Sobre la Pastoral Vocacional, prioridad de prioridades

Queridos hermanos religiosos y laicos de la familia pavoniana:

     Escribo esta carta desde España donde me encuentro realizando la visita fraterna a nuestras comunidades. Doy gracias a Dios con vosotros por los religiosos y laicos que hoy y aquí encarnan el carisma pavoniano.

     Con gran alegría hemos recibido la noticia de que el milagro realizado por el Beato Pavoni en tierras brasileñas en la persona del padre de Diomar, ha sido confirmado por la comisión de los doctores en Roma. Esto nos hace tener esperanza de que la canonización de nuestro Padre fundador está cada día más cerca. Que el padre Pavoni sea declarado Santo nos tiene que sugerir varias cosas:

-      Pavoni es un gran amigo de Dios;

-      Dios sigue bendiciendo a nuestra familia y mirándola con amor y predilección;

-      todos debemos seguir caminando hacia la santidad para ser expresión, con nuestra vida, de la santidad de Pavoni;

-      Pavoni es el ejemplo y modelo a seguir en nuestra entrega a la causa de los jóvenes más necesitados. Debemos salir a su encuentro como lo hizo él;

-      es un aliciente más para invitar a otros jóvenes a seguir a Cristo tras las huellas del Fundador;

-      es motivo de acción de gracias a Dios por haber dado al mundo y a la Iglesia este gran hombre que hemos tenido la suerte de conocer y que ha marcado nuestras vidas para siempre.

     Estamos viviendo el tiempo de Pascua. En este tiempo se inserta la jornada mundial de oración por las vocaciones. La pastoral vocacional, lo sabemos, ha sido definida en el último capítulo como la “prioridad de las prioridades” para nuestra familia. Es verdad que en las tres provincias y en Filipinas se están haciendo esfuerzos por trabajar bien en este campo, no es menos verdad que en Italia, España y Colombia los frutos de este trabajo no se ven y esto desanima sobre todo a los agentes directos de esta pastoral. Sabemos que la sociedad actual no pone las cosas fáciles a un joven para escuchar y responder a la llamada de Dios. El relativismo, el hedonismo, el consumismo… son elementos característicos de esta época que dificultan una respuesta generosa a la llamada a seguir a Cristo y construir el Reino de Dios.

     Me gustaría reflexionar con vosotros sobre este tema que tanto nos preocupa y nos ocupa. Mi reflexión parte de un examen o discernimiento personal y comunitario. No quiere ser un juicio crítico ni de valor sobre nadie, sino un modo de ayudarnos a vivir nuestra entrega de manera que pueda ser atractiva para otros. Creo, además, que las vocaciones a la familia pavoniana dependen en gran medida del testimonio personal y comunitario de nuestra propia vocación sea religiosa que laical.

     Las vocaciones hay que pedirlas, merecerlas y cuidarlas. La vocación es un don de Dios. Todo parte de una llamada personal a estar con él y ser enviados a evangelizar. Dice el Papa en el mensaje para esta jornada: “Toda vocación en la Iglesia tiene su origen en la mirada compasiva de Jesús. Conversión y vocación son como dos caras de la misma moneda”. La vocación no es un acto voluntarista ni parte de la iniciativa de la persona, sino que es la respuesta a una iniciativa de Dios que llama a quien quiere, cuando quiere y como quiere. El Señor sigue llamando también hoy y quiere servirse de nosotros para que, a través de nuestro estilo de vida, sepamos ayudar a los jóvenes a escuchar su voz y despertar en ellos la inquietud por responder generosamente a esta llamada. Sabemos que la familia pavoniana crece por atracción no por proselitismo.

Propongo el siguiente camino de reflexión:

 

1. Discernimiento personal

     “Actúa como si todo dependiera de ti, confía como si todo dependiera de Dios”. Este principio Ignaciano fue vivido por nuestro Fundador que trabajó incansablemente sabiendo que su proyecto era de Dios.

     ¿Me siento llamado por Dios, predilecto, privilegiado?; ¿me siento agradecido porque él se ha fijado en mí a pesar de mí mismo?; mirando a mi vida, ¿siento que él me ha sacado de las tinieblas y me ha trasladado al Reino de su Hijo querido?

La fidelidad (RV 242) no sólo se refiere a la permanencia en el tiempo, sino también a la calidad de nuestra respuesta en el día a día al don de Dios. Debo cuidar mi vocación, debo hacerme cargo de ella, ya que, con el tiempo, si no la cultivo se puede descafeinar, puedo seguir siendo pavoniano, religioso o laico jurídicamente, pero no de corazón y puedo llegar a perderla. ¿Vivo mi vocación con alegría o se ha convertido en un peso?; ¿soy persona de Dios o del mundo?; ¿qué prima más en mí: la rutina, la mediocridad, los hábitos adquiridos, las manías personales, mis criterios… o la gracia de Dios?; ¿mi vocación pavoniana la concibo como un estatus de vida, una realización personal por el trabajo que hago o cargo que ocupo, o como una manera de responder desde mi fragilidad a la predilección de Dios?; ¿vivo mi vocación desde el mero cumplimiento de la ley o desde el Espíritu que habita en mí?; ¿quién me ve, se siente atraído por mi forma de vivir o todo lo contrario? Decía Santa Teresa que “en estos tiempos recios se necesitan amigos fuertes de Dios”. Y Pablo VI decía que “el hombre contemporáneo cree más a los testigos que a los maestros” (EN 47).

 

2. Discernimiento comunitario

     El Papa Francisco dice en su mensaje para esta jornada que la llamada de Dios tiene como mediación la comunidad. La vocación nace, crece y es sostenida por la comunidad eclesial.

     “Donde hay vida, fervor, ganas de llevar a Cristo a los demás, surgen vocaciones genuinas” (EG 108)

     “Por ello, cada Comunidad pavoniana advierte el deber de crear las condiciones más idóneas para que otros jóvenes sientan nuestra vocación religiosa como una opción de notable utilidad para la Iglesia y de gran actualidad para el mundo” (RV 219).

     “Recordaremos siempre que nuestra pastoral voca­cional consiste, ante todo, en un modo de ser antes que en actividades particulares. La fidelidad a Cristo, vivida gozo­samente, el ejemplo de unidad fraterna y colabo­ración cordial, la entrega a nuestra mi­sión en la Igle­sia, el testimonio de una respuesta evangélica y oportuna a las necesida­des del mundo, y la oración perseverante obtendrán del Señor que mande otros obreros a trabajar con noso­tros en su campo” (RV 221).

     ¿En el centro de nuestras comunidades o núcleos de familia pavoniana está Cristo u otras cosas o personas?; ¿es Cristo quien nos hace hermanos o los lazos de amistad, simpatía o forma de pensar y ver la vida?; ¿cuál es la motivación profunda que siento en mi corazón para vivir la vida comunitaria y fraterna?; ¿aprecio al hermano por lo que es o por lo que hace y el puesto que ocupa?; ¿mi comunidad está movida por el soplo del Espíritu o por otros motivos?; ¿los conflictos que surgen son llevados a la oración y vividos con criterios evangélicos o se enquistan y son motivo de división, de escándalo y no de crecimiento?; ¿en mi comunidad se viven estos tres principios: diálogo, misericordia, perdón?

     Una comunidad que sabe y experimenta que Dios es el centro, que dialoga desde la Palabra de Dios, que se perdona, que da nuevas oportunidades es fructífera. Una comunidad que es fuente de vida para sus miembros y que no mata ilusiones, proyectos, esperanzas, utopías, es fructífera. Una comunidad austera y que opta por los pobres y no por tener, poseer o acumular para su propio bienestar, es fructífera. Una comunidad mediocre donde no se sueña, no se arriesga, no interesa a nadie y muere por dentro. Una comunidad cerrada, autorreferencial y que no camina con el mundo actual, no tiene futuro. Una comunidad donde sus miembros no se sienten amados ni pueden desarrollar la capacidad de amar, es estéril. Una comunidad que no busca continuamente la voluntad de Dios sino su propia voluntad no interesa a nadie. Una comunidad que no acepta ni integra la diversidad y la riqueza de cada uno de sus miembros, sabiendo que en todos ellos está plantada la semilla del Reino, está agotada. En definitiva, una comunidad que se mueve por criterios distintos al soplo del Espíritu, está muerta en su raíz.

 

3. Discernimiento sobre la misión

Es evidente que la realización de la misión encomendada a nuestra familia es fuente de atracción vocacional. Si nos dedicamos de verdad a la misión recibida de nuestro Fundador dando respuestas concretas a las necesidades de los chicos y jóvenes necesitados de hoy, seremos atractivos. Si un joven que está haciendo un camino de discernimiento a la vida pavoniana no ve  religiosos y laicos implicados directamente en la misión específica, se desilusiona y desmotiva. Ya hemos reflexionado en otras ocasiones sobre la escasez de presencia efectiva de los religiosos con los muchachos y jóvenes; debemos recuperar este aspecto si queremos ser atractivos. Un joven no se hace pavoniano para dedicarse exclusivamente a tareas de gestión o de despacho; quiere implicarse en primera persona en la misión propia de llevar a Cristo a los jóvenes de hoy.

     Debemos dedicarnos con prioridad a los jóvenes más necesitados allí donde estemos. Debemos implicarnos en una tarea de educación y evangelización explícita en nuestras escuelas, colegios y obras sociales.

     Los religiosos y laicos tenemos que empeñarnos en trasmitir con la vida y la formación el carisma y la espiritualidad pavoniana a los que colaboran o trabajan con nosotros, de esta manera nuestras obras serán verdaderamente pavonianas.

 

     Creo que la “prioridad de las prioridades”, es decir: la pastoral vocacional, es tarea de cada uno y de cada comunidad, pero también de los superiores o animadores de la familia pavoniana en todos sus ámbitos. Las vocaciones que el Señor nos concede hay que cuidarlas y acompañarlas en el camino de formación y discernimiento. Tenemos jóvenes vocacionados en Filipinas, necesitan un formador que les acompañe, por eso el Consejo general ha decidido destinar al p. Giorgio Grigioni a la comunidad de Antipolo como formador de los religiosos juniores; se incorporará a dicha comunidad en el mes de septiembre próximo y para prepararse los meses de mayo, junio y julio estará en Inglaterra perfeccionando el inglés. Soy consciente de que esta decisión supone un esfuerzo para el p. Giorgio y también para la provincia Italiana, pero creo que, por sentido de responsabilidad ante las vocaciones que el Señor nos envía, debemos todos hacer este esfuerzo. Esperemos que también esto sirva para que nos impliquemos más todos en esta tarea tan importante para nosotros que es la de trabajar por las vocaciones a la familia pavoniana, sean religiosas o laicas.

 

4. Agenda del mes de abril

-      1 de abril: celebración del día de la muerte de Ludovico Pavoni;

-      2 de abril: Caminata pavoniana de Brescia a Saiano;

-      11-17 de abril: semana pavoniana en la provincia Española;

-      14 de abril: 14 aniversario de la beatificación de Ludovico Pavoni;

-      16 de abril: Asamblea anual de la Familia pavoniana en Valladolid - España;

-      16 de abril: en Asmara serán ordenados diáconos los hermanos: Yemane y Woldeab;

-      16-17 de abril: grupo vocacional Nain;

-      23 de abril: Consulta provincial de Italia;

-      26 de abril: Nuestra Señora del Buen Consejo, venerada por p. Pavoni en San Bernabé

     Poniendo el camino de nuestra familia bajo el manto de la Virgen Inmaculada y la protección del Beato Ludovico Pavoni, me despido con un abrazo fraterno y siempre agradecido.

 

Ricardo Pinilla Collantes

Cáceres 31 de abril de 2016