo para las personas que entrarán en contacto con nosotros, que con nuestra vida de fe y entrega seamos presencia de Cristo para ellas. Que vivamos con alegría y entusiasmo nuestra vocación, que nuestra bandera sea la entrega y la generosidad, que nuestras relaciones crezcan en fraternidad, amor, perdón y misericordia para que el mundo crea.

 

Una pastoral que es empeño de todos

     En todas nuestras actividades tiene que haber una preocupación para formar a los adolescentes y jóvenes a descubrir la vida como vocación, ayudarles para que encuentren la misión que Dios les tiene encomendada. En nuestras parroquias se dé prioridad al trabajo con jóvenes y se creen grupos, aunque sean pequeños, de discernimiento y de profundización en la fe. Se dé mucha importancia a la formación de las nuevas parejas y al trabajo con las familias, convencidos de que trabajar con las familias es crear buena tierra donde un joven puede hacerse la pregunta por su vocación.

     Animo a nuestras comunidades y a nuestros laicos, que en la medida de lo posible se salga de nuestras estructuras para caminar con la gente del territorio, que se participe en los grupos parroquiales, que se trabaje en unión con la pastoral juvenil y vocacional de las diócesis, que se forme parte de los grupos, parroquiales o no, que trabajan con jóvenes, que estemos integrados, donde sea posible, en la pastoral universitaria, que se cuide y acompañe los grupos de voluntariado y solidaridad…

     Animo a todas las comunidades donde hay jóvenes que están haciendo un camino de discernimiento, a ser ejemplo de oración de fraternidad y de entrega desinteresada para que estos puedan experimentar la alegría de la vocación pavoniana. Que estas comunidades puedan decir a los jóvenes: “ven y verás” y que ellos yendo y viendo se queden porque han encontrado al Señor y su tarea en el mundo.

 

     Quiero terminar, deseando a todos un año lleno de Dios, lleno de entusiasmo y alegría, lleno de paz y fraternidad y de fecundidad apostólica. Un año donde no faltarán preocupaciones, dificultades, problemas, pero donde brille más la esperanza basada en el Dios con nosotros, que el pesimismo y el desanimo basado en nuestra pequeñez y fragilidad. Que vivamos con la alegría y la esperanza que descubrimos continuamente en la señal clara que también nosotros hemos recibido de parte de Dios: la canonización de San Ludovico Pavoni.

 

Agenda del mes

  • 9-10: en Tradate Consejo general alargado:
  • 23: comenzaré la visita a la comunidad de Filipinas;
  • 25-27: en Lonigo, formación para superiores y vice superiores de la provincia Italiana;
  • 26: en la provincia Italiana, jornada de la misión pavoniana

 

     Pongo el camino de la familia pavoniana bajo la protección de María Reina de la paz y de san Ludovico Pavoni.

     Un abrazo fraterno y siempre agradecido

 

Bilbao, 31 de diciembre de 2016

 

Ricardo Pinilla Collantes